Calamitas
Discos / Bug

Calamitas

7 / 10
José Carlos Peña — 18-01-2018
Empresa — Interstellar Records
Género — post hardcore

No nos cansamos de repetirlo: hay vida más allá del circuito cerrado anglosajón y nuestras fronteras. Europa continental, y no sólo los antiguos países del bloque comunista, ha sido tradicionalmente un terreno fecundo para los sonidos extremos. Y  un buen ejemplo son Bug, grupo austriaco de la localidad alpina de Innsbruck. Porque no va a ser todo esquí y las glorias imperiales de Sissi.

Bug acaban de cumplir veinte años en la carretera, han tocado con la flor y nata del post-hardcore de las catacumbas (Unsane y muchos más) y lo celebran con el que, según sus propias cuentas, es su octavo disco. Guitarras abrasivas y disonantes deudoras tanto del punk más radical como del metal y el blues-punk extremo (pensemos en unos Jesus Lizard más cabreados y con un punto metalero), baterías atronadoras de ritmos arrolladores y los versátiles espasmos vocales de su cantante, que en su versión más extrema remiten a los alaridos de, pongamos, unos Envy, pero sin el poso épico de los japoneses.

Aseguran que este denso y oscuro Calamitas está inspirado temáticamente por Ruby Robacorazones, la joven que supuestamente cautivó a Silvio Berlusconi hace unos años (relación que estuvo a punto de llevar al ex primer ministro italiano a la cárcel), pero hay más: mujeres letalmente fatales, recuerdos que nos atormentan y el hombre que se cortó una pierna para cobrar una pensión (sin éxito). El siniestro sátrapa de Corea del Norte, Kim Jong Il, también tiene su tema punk frenético que se inicia tras sarcástica fanfarria comunista, y termina con versos memorables: “My style is so fuckin´trendy. My fellow countrymen starve in pain”.

El cuarteto austriaco bucea, en suma, en el lado oscuro existencial, con cortes en los que combinan inglés y, puntualmente, alemán. Dominan y modulan su discurso desde la brutalidad sonora de Anti o Fuck Me Blind al blues infectado de Arbeitsunwill o Blutjesudotcom, ésta con ecos de The Fall, y el ritmo sincopado de Knife For Every Heart. Un viaje al corazón de las tinieblas que al concluir, le deja a uno noqueado y sin aire. El efecto que persiguen, claro.

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