“Abandonar la guitarra es un acto muy simbólico”
Entrevistas / Xoel López

“Abandonar la guitarra es un acto muy simbólico”

María Rivas Collado — 13-01-2021
Fotografía — Archivo

El nuevo trabajo de Xoel López, “Si mi rayo te alcanzara” (Sony, 20), es un disco de claros y oscuros, en el que podemos ver las diferentes caras que el artista puede ofrecer: desde la máxima creatividad, el baile y los sonidos latinoamericanos; hasta la desnudez y la intensidad de una canción en la que el piano y la voz son las únicas protagonistas.

Abrazó su propio nombre, abandonó el de Deluxe y se pasó varios años navegando entre ambas costas del Atlántico. De ahí salieron sus tres primeros discos como Xoel López, una trilogía que nació involuntariamente pero que marcó el renacer de su carrera. Con “Si mi rayo te alcanzara”, el artista coruñés toma un nuevo camino trazado por la creatividad y la apertura. Abandona un poco la guitarra, deja de lado la producción y se centra en su voz y en las historias que quiere contar. Mondo Sonoro ha hablado con él sobre esta transición creativa (en la que no ha estado solo) y a partir de la cual ha nacido su último trabajo, el cuarto como Xoel López.

¿Cómo te sientes al empezar un nuevo ciclo, tras la trilogía involuntaria que conformaron tus primeros tres discos como Xoel López?
Me siento un poco renovado, con esa libertad un poco de nueva etapa y de la sensación de estar haciendo algo que me refresca. Casi te diría con un desparpajo nuevo, una energía nueva que estoy aprovechando y que me viene un poco dada por mi propio contexto y lo que me pasó alrededor del disco. Me transformo en un disco con nuevas miras. A nivel emocional creo que también va a otro sitio, a nivel musical también. Creo que es más atrevido, más descarado, incluso más bailable por momentos, también hay temas más profundos y más intensos. Llega a más, tiene más aristas, más dinámica y más contrastes, incluso.

“Siempre me ha gustado probar cosas y me parece que voy a seguir haciéndolo”

Presenta como una cierta dualidad, pero aun así ciertos detalles de tus anteriores discos están presentes como tu amor por el otro lado del Atlántico. Entonces, ¿dónde crees que está la principal diferencia entre el antiguo Xoel y el nuevo?
Yo creo que en ese sentimiento nuevo que tengo. Yo siento algo estos últimos dos años que para mí es nuevo a nivel vital: un atrevimiento, unas ganas, una libertad. Creo que se traduce en música mucho más expresiva, más colorida, más descarada incluso. Es verdad que hay cosas que tienen que ver con lo anterior, no es que sea una ruptura radical. Hay muchos elementos que yo creo que marcan la diferencia. Ya de base yo por ejemplo siempre he sido coproductor de mis discos, incluso productor único, y en este caso no quise participar en la producción y fue Carles Campi el que se dedicó de eso. A nivel de composición, no son todas canciones mías al cien por cien, algo que siempre fue así. Incorporé a David Quinzán, un amigo y compositor que aportó también su parte. Grabé dos o tres instrumentos en el disco, cosa que es rarísima, ya que yo solía grabar incluso todos los bajos, guitarras, teclados y demás, pero en este caso fue todo lo contrario, grabé muy poquito. Me centré mucho en la interpretación vocal y en la energía de dejar mi impronta. Enfocándome un poco más en algo más concreto, sobre todo la expresión vocal. Creo que es el disco en que menos instrumentos toqué y menos los toqué. Participa toda mi banda, incorporo muchos elementos externos, otras voces. Es mi disco más coral, y yo creo que eso no está pasando especialmente ahora. A nivel de Latinoamérica, pues claro que sigue presente. Estuve viviendo cinco años y eso quieras o no es inevitable que aparezca en algún momento. Creo que el disco empieza con “El destello”, una canción que para mí también es algo nuevo, que no había transitado. Un tipo de acordes, un tipo de desarrollo musical que para mí es también algo que no había hecho hasta ahora. Está planteado como un todo, a pesar de que es muy dispar y tiene esa dualidad de claros y oscuros. De repente aparece una canción súper alegre, quizá la más bailable que yo hice en mi vida (“Tigre de Bengala") o mi canción quizás más profunda a nivel de sentimientos y melancolía, que es “Joana”. Entonces en ese sentido, yo no sé si tengo un disco así de tanto contraste.

