“Las mejores canciones de Serge son las que me escribió cuando le dejé”
Entrevistas / Jane Birkin

“Las mejores canciones de Serge son las que me escribió cuando le dejé”

Daniel Mesa — 19-06-2019
Fotografía — Archivo

Birkin descuelga su teléfono. “¡Me pillas en Bretaña, en medio de una tormenta!”. Cualquiera que domine un poco el francés se daría cuenta de que tras un lustro viviendo en Francia, la cantante y actriz londinense no ha perdido un ápice de su acento británico natural. A pesar de unos años retirada de la escena como consecuencia del deceso en 2013 de su hija mayor –la fotógrafa Kate Barry (fruto de su relación con el compositor John Barry)–, la que fuera rostro de una generación y eterna cómplice de Serge Gainsbourg vuelve a los tabloides con motivo de su nueva gira, Birkin Gainsbourg. The Symphonic, que la traerá a nuestras tierras el próximo 17 de julio en el marco de las madrileñas Noches del Botánico y unos días más tarde, el 31 de julio, dentro del Festival de Jazz de San Javier (Murcia). Aprovechamos su inminente visita para preguntarles sobre su último homenaje a Gainsbourg, pero también para charlar con ella sobre su pasado, su relación con su hija Charlotte, su vida junto al icono maldito de la chanson o sus días como musa de Agnès Varda.


Este verano aterriza en Madrid con el espectáculo Birkin Gainsbourg. The Symphonic. ¿Con qué deleitará en esta ocasión al personal?
Son las canciones más bellas de Serge orquestadas por el pianista y compositor japonés Nobuyuki Nakajima. Para mí, es lo más bonito que jamás he hecho nunca, junto con el proyecto Arabesque (Narada Word, 2002). Es lo último y lo más grande que hago en su memoria. Es un concierto lleno de emociones.

Este formato ya lo plasmó en su último trabajo de estudio Birkin/Gainsbourg: Le Symphonique  (Parlophone, 17), un álbum que incluía 21 revisiones de algunos de los temas que mejor redibujan la figura del que fuera su marido y pareja artística. ¿Cómo llevó a cabo la selección entre un legado tan extenso como el de Gainsbourg?
Elegí las canciones más tristes. Las mejores canciones que me escribió Serge fue las que hizo cuando le dejé. Además, cuando se llevan al terreno de una orquesta sinfónica, las más bellas son siempre las más dramáticas.
Aun así, Philippe Lerichomme [director de escena] me dijo que no sería mala idea incluir algunas un poco más alegres. Así que dejé en sus manos esa parte de la selección. De no haberle hecho caso, me habría salido un disco aburridísimo (risas).
De todas maneras, lo que más me gusta de este concierto son aquellas partes en las que yo no canto, como las de Je t'aime, moi non plus donde solo se oye a la orquesta. Hay maravillas que solo ocurren en el directo y que no están en el disco.

"Hay maravillas que solo ocurren en el directo y que no están en el disco"

La primera vez que presentó este trabajo en directo fue en 2016 en el marco de Les FrancoFolies de Montréal. Según he leído en varias entrevistas, acababa de pasar por uno de los peores momentos de su vida. ¿Qué le llevo a "levantarse" y hacer un disco y un concierto tan ambiciosos?
Cuando murió mi hija Kate (en diciembre de 2013) no tenía ni idea de qué hacer con mi vida. Me pasaba los días encerrada en casa. Mi médico me recomendó que leyera textos de Serge y así fue como surgió un proyecto con Hervé Pierre, al que adoro, y Michel Piccoli [director artístico de Jane y Serge]. Se trataba de llevar al escenario unas lecturas de una selección de textos y letras de Serge. Ellos eligieron los textos más divertidos y yo, letras de canciones como Poupée de cire, poupée de son, a las que luego hacíamos una serie de variaciones. Gracias a este impulso, conseguí volver a activarme.
Después de aquello, me fui a Canadá, donde recordé hablando con una amiga periodista que cuando Serge quería embelesarnos a través de la música, ya fuera a Bardot, a Bambou, a Charlotte o a mí, nos ponía música clásica. Mi amiga me preguntó: "¿Y por qué no haces algo con una orquesta?". Me parecía demasiado pretencioso por mi parte, ¡encima con esta voz! Además, es algo que todos los artistas hacen al final de sus vidas… Me dijo que, si estaba dispuesta a montar un proyecto así, podría tocar dos noches en Les FrancoFolies de Montréal.
Empecé a darle vueltas y llamé a Philippe Lerichomme y a Nobuyuki Nakajima. Nobuyuki había compuesto varias bandas sonoras y me parecía que tendría más mano que otro tipo de compositor. Me gustaba también la idea de que él no entendiera bien los textos –no habla nada de francés–, así, aunque una letra fuera muy triste podía impregnarle un humor diferente. El resultado es maravilloso, con muchos elementos de la música oriental. En la primera fecha en Montreal, yo estaba tan enferma que ni siquiera podía cantar. ¿Y sabes qué? ¡Me di cuenta de que daba igual! Lo más bello estaba en la música. Así que no anulé el segundo día. No quería privar a nadie de disfrutar de las canciones de Serge en este formato tan maravilloso.

