Akira Kurosawa. Sus mejores películas según Víctor Santos
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Akira Kurosawa. Sus mejores películas según Víctor Santos

Redacción — 21-09-2020
Fotografía — Archivo

Víctor Santos es uno de los autores de cómic más importantes de nuestro país. Nominado a un premio Eisner, responsable de “Polar” y de una larga lista de cómics, acaba de publicar “Kurosawa: El samurái caído” (Norma Editorial, 20), un sincero homenaje a Akira Kurosawa, uno de los más importantes directores de la historia del cine y un referente en todo el mundo reverenciado por grandes como Steven Spielberg, George Lucas, Martin Scorsese y un larguísimo etcétera.

Aprovechando la ocasión, le preguntamos por sus seis películas favoritas de Kurosawa (1910-1998). Tras seleccionarlas, nos las comenta una por una. Y no podemos estar más de acuerdo con muchos de sus comentarios. Vamos con sus palabras.
Hacer una selección de un autor que te encanta es muy difícil, así que mi criterio siempre es subjetivo y cambiante. Podría deciros seis películas diferentes la semana que viene y sería igualmente sincero.

Rashomon (1950)

Esta es una película que hay que verla sí o sí por su modernidad imbatible. A día de hoy sigue influyendo en cuanto a cómo plantear un relato en el que todo punto de vista es cuestionable y cuestionado. En su día fue despreciada en Japón precisamente por su ambición.

Yojimbo (1961)

La droga blanda que nos llevará (a mí me llevó) a la droga dura samurái de “La fortaleza escondida” (1958), “Trono de sangre” (1957) o “Kagemusha” (1980). Un aparente divertimento que dice más de lo que parece. Y es una película que puedes disfrutar con tu padre, porque a los padres les chiflan los westerns.

Derzu Uzala (1975)

Kurosawa aspiraba a ser un autor planetario y esta seguramente sea su historia más universal. El hombre y la naturaleza, el hombre y sus semejantes. Aunque suene a tópico, a veces los relatos más grandes son los que empiezan por las cosas más pequeñas.

Los sueños de Akira Kurosawa (1990)

Las antologías de historias son siempre ingratas porque es complicado que estén equilibradas, y este caso no es una excepción pero me gusta destacar esta película porque es un precioso muestrario de lo que es capaz de hacer el maestro en el uso del color y de su versatilidad como narrador. Cada sueño es un pequeño cuento dentro de la memoria de un maestro ya consagrado.

El infierno del odio (1963)

Iba a decir “El perro rabioso” (1949) por su carácter fundacional, pero seguramente esta película sea la fórmula depurada. Si el género negro trata en el fondo de la moralidad, seguramente esta sea un ejemplo perfecto. Pocas veces el juego de luces y oscuridad del noir se reflejó tan bien en unos personajes sujetos a decisiones literalmente vitales.

Trono de sangre (1957)

No podría dejarme fuera una adaptación de Shakespeare, la obsesión de Kurosawa. Este daimio trasunto de Macbeth es la tragedia misma, la víctima de la inevitabilidad de un destino caprichoso que juega con las pasiones de los pobres mortales, que poco pueden hacer salvo aguantar las flechas y gritar al abismo. Y visualmente apabullante: si “Rashomon” es la lluvia, “Trono de sangre” es la niebla.

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