"Tower Records era un sitio único donde trabajar"
Especiales / Colin Hanks

"Tower Records era un sitio único donde trabajar"

José Carlos Peña — 09-04-2018

Con All Things Must: el auge y hundimiento de Tower Records, el actor y director norteamericano Colin Hanks se ha hecho un hueco en el panorama del documental musical. Lo ha ensanchado el año pasado con otra pieza sobre el infame ataque terrorista en la sala Bataclan de París, Eagles of Death Metal: Nos Amis.

All Things Must Pass se estrena en exclusiva en TCM el 21 de abril, coincidiendo con el Record Store Day, y tenemos la oportunidad de charlar por teléfono con su director a propósito de un proyecto muy personal que le llevó años completar. El hijo de Tom Hanks no sólo es un estupendo actor, al que hemos visto en series de prestigio como Band of Brothers, Mad Men o Fargo, sino que está decidido a consolidarse como realizador: acaba de terminar un corto animado en 3D.


Antes de nada, debo preguntarte por qué escogiste la historia de Tower Records para hacer tu primera película (documental). Si no me equivoco, también eres de Sacramento (California), como lo era la cadena. ¿Eras asiduo?
Es correcto, soy de Sacramento también, así que había una pequeña conexión local. Mi madrina trabajó en Tower Records, recuerdo oír cosas de la tienda cuando crecía. Pero lo más importante de todo es que, efectivamente, yo mismo ha pasado mucho tiempo en Tower. No me gastaba el dinero en chucherías, sino en CDs. Por lo tanto, la conexión era personal. Y cuando las tiendas cerraron y supe cómo Russ (Solomon, fundador de la cadena) empezó el negocio, me pareció una historia fascinante. En aquel momento no estaba trabajando y necesitaba meterme en algo, de modo que empecé a investigar y decidí que iba a intentar hacer el documental.

Desde el mismo título (una cita que los empleados pusieron en la tienda cuando iba a cerrar, aludiendo inequívocamente a la canción de George Harrison), tiene un tono agridulce, como de homenaje a una era desaparecida, que no va a volver. ¿Lo enfocaste así?
Bueno, para mí es un momento histórico fascinante. Gran parte del espíritu de Tower Records se formó en los años sesenta, y luego la cadena tuvo muchísimo éxito en los setenta y ochenta. Así que hablar de cómo empezó todo, cómo aquel lugar se creó, es fascinante. Esa idea de un lugar de trabajo en el que no tenías que cortarte el pelo ni llevar traje y corbata, en el que básicamente podías hacer lo que te diera la gana, es muy radical para el contexto histórico. En realidad, yo ya era consciente de esa mentalidad cuando empecé a ir a las tiendas en los primeros noventa. Lo sentías, nadie me lo tenía que decir, pillabas esa atmósfera. No es que no haya nostalgia en el documental, por supuesto que la hay, pero lo que me pareció increíble es cómo rompieron las normas a la hora de decidir dónde estarían las tiendas y cómo tenía que ser la experiencia de vender algo.
Lo que me encanta de la filosofía de Tower, desde el punto de vista de los empleados, es que daba igual tu apariencia o qué te interesara, mientras te presentaras allí y curraras duro. Creo que es algo muy especial con lo que la gente puede identificarse, no sólo la nostalgia. Todo el mundo es nostálgico y yo el primero, pero para mí lo principal es que era un sitio único donde trabajar. Uno de los ex empleados lo dice: “Tu trabajo no tiene por qué ser algo que detestas”. ¡Qué concepto más maravilloso! Y qué afortunados son los que lo pueden experimentar.

"Russ Solomon me cambió la vida. Estaba un poco loco, pero en el mejor sentido"

Hace sólo unas semanas recibimos la triste noticia de la muerte de Russ Solomon, el fundador de este imperio tan improbable. ¿Cómo fue trabajar con este tipo, que era todo un personaje, de esos que ya no existen?
Me cambió la vida. De verdad. No tenía ni idea de qué esperar de él. Era la primera vez que me embarcaba en algo así, estaba muy nervioso porque no sabía qué tipo de persona me iba a encontrar. Mi propia experiencia me dice que el jefazo no tiene por qué ser el tipo más amistoso del mundo (risas). Pero Russ desafiaba todas tus ideas preconcebidas. Era increíblemente curioso. Estaba un poco loco, pero en el mejor sentido de la palabra: asumió riesgos y siguió sus instintos. Al mismo tiempo, era un tío increíblemente humilde. Cuando nos reunimos con él la primera vez, dijo: “Bueno, esto es una locura, no creo que nadie quiera verlo, pero si lo hacéis, en realidad tiene que ser la historia de aquellos que trabajaban en las tiendas, porque tuvieron tanta importancia como cualquiera”. Esa humildad me desarmó. Estaba constantemente lanzando preguntas, nunca se enfadaba, era increíblemente paciente.

