Suicide Songs

Casi tres años después del aclamado debut de la banda, “The Shadow Of Heaven” (2013), Money vuelve con un nuevo y adictivo hechizo en nueve pasos. Un carácter ensoñador y enfermizo inunda el álbum, en una especie de viaje de ida y vuelta con la muerte por bandera y con el protagónico balanceo vocal de Jamie Lee, sombrío y resplandeciente, que envuelve y atrapa en cada una de estas “Suicide Songs”.

El tema de adelanto “You Look Like a Sad Painting on Both Sides of the Sky” ya se nos quedó pegado en la piel tras la primera escucha, una preciosa pieza que se abre camino sobre guitarra acústica y piano, donde los arreglos van creciendo y la voz celestial de Lee se va mezclando hasta desvanecerse como un azucarillo en el café o la heroína en la sangre. La Parca se abre paso poco a poco en las letras dejando atrás el amor, en una obra empapada de resaca navideña y de la tristeza blanquecina del invierno. La épica y melancólica “I Am the Lord”, la agridulce “Hopeless World” o la balada, más edificante y luminosa, “I'll Be The Night”, serán buena madera para calentar o arder junto a los primeros meses del año.

El parto del disco no ha sido fácil y se nota en toda la atmósfera fantasmagórica que le rodea. Lee se trasladó a Londres para escribir las canciones, y tras un período de borracheras, disputas y dudas en Manchester, la banda pasó tres meses en un estudio de Brixton, gestando lo que finalmente sería este nuevo trabajo. Con una brillante producción de la mano de Charlie Andrew, el aclamado y premiado responsable de los dos discos de Alt-J.

Estamos ante un disco atemporal formado por remolinos de cuerdas y vientos, gritos y lamentos, mil capas y aristas cortantes que nacen del dolor pero que no buscan proyectar negatividad, sino una verdad poética a partir de un estado de ánimo. Buenos ejemplos de ello son los más de ocho minutos de la genial y arrolladora “Night Came” o los escasos dos minutos de “Suicide Songs”, donde Jamie Lee cantando “This is your suicide songs” parece romper el muro que separa al músico de los oyentes. Una obra que va más allá, que reconforta y quema al mismo tiempo.