O sea, tu idea no es crear una nueva “trilogía”, o una saga, sino que tenga un inicio y un final, ¿no? Que forme un todo.
Tú lo decías antes, involuntaria. Yo la primera trilogía me la encuentro un poco, porque es verdad que luego te das cuenta que forma parte de una época de mi vida que queda atrás. Esos viajes sobre todo a América, esos cinco años viviendo allí. Esa vuelta que fue “Sueños y pan” en 2017, como una especie de reposo, ahora se transforman en una nueva etapa que por ahora es muy juguetona, muy curiosa y muy ávida de nuevas experiencias y sentimientos de libertad y atrevimiento. Es verdad que no sé dónde me va a llevar. A lo mejor el próximo disco es un disco con la guitarra acústica y un piano, y totalmente de madera y tranquilo, o es una continuación de esto, o es algo instrumental. Siempre me ha gustado probar cosas y me parece que voy a seguir haciéndolo.

Se nota mucho que mezclas un montón de cosas. Por ejemplo, antes hablabas de “El destello”, y es muy curiosa. Tiene un sonido muy “celestial”, una subida, acaba siendo muy coral, pero también tiene un final súper caótico. ¿Es “El destello” una especie de resumen del sonido del disco, de lo que nos podemos encontrar en él?
Ahí hay algo incluso premeditado. La canción original no, ya que la canción tiene piano y voz todo el principio, es una canción digamos que salió así. Y es verdad que tiene un tipo de acorde diferente que yo no solía usar, me parecía que también aportaba algo nuevo. Pero es verdad que toda la coda final de la canción, esa parte donde aparecen todos los personajes del disco, eso sí es algo que pensé. En un momento dado haciendo las maquetas y poniéndome a grabar el disco, yo pensé en arrancar el disco con esta. A Campi le pareció muy buena idea, y entonces ya teníamos en la cabeza que “El destello” iba a ser el arranque del disco. Una vez que teníamos esa idea clara, me parecía más interesante que se presentaran todos los personajes del disco al final de una coda. Toda esa parte que es grabada digamos después, es ese final donde aparecen los coros de las chicas, el bajo, la batería, funciona como una clase de intro. La primera frase del disco es “A lo lejos en algún rincón del mundo se cierra una puerta, poco a poco la memoria resuelve el dilema y se abre una ventana” de alguna manera es la idea de decir hay otro lugar en otro sitio, se resuelve el dilema y hay una nueva vía, una nueva propuesta, que es el disco. Y aparecen todos esos personajes, que luego ya se van desarrollando y van apareciendo en mayor o menor medida. Ahí están los tres coros, de Ede, de Alicia (Alice Wonder), está Charlie Bautista, etcétera, y me parece muy bonito… Hay incluso autotune, que te dice también que hay un poco la intención de estar en ciertas tendencias actuales. Es una especie de puesta en escena con la intención de mostrar toda la paleta de colores del disco.

También hablabas antes de “Tigre de Bengala”. El videoclip es bastante casero con todo lo que hemos tenido que vivir. ¿Era la idea inicial que tenías para el videoclip, que realmente tiene una letra muy visual?
Nada, nada, era completamente opuesta la idea original. Realmente se vio totalmente frustrada por el confinamiento, aunque la canción estaba grabada de antes. La mezcla ya se hizo durante el confinamiento, la hizo el productor en su estudio y yo no pude estar. En cuanto al videoclip, mi intención era totalmente diferente. Mi idea era poner a todos los personajes, incluso a todos los colaboradores. Había venido Eme de la Flor, o por ejemplo los chicos del Club del Río, gente que colaboró en los coros, la propia Ede. Mi idea era llamar a toda esta gente, meter a gente de mi banda, hacer como una especie de fiesta, todo lo contrario, a lo que se podía hacer. Esa idea por supuesto se vio frustradísima y surgió un poco lo de hacer esta opción. Primero pensamos en la opción de hacer arte gráfico, todo el trabajo que hizo Pedro Perles. Pero es verdad que también queríamos dejar un poco constancia de la situación, del momento, y transmitir una idea de que a pesar de todo nosotros seguimos cantando y bailando. Por eso, junto a Maral Kekejian, la directora del vídeo, empezamos a hablar telemáticamente de lo que podíamos hacer. Yo empecé a vaciar la habitación de mi casa, puse unos cuadros, creé una especie de pequeño plató casero para grabar esa introducción. Y como de ahí, digamos, ya se desarrollaba todo el vídeo a nivel casi onírico e imaginario. También una especie de oda a la música en el sentido de que nos ayuda también a escapar de los lugares y de las situaciones. Nos da esa libertad y ese poder volar y viajar a pesar de estar siempre en el mismo lugar, como fue justo la situación.

