“Seguir sería un ejercicio de narcisismo que no me apetece”
Entrevistas / Cooper

“Seguir sería un ejercicio de narcisismo que no me apetece”

Raúl Julián — 11-06-2019
Fotografía — Archivo

Hace sólo unos días que Alejandro Díez –alma máter de Cooper y previamente al frente de Los Flechazos– anunciaba su próxima retirada de la música. El leonés se despedirá con varias fechas en directo, incluyendo un último concierto en la madrileña Sala But el día 9 de noviembre con entradas ya agotadas.

Tras de sí quedará la estela de una figura irremplazable y necesaria a la hora de entender el mejor pop de guitarras facturado en la escena nacional y que, más de treinta años después de su irrupción, abandona el negocio en plenitud de facultades. El músico nos concede una última entrevista telefónica de casi media hora, en la que descubrimos las (sinceras) razones que han motivado una decisión tan respetable como dolorosa para sus seguidores.

Álex, ahora en serio que estoy empezando a preocuparme de verdad… ¿Esto es un adiós definitivo o sólo un hasta luego?
(Risas) Es un adiós definitivo. Sí, sí, seguro. No soy torero, no voy a volver (risas).

Entonces la siguiente pregunta es tan obvia como obligada ¿Por qué has tomado esta decisión de dejar la música después de más de treinta años en el negocio?
La verdad es que es un cúmulo de razones. No hay una razón en exclusiva que me lleve a tomar esa decisión, sino que me he dado cuenta de que es el momento por distintas razones. Tengo otros planes, quiero hacer otras cosas, me siento cansado de todo este viaje… Hummmmm… Tengo la sensación de que seguir sería un ejercicio de egoísmo o de narcisismo que no me apetece llevar a cabo… O sea, te podría desgranar cada una de las razones, pero en el fondo la principal es que ya he hecho lo que tenía que hacer y ahora quiero hacer otras cosas.

“Ahora te puedo confesar que yo no soy capaz de escuchar el último disco de Cooper”

Sorprende aún más la decisión teniendo en cuenta que estabas en un gran momento compositivo: “Tiempo, temperatura, agitación” (Elefant, 18) aún está reciente y en directo estabais firmando conciertos tan apabullantes como bonitos…
Precisamente por eso me apetece dejarlo en un momento en el que nadie entienda por qué lo dejamos. Siempre he ido un poco a contracorriente y nunca he dado lo que la gente esperaba. De hecho, todo el planteamiento de mi carrera ha sido un poco un planteamiento de cabezonería y de intentar que demostrar que se puede desarrollar una carrera interesante bajo unos presupuestos que en principio no lo eran, y que era difícil mantener una coherencia como la que he tenido. Y esto es un poco lo mismo. Hay que dejar sitio a los grupos jóvenes, y yo ya me siento un poco fuera de lugar. A otros compañeros no les pasa, pero seguramente no tienen las circunstancias que tengo yo alrededor. O a lo mejor han accedido a un nivel de popularidad mayor que el mío, y se pueden permitir una serie de licencias que yo no me puedo permitir porque tengo que seguir trabajando en el andamio del rock & roll de una manera distinta. Y tengo otras opciones de vida también. Sí que es verdad que podría tener cuerda para seguir durante mucho tiempo, pero quiero ser honesto. Mira, cuando hagamos el concierto de despedida en la Sala But de Madrid en noviembre, hará justo un año que presentamos allí oficialmente “Tiempo, temperatura, agitación” y no sé si recuerdas las críticas de ese concierto…

No, lo cierto es que no…
Porque no las hubo. No hubo ninguna. No vino ningún medio a reseñarlo. La sala estaba llena (no teníamos un sold-out como el que tenemos ahora, pero había ochocientas entradas vendidas)… pero es que presentábamos disco nuevo y no fue nadie de los medios. Es entonces cuando tienes que aceptar que no despiertas interés. Que también entiendo que es un momento puntual, y en ningún momento tengo yo la pretensión de que la gente siga mi carrera con lupa o que dediquen su tiempo a lo que yo estoy haciendo. Tengo muchos seguidores y no quejo de nada. Y no te digo que yo me haya convertido en una figura irrelevante dentro de la música, pero sí que tengo cierta sensación de, en muchos casos, ser transparente. Y la presentación del disco en Madrid es un ejemplo muy claro: la sala estaba petada y no fue nadie a reseñarlo. Bueno, salvo La Voz Telúrica y un par de amigos que tienen blogs. Entonces hay que aceptar que las cosas son así: hay muchos grupos y no puedes pretender que la gente dedique su tiempo a lo que tú estás haciendo, porque me parece muy egoísta. Yo creo que está muy bien la carrera como está… muy redonda.

