"Vivo en una constate exaltación. Hablo demasiado. Estoy psicótico"
Especiales / Daniel Jiménez

"Vivo en una constate exaltación. Hablo demasiado. Estoy psicótico"

Luis Argeo — 20-04-2016
Fotografía — Archivo

Cocaína. Madrid. Un año amargo de noches nihilistas y la literatura para verse el alma. Daniel Jiménez (Madrid, 1981) ha entrado a las librerías con un libro muy puro y premiado: "Cocaína" (Galaxia Gutemberg, 2016). Le hacemos unas preguntas relacionadas con su libro.


Sabemos que con la cocaína, los subidones y bajones son notorios en el ánimo resacoso de cualquier persona que se meta. ¿Qué sensaciones, buenas y malas, has tenido tras la publicación del libro?
El proceso que he vivido desde que me dieron la noticia del premio se parece bastante a estar drogado. Vivo en una constate exaltación. Hablo demasiado. Estoy psicóticoVivo en una constate exaltación. Hablo demasiado. Estoy psicótico: siento que las personas que me rodean me miran con recelo, con admiración o con asco. A veces me cuesta conciliar el sueño y otras veces duermo durante un día entero, encerrado en casa, incapaz de levantarme de la cama ni coger el teléfono. Me he pasado muchos años pensando en este momento, en el día en el que se publicaría mi primer libro, en qué iba a decir en las entrevistas o qué iban a decir los críticos y los lectores sobre la novela. Al final he reaccionado mejor de lo que me esperaba. He actuado con cierta sensatez , a pesar de los repetidos subidones y bajones. He metido la pata en varias entrevistas, he recibido críticas positivas y alguna que otra negativa, me he sentido importante y también he sentido que nada de lo que había hecho valía una mierda. Pero al final el libro se defiende por sí solo y eso es todo lo que un escritor debe esperar de su literatura. Me siento afortunado y satisfecho, pero también siento que estoy a punto de caer en un abismo porque cada palabra que escribo desde la publicación del libro me parece vacía, inexpresiva, sin sustancia, sin dolor. Es posible que con este libro me haya expuesto tanto que me va a costar más de la cuenta encontrar el estilo, la voz, el tema y la verdad en mi siguiente novela.

Tu obra, "Cocaína", nos acerca a través del relato testimonial de un joven cocainómano al Madrid canallesco del relaxing cup of café con leche. Si tu libro tuviera que hacer las veces de una guía turística... ¿Qué Madrid pintas tú en el libro? ¿Cuánto ha cambiado el Madrid literario de Juan Madrid, el de Mañas, del que has podido pintar tú? Las referencias se ven tan lejanas... El concierto de Rufus Wainwright, por ejemplo... ¿En qué Madrid se ha quedado? ¿Ha cambiado mucho la ciudad desde que escribiste el libro?
El Madrid que yo he dibujado en la novela es un Madrid descompuesto, plagado de gente que quiere ser más importante de lo que es, lleno de personas intentando adaptarse a su condición de jóvenes demasiado mayores para comportarse como adolescentes pero demasiado inmaduros para ser adultos. Un Madrid donde todo el mundo quiere prosperar o sobrevivir, un Madrid del que la gente huye pero acaba por volver, un Madrid desahuciado, vacío y solitario, como sigue siendo el edificio España en pleno centro de la ciudad, un Madrid ajeno a las transformaciones interiores de sus habitantes, un Madrid que está perdiendo la esencia de sus calles y se está encareciendo, encorsetando, volviéndose cursi y obsceno, más paleto que cosmopolita. El personaje que retrata esta ciudad, sin embargo, se siente atrapado por Madrid, más bien por el Madrid que vivió cuando era más joven, el Madrid feo y destartalado de Malasaña y no el Madrid remilgado y pretencioso de ahora. Por eso todo lo que sucede en la ciudad, en el país, le importa más bien poco. Vive encerrado en sus dramas y en sus cavilaciones, al margen de modas y grupos, de eventos sociales o culturales. Alguna vez frecuenta alguno, como el concierto que mencionas o el estreno de la película en la que participa como actor, pero por lo general la actualidad social, política y cultural le trae sin cuidado. Nihilismo, desapego, indiferencia. Eso es lo que le provoca su ciudad y sus habitantes, sus ritmos y sus avatares. Por lo que respecta al Madrid literario, sus acercamientos se reducen a rodearse de escritores ambiciosos y borrachos que acaban por confesar que sus planes no van más allá de escribir un best seller que se venda hasta en las gasolineras. Es difícil saber cuántos jóvenes escritores están pugnando ahora mismo por sacar adelante una literatura propia e irreductible, pero sean los que sean deberían saber que eso se hace en casa, luchando cada día con uno mismo, y no en las presentaciones en bares o garitos, ni siquiera en las librerías.

