La vocación de Reeves, como muchas cantantes de su quinta, nació en la iglesia. “No conozco una cantante de soul que no venga de la iglesia. Todos venimos de las enseñanzas del nuestros padres y madres y de estar allí sentados escuchando a los predicadores hablando de Dios y del amor, y después cantando canciones. Mi favorita y la que más me gustaba cantar era 'Jesus, Keep Me Near The Cross'". Reeves recuerda, también, como era estar en la Motown en esos mágicos años sesenta. “La Motown era una empresa familiar donde te enseñaban el oficio de ser cantante, si no valías te descartaban. Era una compañía en una casa conocida como Hitsville U.S.A. Allí había en nómina unos 17 escritores de canciones creando temas para 30 grupos de chicos y de chicas diferentes, artistas como Mary Wells o The Spinners. Era una familia que creaba música 24 horas al día”.
La líder de las Vandellas tuvo la suerte de trabajar con el trío de productores más famoso del sello, la mítica tripleta que formaron Holland-Dozier-Holland. “Trabajar con ellos era maravilloso. Eddie Holland, antes de escribir las canciones fue cantante y conocía todo el oficio. Su hermano pequeño Brian y su amigo Lamont Dozier escribieron nuestro primer single, 'Come and Get These Memories'”. ¿Qué recuerda de la grabación del hit más grande de las Vandellas, ese huracán soul que sigue siendo “Nowhere To Run”? “Desde muy pequeña, mi madre me enseñó que tienes que cantar las canciones desde el corazón. Cuando Dozier-Holland-Dozier me mostraron por primera vez 'Nowhere To Run”', me recordó a una canción de gospel y a lo que me dijo mi madre: tenía que poner mi corazón y alma en el tema. El mismo día que teníamos que grabarla me había recuperado de una gripe muy fuerte. Si te fijas, mi voz suena un poco rugosa. La canté por primera vez sola en el estudio y con las luces apagadas. La hice mía y sólo me hizo falta una toma más para grabarla”.
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