¿Qué es lo que destacarías más de su personalidad y la manera que tenía de enfocar su negocio?
Lo que más me afectó de conocerle, hasta el punto de que es algo que ha cambiado la manera en que trabajo ahora, no sólo cuando dirijo, sino incluso cuando actúo, es entender que todo es un trabajo en equipo. Si no sabes algo, no pasa nada: encuentra a quien lo sepa, que para eso trabajas con él. No micro-dirijas todo, no finjas que sabes de todas las cosas más que el resto del mundo. Se trata de unir a la gente en algo común que se construye colectivamente. Esto me ha abierto los ojos de manera increíblemente importante. He tenido muchísima suerte al elegir la historia de Russ para mi primera película, porque su filosofía sobre el negocio y el trabajo ha acabado influyendo en ella (risas). Era mi primera película, y no sabía bien lo que estaba haciendo, y oír a Russ Solomon, que en su momento tampoco sabía muy bien qué estaba haciendo más allá de su idea y el instinto, eso ha cambiado el modo en que lo veo todo.

¿Te resultó complicado involucrar a grandes estrellas como Elton John, Bruce Springsteen o Dave Grohl?
Bueno, fue complicado en cuanto a cuadrar agendas. Por suerte, tenía contacto con casi todos, con la excepción de Elton, a quien no conocía. En ese caso, nos dirigimos a él a través de canales bastante formales y llevó mucho tiempo organizar la entrevista. Pero lo alucinante es que todos ellos eran fans de Tower, y yo no quería que me dieran grandes y sesudas reflexiones históricas, lo que pretendía es que me dijeran qué pensaban de Tower, que me hablaran de su conexión personal. Sabía que Dave Grohl trabajó en una de ellas, hemos coincidido bastante porque tenemos amigos en común, y le abordé en un Hall of Fame. Él mismo dirige documentales ahora, así que sabía de qué le estaba hablando. En el caso de Elton, sabía que Tower había sido importantísima en su vida, y le dije que tenía que estar. Tuvo la amabilidad de darnos su tiempo. Lo mismo con Springsteen y Geffen.
Pasó una cosa muy graciosa con Bruce. Había una pregunta muy sencilla que yo les planteaba a todos: “Si le tuvieras que explicar a un chaval de trece años qué era Tower Records y por qué era especial, ¿qué le dirías?” Normalmente, sacábamos lo mejor de cada entrevista de esa pregunta. Bueno, pues en el caso de Bruce, estuvo hablando quince minutos y las declaraciones suyas que ves son parte de esa única respuesta. Todo lo que necesitaba estaba ya en esos quince minutos (risas). Pero procuré hacer que la entrevista durara más que lo que ha tardado en venir aquí, así que le estuve haciendo preguntas veinte minutos más.

¿Dirías que el montaje es la parte más complicada o ardua en un documental como éste?
No, montar fue alucinante. Probablemente, una de las partes más gratificantes, porque vas viendo cómo esa cosa que tenías en la cabeza durante siete años va cobrando vida. No, pasamos tanto tiempo y dedicamos tantas energías a conseguir el dinero… de hecho, rodábamos un poco más según fuéramos consiguiendo más con Kickstarter y movidas así. El problema es que no teníamos dinero para ver lo que íbamos haciendo según rodábamos, hasta que reunimos fondos suficientes, con los que también hicimos un par de entrevistas más y nos llevamos a Russ a Japón. El montaje fue, de hecho, cuando todo se puso muy emocionante, porque pude ver material que habíamos rodado cinco años antes, cómo las piezas encajaban. Eso fue divertidísimo, me encanta montar. Puede imponer, pero no es lo más complicado. Lo más difícil es salir a hacer las entrevistas y cubrir todo el terreno que necesites. Y tener una idea general de lo que quieres conseguir, para transmitirla al público. Eso es lo más complicado.

¿Qué opinas de cómo el streaming ha sustituido, en buena medida, las tiendas de discos? Porque, como queda claro en tu documental, Tower era una cultura, un ecosistema de amantes de la música, músicos, empleados... ¿Ha desaparecido esto para siempre?
Mira, esto es lo que pienso: yo sigo yendo a tiendas. Siguen existiendo. Hay que encontrarlas, apoyarlas y mimarlas. Continúan siendo una parte importante de mi vida. Irónicamente, yo empecé a usar el streaming mientras hacía esta película. Durante mucho tiempo estuve muy en contra, pero descubrí lo estupendo que es que sea tan fácil. Poder encontrar cualquier música grabada así, a un chasquido de tus dedos, eso no es malo. El hecho de que puedas encontrar cosas de prácticamente cualquier género musical es estupendo. La diferencia está en que tienes que saber qué buscas. No es tan fácil como darte de bruces con la música. Pero, oye, ¿no es estupendo tener radios digitales realmente independientes, o escuchar una canción en una película y poder saber cuál es, inmediatamente, con Shazam? El acceso que tenemos hoy a la música es increíble, y eso no es necesariamente malo. Pero yo colecciono vinilos y todavía voy a las tiendas, me gusta descubrir cosas nuevas e interaccionar con la gente: es verdad que el aspecto social se echa muy en falta.

