Desayuno con duende
Entrevistas / Ketama

Desayuno con duende

Redacción — 04-10-1999
Fotografía — Archivo

Juan -el Kamborio-, José Miguel -Machuka- y Antonio Carmona siempre han sabido de pop. Ahí están sus discos para demostrarlo. Pero de lo que más saben es de flamenco, así que había que aprovechar la oportunidad para hablar con ellos del género que les vio nacer y que se atrevieron a travestir. La charla sirvió también para comprobar su blindado apetito. No nos esperan tapas y chatos. Es casi mediodía: Juan y Antonio Carmona desayunan en un lujoso restaurante del centro de Madrid. Me ofrecen tostadas con aceite, pero mi estómago se contrae sólo de pensarlo. Un café, como el que Antonio toma, me vendría mejor. Ellos van dando cuenta de unos platos de fruta más o menos exóticas y además de hablar de su nuevo trabajo «¡Toma Ketama!», hablamos de flamenco. De nuevo flamenco también, claro. (Juan) «Ten en cuenta que nosotros empezamos con diez años a escuchar flamenco, hemos chupado mucho flamenco, pero llegó un momento en que necesitábamos abrirnos más. Pero lo que no puede ser es querer abrir esos campos sin haber pasado por el flamenco, que es lo que muchos están haciendo ahora. Ten en cuenta que José Miguel ha tocado a Farruco a Bernarda de Utrera, yo le he tocado a Morente y Antonio a Camarón y a Paco… son cosas en las que aprendes y luego te sirve». Ellos fueron, a mediados de la década pasada, junto a Martirio, Pata Negra o Ray Heredia, la avanzadilla de una nueva forma de entender la música más tradicional, acoplándola a los designios del pop. Un signo de rebeldía para unos jovencitos amplios de miras. (Antonio) «Mira, cuando salieron Las Grecas aquello fue rompedor. Nosotros no hemos inventado nada, siempre ha habido flamencos inconformistas… ahora tenemos treinta y tantos años y nos sigue apeteciendo hacer cosas nuevas… tocar en Festimad, por ejemplo, compartiendo cartel con Molotov o Sargento García. Pero no somos punta de lanza de nada… la verdadera bendición es pasarlo bien después de casi veinte años». Una rebeldía contumaz que les pasó factura durante años (sólo en cuanto a ventas, puesto que la crítica aplaudió su aventura malinesa en los dos volúmenes de «Shonghai»). Años en los que Ketama parecían condenados a la oscuridad o la medianía, hasta que llegó «De Akí a…» –ojo, con sus canciones de siempre- y se rompió la caja. «Nosotros hicimos ese disco para trabajar, para poder hacer conciertos en el verano… la compañía no quería sacarlo, aunque luego se pusieron los galones, claro… nadie tiene la llave de la verdad». Ni siquiera la de la verdad de la fusión, que parece encarnarse en discos como «Omega» de Morente y Lagartija Nick. (Antonio) «Es que ese es un monstruo, se puede permitir lo que le dé la gana porque es uno de los genios del flamenco»… «Uno de los pocos que quedan» añade Juan. «Sí, sí,… ya quedan muy pocos, Morente, Paco de Lucía…» Y claro, como hemos empezado a hablar de genios, de forma espontánea aparece el nombre de Camarón, en labios de Kamborio. «Camarón ha dejado un sello tan fuerte que todo aquel que salga se va a parecer a él. Creo que si estuviera vivo se hubiera salido en venta de discos, la lástima es que él es el que ha lanzado todo esto y no está. Por desgracia estamos comiendo otros, pero podía haber sido él quien se lo hubiera llevado, que se lo merecía». El reconocimiento casi siempre llega a destiempo. Les pasó a ellos, a Camarón, incluso a su padre Juan Carmona «Habichuela». Antonio y Juan lo saben. «Yo flipaba con Camarón, ibas a un concierto suyo en Madrid y te encontrabas a un punki, a un juez, a un gitano… era una mezcla de la hostia que sólo conseguía él.. que fue el único que ha llenado el Palacio de los Deportes con una guitarra y una voz». Pero nunca es tarde para enmendar errores y quizá ahora los nuevos valores del flamenco como Miguel Poveda reciban a tiempo el trato merecido. A Juan le encanta el catalán. «Miguel Poveda es un artista genuino, es personal, no se parece a nadie y además sabe de cante… canta muy bien». Y Antonio se muestra genu-flexo ante la primera dama del cante, Carmen Linares. «Es que Carmen es una institución ya… conoce los cantes como nadie y eso es lo más importante porque ahora mismo hay muchas mujeres pero ninguna como ella, que te pueda cantar bien palos como granaínas y soleás, y además tiene un eco de voz super bonito». Ellos siguen zampando, contentos por haber colaborado con Caetano Veloso en su último disco. «Es una maravilla, él es uno de los genuinos de Brasil». Están relajados, les quedan un montón de entrevistas, pero no hay un mal gesto. Sólo sonrisas y carrillos hinchados. «¡Tómate una tostadita, hombre, que hay pa’ todos!». ¡Uff!… no creo que pueda. «¡Toma Ketama!» está publicado por Mercury-Universal.

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