Black Origami
Discos / Jlin

Black Origami

8 / 10
Daniel Mesa — 22-06-2017
Empresa — Planet Mu
Género — Electrónica

La música de Jerrilynn Patton (Jlin) es tan personal como inclasificable. En 2015 la productora oriunda de Gary, Indiana, sorprendió al personal con su brillante primera puesta de largo “Dark Energy”, publicada bajo el paragüas del sello de Mike Pardinas, Planet Mu, llegando a copar la lista de mejores lanzamientos del año en la publicación Wire y obteniendo un 86% en Metacritic. Dos años después, la artista regresa con una segunda entrega en la que vuelve a indagar en su singular visión del footwork. “Black Origami” (Planet Mu, 2017) es un disco que abraza al oyente como si de un organismo vivo se tratara. Si ya en su debut Patton demostraba una virtuosidad fuera de lo común a la hora de tejer bases abstractas pero construidas en todo momento sobre una lógica inconmensurable, casi algebraica –cabe aclarar que Jerrylynn fue estudiante de Matemáticas en la Universidad de Purdue–, en su nueva puesta de largo lo vuelve a hacer echando esta vez mano de percusiones y ritmos étnicos.

De una homogeneidad apabullante y un entendimiento del street dance Chicago de principios de los 90 alejado de cualquier convencionalismo, “Black Origami” es ya uno de los discos indispensables de electrónica avant-garde de esta era. Si bien su sello personal e inconfundible labrado a golpe de estructuras complejas e imprevisibles la separan de otros productores que han militado en el footwoork, incluido uno de sus pioneros y mentor de Patton, el malogrado Dj Rashad, sí encontramos trazas que la sitúan en la nueva ola del género junto a nombres como Traxman, RP Boo o incluso los españoles BSN Posse: proliferación de samples y rolls de batería, subgraves de ultratumba y temas que rondan los 160 bpm.

Pero como bien aclarábamos al principio de estas líneas, es imposible encajar las piezas del sonido Jlin en un solo estilo. Cortes como la intrigante “Carbon 8 (161)” o la mística y arábica “Holy Child” nos hacen replantearnos una y otra vez los referentes de esta rara avis, aunque un solo repaso a los nombres de las colaboraciones que trae consigo este segundo álbum (Holly Herdnon, William Basinski o Fawkes) nos da algunas pistas de por dónde van los tiros.

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