"El aspecto social de las tiendas de discos se echa hoy muy en falta"

¿Crees que se puede extraer alguna moraleja o lección de esta historia?
Sí, desde luego: que lo más difícil para cualquiera es cambiar y evolucionar de forma consistente. Te vuelves cómodo, todo el mundo lo hace. Y Russ era de esos “pensadores” que tienen la vista puesta en el futuro. Lo que pasó es que tuvo tanto éxito que se acomodó demasiado y pensó que sabía lo que vendría. Nadie sabe realmente lo que va a pasar, lo puedes intuir, pero él tuvo demasiado éxito. Hay una cosa fundamental a tener en cuenta: todos los años en que Tower estuvo operativa desde 1960, ganó dinero, tuvo beneficios. Cuando alcanzas ese éxito durante tantísimo tiempo, forzosamente te ciegas un poco en tus decisiones. Tuvieron mucho éxito porque siempre se mantuvieron abiertos a cosas nuevas, pusieron los huevos en diferentes cestas como suele decirse, pero necesitaban seguir con esta mentalidad porque las cosas no paran de evolucionar. Y eso es muy complicado. Al final, llevas haciéndolo tanto tiempo que no sabes si podrás continuar, y ahí es cuando empiezas a cometer errores y te alejas de lo que estabas haciendo al principio. Al final, se dispararon en el pie, pero es verdad que coincidieron muchos factores diferentes.

Se suele decir, desde hace ya años, que vivimos en una edad dorada del documental, como género que en realidad engloba muy diversos enfoques. ¿Suscribes esta afirmación o te parece un tópico?
Bueno, siempre que oigo hablar de “edad dorada” me pongo en guardia, porque aunque entiendo la mentalidad que hay detrás de esa afirmación y puedo suscribirla perfectamente, eso no quiere decir que todos los documentales que se hacen sean magníficos. Lo importante es que, gracias a esa idea, sean más accesibles y reciban más atención. Eso me parece muy bueno, mientras permita a la gente seguir haciendo cosas. El problema es que ahora es difícil encontrarlas, ¿me entiendes? Nos Amis (su más reciente documental) está en Netflix fuera de Estados Unidos, supongo que también en España, pero ¡ni siquiera yo lo sé con certeza! (risas). Es complicado. Si realmente viviéramos en una edad dorada, todos los documentales se estrenarían al mismo tiempo en todo el mundo y no sería tan raro averiguar dónde se emiten. Dicho esto, se hacen cosas muy buenas y diversas, no necesariamente sobre ataques terroristas, guerras o cuestiones de vida o muerte. Esos, sin duda, son importantes, pero también hay cabida para historias más pequeñas y únicas. Cuantos más canales se interesen por ellos y los emitan, me da igual que sea HBO, BBC o lo que sea, mejor. Quizá nos aproximemos a una edad dorada en cuanto al acceso, pero no sólo de los documentales.


No music, no life: cuando los chavales compraban discos

En el debut en la dirección de Colin Hanks, músicos y exempleados de la cadena desaparecida (a excepción de Japón, donde se mantiene la marca) rinden tributo a una era desaparecida: la del disco físico como artículo juvenil de masas. Las peripecias de Russ Solomon, extravagante y vitalista fundador de la empresa, y su fiel y comprometido equipo, sirven de hilo conductor, junto con el testimonio de Dave Grohl, Bruce Springsteen, Elton John y David Geffen (también sale el trágicamente desaparecido Chris Cornell), entre otros incondicionales de una tienda que copió los colores de su logo de los de la petrolera Shell y vivió un éxito meteórico. De California a las estrellas, en paralelo a los excesos de las estrellas del rock. Una de esas historias que encajan perfectamente en la idea arquetípica del sueño americano del pionero inconformista y revolucionario.

Da la triste casualidad de que Russ falleció hace unas semanas mientras veía la ceremonia de los Oscar con un vaso de whisky en la mano. Tenía noventa y tres años, exprimidos al máximo. Tower Records pasó de facturar 1.000 millones de dólares en 1999 a quebrar apenas cinco años después. La culpa la tuvieron el mp3, las malas decisiones (entre otras, la desastrosa expansión latinoamericana) y, las cosas como son, demasiado dinero; como bien sabemos, se puede morir perfectamente de éxito. Pero recordemos: nada es para siempre. ¿Cuántos pueden presumir de haber estado cuarenta años en la cresta de la ola? Queda plenamente vigente el logo inmortal de la casa: “No music, no life”.

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