En 2012 Pete Townshend ponía en circulación las memorias que ahora nos llegan traducidas gracias a la siempre exquisita labor editorial de Malpaso. Una autobiografía que arranca en 1964, cuando un Townshend de diecinueve años descubre las pasiones que puede desatar en un buen número de fans y que llega hasta prácticamente el momento de su publicación. Recuerdos cargados de sexo, drogas, rock and roll y alcohol, mucho alcohol, convertido en uno de los grandes problemas de la vida del músico.
Townshend no huye de ningún tema y los afronta todos con valentía. Reconoce en entrevistas haberse sentido demasiado expuesto tras releer su propio libro pero, en cierto modo, también liberado. Además lo hace dominando los tiempos literarios, sabiendo mantener en todo momento una sensación de dinamismo que hace que la lectura del copioso volumen, que sobrepasa las quinientas páginas no se haga en ningún momento tediosa. Incluso hay tiempo para el morbo, claro, porque el guitarrista habla abiertamente de la acusación de pederastia que sufrió, los motivos, su opinión, el linchamiento público del que fue objeto sin nada probado y los posibles errores que pudo cometer en el proceso. Sinceridad a raudales en uno de esos libros sobre rock que tiene ínfulas de biblia del género.
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