JJ se
cruzaron en mi camino no hace ni siquiera un año, en el verano de 2009. La
información sobre la banda de Gotemburgo era mínima: publicaban en el diminuto
sello de sus paisanos The Tough Alliance y se negaban a comparecer en directo y
conceder entrevistas. En una palabra, lo confiaban todo al efecto que sus canciones (apenas once, repartidas en dos referencias el single “Nº1” y el largo “Nº2”) iban a tener en el oyente. El verano del 2009 fue para mí
tan intenso como extraño y JJ le pusieron música. Era el suyo un pop
electrónico con reminiscencias ibicencas, un encantador chill out con el que ambientar las puestas de sol de un Madrid
achicharrante. El caso es que no debí de ser el único que hizo suyas canciones
como “From Africa To Malaga” o “My Life, My Swag”
porque al poco tiempo se hizo público que el sello Secretly Canadian (el mismo
de Anthony & The Johnsons, Jens Lekman o Yeasayer) publicaría su nueva
referencia. Y de la noche a la mañana en Internet apareció una fotografía que
nos mostraba al fin los rostros de Elin y Joakim. Y estos empezaron a hablar. “Todo empezó en una pequeña villa lejos de
la civilización. En los albores de un verano encontré a una chica ebria y
solitaria que estaba llorando. Me dijo que el mundo se había equivocado mucho
con ella y que quería abandonarlo. Yo le respondí que era demasiado bonita para
morir y que la gente que es diferente también tiene derecho a vivir porque
también ellos son una creación de Dios. Podría llevarla conmigo, podríamos ir a
cualquier sitio, así que decidimos empezar a construir juntos un nuevo mundo en
el que vivir y respirar”. Atendiendo a sus letras en las canciones de JJ se
masca la tragedia. “Es el momento de ir a la guerra” (“Golden Virginia);
“Sentenciado veinte años a la vida, está bien. ¿Por qué escapar?” (“No Escapin’
This”); “Es la vida que elegí vivir, y es todo lo que tengo que ofrecer” (“Into
The Light”). Y en sus cubiertas un trazo de sangre salpica siempre diseños cada
vez más minimalistas. “Estoy enfermo de
estar cansado y cansado de estar enfermo. Nos encanta saber que hay gente ahí
fuera que comparte algo real con nosotros. Y ese es todo el sentido que podemos
darle a la existencia de un grupo como JJ, darnos cuenta de que el mundo real
existe. Vive para siempre o muere en el intento”. Vía mail Joakim responde
al cuestionario demostrando una sorna extraña. Parece el típico tipo deprimido
al que la cara le dibuja una mueca de disgusto cuando amaga con hacer un
chiste. Dicen las malas lenguas que su compañera Eli realmente sufre de
ansiedad y fobia social. “Sí, claro que
es cierto que ella padece esos males. ¿Por qué habríamos de mentir sobre algo
así? De hecho es algo que afecta todo lo que Eli toca, y por supuesto también a
nuestras canciones”. Canciones, las de este “Nº 3”, que han sufrido un proceso de simplificación y a las que
ahora se les ve mucho más las costuras, con momentos indignos de su predecesor
difíciles de ignorar como ese “Voi Parlate, lo Gioco” y su rap de juguete
o los efluvios new age de “Golden
Virginia”. “Puedes decir lo que quieras,
la verdad es que me importa más bien poco…”. Lo que digo es que, a pesar de
que encontramos ejemplos de vuestro buen hacer en temas aún inspirados (“And
Now”, “You Know”…) tal vez no habéis dejado pasar el tiempo suficiente entre un
disco y el otro como para que las ideas se asienten. “Efectivamente no dejamos que pasara el tiempo entre los dos discos,
pero tampoco tuvimos ninguna prisa”. Pero aunque pretendan ignorarlo, el
tiempo también corre para JJ que cumplen una nueva etapa ahora que se han
decidido a presentar su música en directo, lo primero de todo una gira por
Estados Unidos de la mano de The XX. Y ello por mucho que se empeñen en seguir
aferrándose a lo mismo de siempre. “Colocarnos,
ponernos pedo, seguir igual de jodidos. Esos son nuestros verdaderos e
inmediatos planes de futuro”.
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