Escapismo con aroma a chicle
Entrevistas / The Sound Of Arrows

Escapismo con aroma a chicle

Sergio del Amo — 13-03-2012
Fotografía — Archivo

Tras hacernos partícipes de una eterna espera y de varios singles redondos, el dúo sueco por fin se ha decidido a editar su primer largo, “Voyage”, publicado por una multinacional y en el que también contribuye en diversos cortes el productor Richard X. En marzo estarán presentándolo en España.

Salidos de una instantánea de James Bidgood, ahora hace casi cinco años dos escuálidos suecos llamados Stefan Storm y Oskar Gullstrand sorprendieron con “Danger!”, publicado por Labrador, un tema que suponemos que sonó enfermizamente en el reproductor de Patrick Wolf. Tras aquella efectista primera toma de contacto y un segundo Ep, “Magic”, The Sound Of Arrows nos prometieron a medio plazo un primer largo que tendría que volvernos a hacer devotos del electropop fantasiosamente más gayer. Sin embargo, la espera para poder escuchar “Voyage”, su puesta de largo tras avanzarnos “Into The Clouds” y “Nova”, se alargó sin que supiéramos muy bien por qué hasta hace apenas unos meses. Llámenlo perfeccionismo enfermizo. “Hay muchas razones acerca de la demora. En cierto modo, se ha debido a decisiones externas, aunque también tuvo gran parte de culpa que no encontráramos las canciones idóneas que complementaran y dieran cohesión al disco. Además, debería tenerse en cuenta que todo empezó a coger forma tras el lanzamiento de ‘Into The Clouds’. Por aquel entonces no esperábamos tener ningún éxito y, tal vez, no estábamos preparados para ello”. Quién habla es Stefan Storm, responsable también junto a Oskar de producir los temas del primer proyecto musical que ambos sienten, de corazón, como algo suyo. “Somos muy ambiciosos y siempre tenemos ganas de hacer más cosas de las que realmente podemos. En el estudio pasamos muchas horas intentando encontrar el sonido perfecto para nuestras canciones. Al emplear un equipo muy antiguo todo era extremadamente temperamental. En ocasiones, los sintetizadores no arrancaban o se iban de tono, así que teníamos que llevarlos a reparar muy a menudo. Era doloroso, pero por otra parte también era parte del encanto”.
Pese a ser unos fervientes defensores de encargarse de todos los detalles de su trabajo, el dúo no dudó ni un instante en aceptar los consejos de uno de sus héroes musicales, el productor Richard X, para que pusiera su pequeño granito de arena en algunos minutos de este carrusel sintético que tan pronto sabe a chicle como reivindica el “querer escapar hacía un lugar mejor en el que puedes ser otra persona”. “Un día nuestro mánager nos llamó y me comentó que Richard X quería reunirse con nosotros para una posible colaboración. Casi me desmayo, es, junto a Damon Albarn y Vangelis, una de las personas que más admiro”, rememora Stefan con mucha más ilusión que cuando nos habla de cuando el equipo creativo de Lady Gaga les llamó para remezclar “Alejandro”. “No me acuerdo muy bien de cómo fue todo, pero sí fue un halago que contasen con nosotros. Siendo sinceros, nunca nos ha gustado mucho la original. Por ello, quisimos darle una nueva oportunidad al tema, dotándolo de unos buenos bajos analógicos”.
Observando las fotografías promocionales y los clips que hasta la fecha han presentado (mención especial merece “Magic”, protagonizado por dos niños españoles que viven en un hipotético spin-off de “Dónde viven los monstruos”), nos sobrevuela una duda: qué pesa más en ellos, ¿la música o la estudiada imagen que proyectan? Stefan nos da la respuesta. “Para nosotros The Sound Of Arrows es en un cincuenta por ciento algo visual y en el otro cincuenta música. Nada es más importante que lo otro, va completamente unido. En muchas ocasiones nuestras canciones han nacido de una obra de arte, imágenes y vídeos musicales con un marcado imaginario detrás. Nunca sucede al revés. Oskar es el gran cerebro visual, ya que ha creado todos los carteles de nuestros conciertos y ha codirigido y editado todos los vídeos promocionales”. Llegados a este punto en el que muchos les comparan con los sobrinos de Pet Shop Boys o una versión más melodramática de Monarchy (a pesar de que ellos se desmarcan de este último parecido al afirmar que “aun empleando sintetizadores, somos bastante diferentes a ellos”), el tiempo nos dirá si estos dos zagales consiguen convertirse en un referente del pop sintéticamente épico de nuestros días.

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