“Me voy empapando mucho también de mi entorno, después de tantos discos a veces son momentos también para renovarse”

El baile está super presente en el disco. No solo por “Tigre de Bengala”, también por “Dancehall”. ¿Tú te consideras una persona a la que le gusta bailar o esta ha sido tu manera de abrazar la danza?
No, yo siempre he sido muy bailongo, desde siempre. Es verdad que tal vez en el escenario no se me vio, porque siempre he tenido una guitarra colgada. Yo creo que forma parte de esta nueva etapa, lo de desprenderme incluso de la propia guitarra. Tiene que ver con esa libertad, con esa sensación un poco de quitar lastre. Abandonar la guitarra es un acto muy simbólico, es lo que me permite precisamente bailar. Estoy un poco frustrado porque el formato que hicimos para estos meses de directo me obliga a tocar a mí la guitarra, somos otra vez poca gente, pero realmente mi idea era toda la contraria. Librarme de la guitarra, tocar la guitarra puntualmente en un treinta por ciento del concierto, y bailar, y estar a gusto. O no bailar, pero estar como liberado, tener las manos libres, el cuerpo expuesto totalmente… Me identifica más a día de hoy.

Es como una liberación creativa total. También hay mucho protagonismo de sintetizadores, del piano (como por ejemplo en “Vampiro Blanco”). Te iba a preguntar si echabas de menos el sonido más acústico, pero ya veo que esto también te gusta bastante.
También es verdad que yo estoy últimamente tocando más el piano en casa que la guitarra, muchas canciones se compusieron con piano. Al tener varios pianistas en la banda (la propia Alice Wonder, que grabó “Joana”; Charlie Bautista, que también grabó “Joana” y otras canciones del disco; Ede también toca teclados), hace que cuando yo doy juego a los demás, los demás me responden con piano y con teclados, sobre todo. El que tocaba la guitarra era yo, por eso al yo abandonar mi instrumento aparecen los teclados. Es algo circunstancial y eso es bonito. Al quitar un elemento que es la guitarra, cobran protagonismo otros elementos. A lo mejor hubieran estado igual, pero en un segundo plano o hubieran pasado desapercibidos.

Ya que mencionabas a Ede… Te iba a preguntar por la segunda versión que subisteis de “Alma de Oro”, que era más al natural. ¿Cómo surgió esta segunda versión, que encima está protagonizada por un abrazo, algo que ahora es tan ajeno por el Covid-19?
Junto a Maral, la que dirigió el vídeo de “Tigre de Bengala”, empecé a hacer una cosa a raíz de este vídeo, una cosa que se llamó “Sesiones Telemáticas”. A ella justo cuando empezó lo del Covid la habíamos contratado para preparar el directo, ya que había trabajado con lo último de Vetusta Morla, que tampoco pudieron desarrollarlo lógicamente. Vino el confinamiento y quedamos en seguir hablando por Zoom. Nos pasábamos muchos vídeos y una cosa que le pasé yo, uno de mis vídeos favoritos, es el vídeo de Peter Gabriel con Kate Bush, que es precisamente eso, un abrazo. En un estudio, eso sí, pero es un abrazo. Con toda esta historia de no poder abrazarse, justamente quisimos reivindicar la importancia de un abrazo, y fue una idea copiada directamente de esta canción de Peter Gabriel que se llama “Don’t Give Up”. Hicimos una versión casera, madrileña, de barrio. Nos fuimos a grabar al sur de Madrid. “Alma de Oro” de alguna manera también necesitaba su versión acústica, porque me parece que también ganaba otras cosas que la versión del disco no tiene. Se parece más a como la hice yo en casa. No sabíamos que iba a tener tanta repercusión, pero al final el vídeo del abrazo y la versión acústica de alguna manera igualó o incluso superó la primera propuesta.

