Que la música respire
Entrevistas / Arbol

Que la música respire

Virginia Arroyo — 28-02-2012
Fotografía — Javier Tles

La vida de Miguel Marín, aka Arbol (músico sevillano afincado en Barcelona), lleva tiempo configurando una banda sonora exquisita, en especial desde que se unió a Piano Magic hace una década.

“La vida es una película a la que hay que ponerle música. Mis discos siempre llevan detrás un concepto que podría ser una película. Siempre imagino cosas, imágenes, vidas de otros y eso influye en mi música”. Y la vida de Miguel Marín, aka Arbol (músico sevillano afincado en Barcelona), lleva teniendo una banda sonora exquisita desde hace años, en especial desde que se unió a Piano Magic en 2002: “La experiencia fue increíble en ese momento. Imagínate: un sevillano de veintitrés años tocando y componiendo para Piano Magic. Fuimos de gira por Alemania, Francia y muchos otros lugares. Grabábamos continuamente en el salón de casa de Glen, en mi habitación con los cuatro pistas y donde todo valía. Piano Magic me enseñó la parte de electrónica que yo desconocía”. Una electrónica donde lo emocional prevalecía por encima de lo cerebral, donde las texturas eran tan importantes como los beats y los paisajes tan necesarios o más que la melodía. Clara heredera de esta experiencia, su música en solitario con Arbol, se nutre de la electrónica y del pop, de la neoclásica y de la IDM, para resultar en unas composiciones cinemáticas donde el silencio le roba el protagonismo al sonido: “Me gusta que la música respire, que haya silencios. Suelo escuchar trozos durante mucho tiempo en loop y si algo molesta, hay que quitar: al final de ahí salen muchas texturas”. Estas texturas son las que marcarán el devenir de gran parte de los temas, elegantes, hipnóticos, frágiles en ocasiones y mágicos en todo momento. El contrapunto lo ponen los otros dos grandes protagonistas: el piano y la percusión, sutil pero decisiva: “Me gusta mucho la percusión en la música jazz. De hecho, la percusión es mi forma de componer: una melodía de piano se acaba transformando en la percusión de la pieza”.

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