¿Cree que a él le hubiese gustado oír sus canciones con arreglos orquestales?
Sí. Creo que lloraría como una magdalena. Era muy sentimental. Una vez tuvo la oportunidad de tocar con una orquesta para los créditos de la banda sonora de la película Je t'aime, moi non plus. Recuerdo que lloraba tanto cuando lo oyó por primera vez… Sin embargo, no creo que él lo hubiese hecho; él era más original. De hecho, cuando murió tenía entre manos un disco de jazz con músicos de Nueva Orleans. Él nunca daba un paso hacia atrás. Pero estoy segura de que le emocionaría ver cómo gente de diferentes partes del mundo disfruta con sus canciones. Serge apenas giró fuera de Francia. Ni siquiera hizo Canadá, como muchos de sus coetáneos. En este concierto, durante una hora y media siento como si él estuviera dentro de mí. Canto sus penas, sus pensamientos, sus alegrías, sus desgracias…

¿Qué han significado estas canciones en su vida?
Podría decir que estas canciones me han salvado la vida. Volver a ellas después de la muerte de Kate fue lo único que logró sacarme de la depresión. No comía, me pasaba casi todo el tiempo en el hospital… Reunirme con dos grandes amigos como Hervé Pierre y Piccoli fue como volver a la vida. El pretexto de Serge y este concierto me ha devuelto las ganas de volver a cantar y mejorar. Es fundamental para la cabeza. No hay nada como estar completamente absorbida por una actividad durante una hora y media para no pensar en otra cosa.

"Creo que Serge Gainsbourg lloraría como una magdalena si escuchase sus canciones con arreglos orquestales"

El año pasado publicó la primera entrega de su biografía, Munkey Diaries (1957-1982) a través de la editorial Fayard. En este volumen, al menos, habla usted mucho de sus emociones o de sus relaciones sentimentales, pero no tanto de su carrera artística. Haber pasado su vida al lado de grandes artistas como John Barry, Serge Gaisbourg o Jacques Doillon ha hecho que se sienta alguna vez a la sombra de los hombres con los que ha estado?
No realmente, al contrario. Ellos son los que me han empujado a darme cuenta por mí misma si podía crear algo mío sin ellos. Siempre tenía dudas sobre si la gente vendría a verme en concierto si Serge no estaba o si podía hacer cosas sin él. Curiosamente, fue casi casi entrada en los cuarenta que mi carrera como actriz despegó por segunda vez, gracias a las películas de Agnès Varda (Jane B. Par Agnes V. y Kunf-Fu Master) o Jacques Rivette (El último verano). Trabajar con directores como ellos –sin hablar de Jacques Doillon, mi pareja por aquel entonces–, me hizo ver que yo no era solo "la muñeca" de Serge.

Su hija Charlotte (Gainsbourg) tiene de quien heredar su hiperactividad creativa.
Ahora está preparando una película sobre mí. No es un documental al uso, sino que, al parecer, ella me va preguntando cosas que nunca ha tenido el valor de preguntarme antes. ¡Me da pánico solo de pensarlo! No sé qué va a salir de ahí, pero seguro que algo en su línea. A veces, me pregunto si la conozco bien. Es una persona muy misteriosa. Pero también determinada en lo que hace, leal y muy vulnerable. Para mí es un privilegio tenerla cerca.

Llegados a la setentena, ¿se arrepiente de algo?
¡De muchísimas cosas! Oh là là! Tengo un carácter muy complicado porque soy muy espontánea a la hora de tomar decisiones. Y, claro, a menudo me arrepiento. Lo último de lo que más me he arrepentido ha sido de vender mi casa de París y una casa de la Bretaña, sólo porque pensaba que me había "enamorado" de una casita que había visto en Bretaña. Al final, me di cuenta de que no fue más que un flechazo, una vez allí ¡ni siquiera le veía el encanto! (risas). Estaba además en un pueblo rodeada de turistas, todos queriéndose hacer selfies conmigo. Así que dos semanas después de firmar fui a comprar de nuevo mi casa, por la que tuve que pagar mucho más de lo que me había costado la nueva. Formo parte de ese tipo de personas que se arrepienten constantemente de las locuras que hacen.

Aparte de la música, ¿qué otros proyectos tiene a la vista?
Mañana tengo que acabar la segunda entrega de mis diarios. Y cuando la termine, tengo que traducirlo todo al inglés. También voy por la tercera canción de un nuevo álbum, y este verano seguiré girando con la orquesta. Muchos proyectos…

No tiene usted pinta de querer jubilarse…
En absoluto. En esto está la felicidad. Poder continuar es una suerte.

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