El vídeo original también gustó bastante.
También gustó mucho. La verdad es que es mucho decir, pero sí que de repente compitió con esa primera versión más producida.

¿Tu primera idea de “Alma de Oro” era ya que participara Ede? ¿Te imaginabas esta canción sin ella o fue algo que surgió con ella ya en mente?
No, ya estaba previsto. De hecho, cuando estábamos trabajando en el tema, yo ya propuse que ella fuese la cantante de la parte femenina. Ede cantaba conmigo en la banda, quería hacerle un hueco ahí, y así fue. Se dieron otros casos, hay por ejemplo canciones como “Catarata”, en la que participa Gaby Moreno, donde por ejemplo la maqueta la grabó Ede para tener una referencia de voz femenina, pero realmente ya sabíamos que iba a ser alguien distinto.

Tú hablabas antes que es un disco de coral, yo lo veo en sí como una gran colaboración porque en la mayoría de canciones estas acompañado. ¿Cómo te vino a ti lo de estar acompañado? Incluso acabas el disco con una colaboración también, o sea que es bastante notorio.
Sí, con Alice Wonder en “Pez Globo”. Tiene que ver mucho con una época mía mucho más aperturista, estuve abierto como muy esponja. Me voy empapando mucho también de mi entorno, después de tantos discos a veces son momentos también para renovarse. Yo me fui encontrando todo esto hice varios proyectos estos últimos dos años, como por ejemplo con Combo Viramundo, un grupo que hicimos de versiones, donde participó muchísima gente. Fue una especie de laboratorio musical donde tuve suerte de conocer a mucha gente y también propició un poco el tema de colaborar con otra gente. Está muy justificado por muchos lados. Me pasó con la gira “La Caravana Americana” en 2010, con “Atlántico” (12) … Tengo momentos más colaborativos y aquí se dio así. A lo mejor dentro de tres años es todo lo contrario y me hago un disco yo solo con el piano, pero soy muy reflejar lo que me pasa y esto es lo que me está pasando.

"Saco un disco en noviembre y no tengo un concierto hasta marzo, es absurdo. Pero al mismo tiempo, pienso que, ahora que precisamente no hay conciertos, por lo menos la gente pueda escuchar el disco".

También es curioso que las tres colaboraciones sean mujeres, llama mucho la atención.
Yo creo que es una realidad. Tú miras mi Spotify y yo creo que más de la mitad de mis canciones favoritas son cantadas por mujeres. Hay algo en el sentimiento, en la forma de expresión femenina; o la voz, incluso el timbre. Hay algo que me atrapa, que me atrae, que necesito y que busco. Creo que aporta más una voz femenina a una canción mía. Además, también hay algo femenino en mí; es decir, hay un imaginario o una forma de entender las cosas que me acercan mucho a lo que se entiende por femenino. Luego, yo tengo muchas amigas y en mi caso es algo muy natural. De hecho, ya antes había colaborado con Miren de Tulsa. En un mundo donde hay sobre todo voces masculinas y que siempre hay más músicos que chicas tocando, me gusta también mirar hacia ese lado.

Es una buena forma de reivindicar un poco y de mostrar tu realidad, si al fin y al cabo estás rodeado por mujeres.
Sí, efectivamente en mi caso también es algo que se da y yo lo reflejo con la naturalidad con la que se da. Tampoco es que lo haya tenido que forzar, que también tendría todo el sentido del mundo, pero vamos que no es el caso.

