No tanto, Raz. Sigue notándose esa influencia en tus canciones (el inicio de “Greenlight Tune” o el descaro presente en “Ass For Cash”, por ejemplo). “El equipo te permite trabajar con sonidos y loops; esto ha hecho que mi música suene a electro. Aparte siempre he intentado que parezca viva. Por esta razón he grabado la letra por separado. Me interesa que la gente escuche que estoy respirando. Quizá eso les moleste, pero es una cuestión de expresar sentimientos y emociones en general”. Y bien que lo consigues. Dos componentes básicos claramente identificables, tratados por separado pero con un resultado conjunto muy prometedor. Es decir, una voz llamativa -susurrante, cálida, pariente de las voces negras- gracias a unas cuerdas vocales que actuan como deslizándose por encima de un ritmo marcado por la tecnología omnipresente. Seguramente este disco, diez años atrás, apenas se hubiera ganado un aprobado. O, girando la tortilla, ¿es justificable argumentar que la moda actual pasa por fusionar ideas bajo un manto electrónico? “Bueno, a mi siempre me ha gustado el dub y el reggae, también el indie-pop, pero sin embargo, suelo no escuchar la música que me gusta, excepto en el caso de la clásica”. De acuerdo chico, no hay quién te entienda. “Últimamente he estado haciendo algo de bitch-funk. Además, definitivamente la electrónica es mi herramienta para crear música como ya apunté anteriormente”. ¿Alguién me aclara lo de bitch o cedo ante la impersonalidad de la entrevista realizada mediante el método del e-mail postergado?
Raz se crió en Dinamarca y estuvo viviendo en Zurich, desde donde hace seis años, siguiendo los pasos de su hermana, se mudó a Berlín para pronunciar varios “Yeahh” seguidos en cualquier intervención vocal suya. “Una bella mañana cogí las maletas y me vine en autobús a Berlín porque tenía claro que es en una ciudad grande donde uno puede arrancar artísticamente. Comencé a grabar canciones y me convertí en un citty-street-walker”. Pues en Berlín suele hacer bastante frío para pasarse el día por la calle. “La oficina de Kitty-Yo estava en la esquina y pareció inminente que se convirtiese en mi sello”. Berlín aún contempla parte de la esencia contracultural que reinaba en tiempos anteriores a la caída del muro. “He presenciado interesantes proyectos dentro de la escena electrónica. Algunos más brillantes y arties, otros más proclives a crear nuevas vías en la música popular, que seguro servirán de influencia para bandas futuras. Se cuece algo importante en los sótanos de la ciudad y, a pesar de la llegada masiva de las multinacionales –en busca de parte de esta escena para modernizarse- y del gobierno, eso debería persistir y mantenerse”. Modernidad, en el caso de Berlín, casi siempre asociada con la música electrónica. “No hay planeadas remezclas de mi álbum, sí un freestyle-showcase con otros miembros del sello (a esperar que Gonzales esté entre ellos). No considero, sin embargo, que mi música sea buena para el baile”. Pues, como diría alguno, cuestión de matices
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.