"El personaje de mi novela se siente atrapado el Madrid feo y destartalado de Malasaña de su juventud, no el Madrid remilgado y pretencioso de ahora"

Tu irrupción en la literatura la ejecutas libre de caretas con esta obra. ¿Te sientes parte de un ámbito literario? ¿Hay gente recogiendo el testigo que os dejan los "veteranos"?
Ni me siento parte de un ámbito o grupo literario, ni creo que los veteranos estén por la labor de dejarnos libres los sillones que tanto les ha costado ocupar a ellos. En este país hay padrinos, padrotes y padrastros, pero yo no me he encontrado a ningún padre. Las influencias que he manejado para escribir el libro las he sacado en su mayoría de escritores extranjeros. Del mismo modo, siempre me he mantenido al margen de los circuitos literarios oficiales, a pesar de que como periodista he tenido acceso a ellos. Y lo he hecho por varios motivos. Porque no soy amigo de camarillas, porque no me gusta la adulación gratuita, porque mi carácter es difícil cuando se presenta la ocasión de caer bien, porque no manejo con soltura las habilidades sociales en grupos de desconocidos, porque siento que hay que fingir con descaro en medio de esas reuniones, porque conlleva más tiempo del necesario y porque lo que un verdadero escritor debe hacer para considerarse como tal es escribir al margen de las modas, las tendencias, las presiones, las presunciones, las amistades y la lógica del mercado, en vez de acudir a fiestas literarias en las que no hay nada de literario y además están lejos de ser fiestas. Eso sí, sería muy desagradecido por mi parte si no reconozco el apoyo que los siete miembros del jurado han demostrado hacia mi novela. Debo agradecerles su tiempo, su criterio y su dedicación a una tarea tan ardua y en ocasiones poco gratificante como ser miembro de un jurado de novelas primerizas. Si alguien está ayudando a los escritores jóvenes a salir adelante son los editores que aún se preocupan por publicar a nuevos autores a pesar de las dificultades.

Sin duda, las primeras novelas de Breat Easton Ellis podrían ser compañeras de estantería ideales para "Cocaína". Nick Hornby y sus listados… Pablo Rivero (bajista y letrista de Los Guajes) también sería buen compañero con "Érase una vez el fin" (Anagrama). De poner copas y de vidas oscuras sabe algo Pablo Rivero, que también ha publicado novela (nueva novela, en su caso), ambientada con nocturnidad en los callejones oscuros de una literatura que, por alguna razón, no se prodiga demasiado entre las letras españolas... ¿Qué pasa con el nuevo realismo sucio?
A lo mejor habría que inventar una nueva etiqueta. Realismo crudo, por ejemplo. No tengo muy claro si lo que hemos hecho Pablo Rivero y yo puede catalogarse de nuevo realismo sucio. Supongo que lo hemos rozado en ciertos pasajes, en la desazón y en la rabia, en la mala hostia y en la voluntad de provocar, de describir sin artificios la crudeza de una parte de nuestra vida. Tengo la sensación de que algunos de los nuevos narradores buscan ser complacientes, no saltarse las normas, contentar a todos, no morder la mano que les da de comer, escribir con pulcritud, jugar a ser diferentes pero cayendo en los tópicos y los amaneramientos en los que incurren los escritores que se conforman con escribir libros correctos que no molesten a nadie. A pesar de esto, sigo sin tener claro qué opción es mejor para reflejar o discutir la realidad. Al fin y al cabo se trata de una opción personal basada en las experiencias y las reflexiones de cada escritor, y la literatura es tan benévola con todos nosotros que a veces nos da la oportunidad de expresarnos como nos viene en gana.

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