También has mencionado antes “Joana”, la canción más corta del álbum, bastante simple en cuanto a elementos, pero guarda mucha intensidad, ¿te fue muy difícil concentrar tantas emociones en menos de tres minutos?
La canción se me hace corta cuando la termino en directo. Entonces le damos una vuelta para que dure un poco más porque, no sé a la gente, pero a mí me gustaría que durase un poquito más. Grabamos dos versiones, pero la primera y la que al final quedó fue la más sencilla, la más acústica con un piano que, aunque yo no lo toqué, la compuse originalmente aquí en casa. Sí que había algo como en ese vacío, en que la canción fuese un poco desnuda, que hacía que también tuviera más sentido la letra, más profundidad y llegase de otra manera. Descartamos la versión más producida y más rítmica, y al final quedó esta versión más a pelo. Contrasta muy bien, además, con “Tigre de Bengala”, que es todo lo contrario. Al final es un poco decir que aquí vale todo, si es por el bien de la canción, sobre todo. La idea es que cada canción sea lo mejor posible o que refleje mejor mi intención en cada caso.

Creo que muestra muy bien la libertad que te has tomado en el disco, de la tranquilidad que te has tomado en no hacer tú todo y también de dejarte llevar un poco por lo que te venía en gana.
Sí, al final me di cuenta de que eso me permitió de alguna manera tener una mirada más global de todo y dirigir mi propio proyecto mejor. Al estar despojado, no tener que estar poniendo los botones, las solapas o tejiendo las telas, me permitió ver un poco más el conjunto del traje y poder decidir con mayor libertad, con menos cosas en la cabeza. Otra cosa también son las tomas de voz. Hay tomas de voz que yo creo que no hubieran salido en otro contexto, si yo hubiese estado más metido. Creo que esa cierta libertad, al no tener otras cosas en la cabeza, me dio también ese desparpajo que tengo al principio, una sensación un poco de que me tenía que concentrar en algo.

Ya que hablabas también de los directos, ¿cómo está siendo más o menos? He visto que tocaste en Las Palmas, no sé cómo va a ser la presentación del disco. ¿Cómo la esperas?
Estoy muy frustrado porque mi idea era precisamente toda esta idea coral, la idea del propio videoclip (el de “Tigre de Bengala”), un reflejo de lo que me está pasando ahora con la banda. Mi intención era precisamente esa, siete e incluso ocho en directo y estamos siendo cuatro. También debemos un poco salvar el barco, no hundirse, y más adelante poder, a lo mejor, emprender un viaje más profundo. Si las cosas fueran mejorando y nos fuesen dando más permiso también para meter a más gente en los conciertos, entonces sí, a lo mejor, podríamos ampliar la banda. En formato solitario solo hice un concierto en verano, y otros veintidós conciertos con banda pequeña. Ahora de momento no tenemos nada, no nos dejan tocar obviamente hasta dentro de meses. A ver si para febrero o marzo podemos empezar a hacer cosas, aunque sea con el cuarteto. Y a ver si en verano podemos añadir más músicos. Había una idea y hay una realidad que es distinta, entonces nos estamos adaptando a esa realidad… Lo último que quería yo era sacar un disco en un contexto sin un solo concierto. Saco un disco en noviembre y no tengo un concierto hasta marzo, es absurdo. Pero al mismo tiempo, pienso que, ahora que precisamente no hay conciertos, por lo menos la gente pueda escuchar el disco. Que tengan eso para los meses que van a ser más fríos y con el confinamiento... Y luego ya, cuando podamos juntarnos y hacer conciertos, que vengan ya con el disco más interiorizado.

He leído que hay doce canciones más que surgieron de la grabación de “Si mi rayo te alcanzara”. ¿Sabes ya qué sucederá con ellas, o tendremos que esperar a alguna edición especial que contenga rarezas y canciones inéditas de Xoel López?
En realidad, fueron más incluso, yo creo que casi veinte te diría. Hay una concretamente que bueno, se la enseñé hace poco a Kin, a mi manager, y él me dijo que estaba cojonuda. La que descartamos, que se llama “Sombras chinas”, probablemente la grabamos en breve, aunque sea para tenerla y ver qué hacemos con ella. Y sino, también estoy escribiendo canciones nuevas. Entonces estoy pensando si ya coger alguna de esas que no entraron y rehacerlas, terminarlas en algunos casos, y ver si me quedo con algo de eso, con lo nuevo… Estos meses que vienen ahora sin conciertos por lo menos podré trabajar canciones para lo que sea. Es algo que también hago, aunque solo sea por el placer de hacerlo.

Hacer música siempre está bien, es un regalo para el público.
Exactamente. De hecho, lo llevo haciendo toda mi vida y lo haría, aunque no fuese mi trabajo.

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