Con el punto justo de emotividad, cinismo y tristeza, ensanchando unos milímetros el vocabulario de la música hecha en castellano y en inglés en España. Y, para colmo, este madrileño de secano, se encontró con ellos (y la ayuda de Enrique Tomás) a la orilla de un Mediterráneo de colores especiales para que intentasen explicar (sin conseguirlo, claro) por qué los odian y los aman tanto. ¿Será por la tensión casi teatral de algunos de sus temas? (Suso, composición y voz) “Muchas de las canciones tienen tantos años y las he tocado tantas veces, que han ido adquiriendo vida, por eso el disco es un recopilatorio de nuestra vida hasta ahora”. Costumbre natural, vale. Pero LHYLM vienen precedidos por un nombre demasiado llamativo que no responde en absoluto a su contenido de sentimientos a flor de piel, y que ellos enfocan sólo como un homenaje al Woody Allen (“Annie Hall”) de sus sueños. (Suso, voz y letras sobrecogedoras) “Es una clasificación del mundo completamente absurda”. Pero acertada porque a pesar de que haya quien los vea como un intento de traducción española de las cuitas de los Marks (Kozelek y Eitzel), el nombre empuja a entenderlos con una buena dosis de ironía inteligente a la que no todos quieren acceder a la primera. (Juan Luis, guitarras, también en La Muñeca De Sal) “La gente cree que “Your Reflection In Me” es una canción alegre, y sin embargo, le estás diciendo a un tío que no le quieres volver a ver en tu vida porque a su lado te sientes fatal”. (Suso) “Y, sin embargo, ayer un amigo se sorprendió mucho de que me riese”. LHYLM han soltado un disco de pequeñas canciones grandes, a base de guitarras acústicas y violín, que abre la puerta al lenguaje compositivo sensible de Suso Giménez, que ha encontrado la llave de los arreglos sencillos en las manos de Juan Luis Salmerón, y en el violín sabio de Anna Benavent. Depresiones, sonrisas y una formación mínima pero adecuada. (Anna, violín y presencia) . (JL) “Aunque las canciones acaben siendo muy de domingo por la mañana, hemos conseguido una amplitud de tonos, que es una de las cosas que más me gustan”. Le han encantado a Mark Kozelek y han preferido el “Berlin” al “Transformer” de Lou Reed, para caminar por rompeolas nuevos de melancolía llenos de metáforas, en las que la personalidad es lo primero.
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