Rivales
Cine - Series / Luca Guadagnino

Rivales

6 / 10
J. Picatoste Verdejo — 09-05-2024
Empresa — Warner Bros
Fotografía — Cartel de la película

Se le ha de reconocer a Luca Guadagnino su capacidad de transformación. “Rivales” no se parece a aquella “Call Me By Your Name” (17) que lo encumbró internacionalmente y menos a “Yo soy el amor” (09) que dio noticias de él como cineasta a tener en cuenta. Si en aquellas películas elegantes, de corte intelectual, el fondo y la forma, gustasen más o menos, estaban en consonancia, el cineasta italiano juega aquí a la transgresión.

“Rivales” es un melodrama deportivo a partir de un trío amoroso –de nuevo, las pulsiones sexuales de la juventud como “Melissa P.” (05) o “Hasta los huesos” (22)– situado en el mundo del tenis en el que uno espera encontrar esos momentos rituales de respeto absoluto en la pista en los que apenas se oye nada para no distraer a los contendientes. Una tos en la grada y los jadeos de los tenistas, a lo sumo. En una declaración de sonoras intenciones, Guadagnino rompe con la expectativa y recurre a una (molesta) banda sonora electrónica creada por el dúo Trent Reznor y Atticus Ross para trasmitir (hipotéticamente) una constante tensión y obligar al espectador a un éxtasis forzado. No es una cancha de tenis, es una discoteca.

A partir de ahí, Guadagnino se desata con la cámara hasta que el manierismo se torna caricatura en los momentos finales. No aprovecha tampoco los barridos al estilo de un toma y daca tenístico –aunque sí los utiliza en alguna ocasión– como marca formal propia de un film que establece minipartidos metafóricos entre los protagonistas con la competición amorosa como excusa. Por otra parte, la torpeza narrativa del guion (de Justin Kuritzkes) se desenmascara con el abuso de mareantes y cansinas idas y venidas temporales que entorpecen la progresión de la historia. La estructura parece más de un partido de baloncesto que de uno de tenis.

“Rivales”, en cambio, se beneficia de un buen diseño de complejos personajes y unos intérpretes a la altura. Zendaya disfruta como controladora ambiciosa y Josh O'Connor y Mike Faist se entregan como reñidos pretendientes.

 

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