Pero entonces, si tú con Cooper hubieses tenido más popularidad en los últimos años como es el caso de grupos con trayectorias largas que en tiempos recientes han cosechado mayor éxito que nunca (por ejemplo Niños Mutantes o La Habitación Roja)… ¿Quizás no estaríamos hablando ahora de esta decisión?
Probablemente. No podría la mano en el fuego por ello, pero probablemente. Pero date cuenta de que las bandas de las que me hablas: La Habitación Roja, Niños Mutantes, Sidonie… esa generación de grupos aparecieron diez años después de que apareciera yo, eh. Y eso también hay que tenerlo en cuenta. Yo el otro día echaba un vistazo a uno de mis grupos favoritos, The Rolling Stones, y pensaba en cuál es el último disco que realmente merece la pena de ellos. Y para mí es “Tattoo You”, que es del 81. En ese momento no llevaban ni veinte años de carrera. Yo llevo treinta y cinco. O sea, me parece que es significativo. Y prefiero dejarlo ahora, que estoy súper orgulloso de estar haciendo una gira en la que la mitad del repertorio es del disco nuevo, y ver que todo cuadra. Porque realmente eso te da un dato fiable acerca de la dimensión de actualidad que puede tener el grupo en este momento. De lo importante que es lo que estoy haciendo en este momento. El hecho de no tener que recurrir a mi trayectoria pasada o a repertorio antiguo. Pero por otra parte, claro, es que yo me he cansado de dar conciertos inolvidables delante de ochenta personas. Porque yo las cosas las hago así: me vacío. Me vacío en el escenario, y en los proyectos. Y me he matado. Y ha estado muy bien, y estoy muy orgulloso de esto. Pero la realidad es esa, que muchas veces hemos entrado al camerino después del concierto diciendo “Qué pena que no hubiera el doble de gente”. Y ya no tiene mucho sentido seguir así.

Pues la verdad que sobre el escenario se te veía con la misma ilusión por la música que siempre, incluso diría que esplendoroso ¿Quizás estabas así porque sabías que estos iban a ser algunos de tus últimos conciertos y los estabas disfrutando al máximo?
(Risas) Bueno, yo es que como desde hace quince años disfruto de todo como si me quedaran dos meses de vida… De todo, de los conciertos y de todo, porque nunca sabes lo que va a pasar. Y cuando llegas a una edad, a tu alrededor han pasado muchas cosas y mucha gente ya no está. Entonces eres muy consciente de eso y disfruto de todo como si fuera… (En este momento Alex se encuentra con alguien por la calle y hace un pequeño inciso: “Buenas, ¿qué pasa?… es que estoy haciendo una entrevista… ¡Nos vemos! Hasta luego’’)… como si fuera el último día. Y eso lo he mantenido. Pero sí que era consciente de que a lo mejor era la última vez que tocaba en Valladolid, o que tocaba aquí, o en cualquier otro sitio. No lo podía decir... ¡Tenía unas ganas de soltar el trapo que no te lo puedes ni imaginar!

Quedan unos pocos conciertos hasta que llegue la fecha definitiva de noviembre en Madrid (y hace solo unas horas que se ha anunciado el sold-out para ese bolo)… ¿Estas últimas actuaciones van a ser diferentes ahora que todos sabemos lo que sabemos?
Yo creo que no. Creo que van a ser como he pretendido que fueran siempre los conciertos de Cooper: una celebración. Que la gente saliese con la sensación de que había vivido algo especial. Que era una especie de fiesta en la que celebrábamos que estábamos juntos y que habíamos llegado hasta ahí: el público, nosotros, la gente del grupo, y yo… Y eso va a seguir siendo igual, y el repertorio va a ser el mismo. Era de esperar también que dos días después de anunciar la retirada saliesen siete fechas más. Y una semana después, se ha hecho sold-out en la But de Madrid. Yo con todas esas cosas ya cuento, pero no debemos dejar que nos den una imagen distorsionada de lo que es la realidad, porque la realidad también es lo que hubo antes de la retirada. Entonces vamos a irnos con una gira de entre dieciséis y veinte fechas súper chula, por la mayoría del territorio nacional, terminado con el concierto de la Sala But… Hoy mismo me echaban la bronca por no hacer una segunda fecha o tocar en un sitio más grande… Bueno, es la cuarta vez que toco en la Sala But y la primera que hago sold-out (risas). No quiero irme con la sensación de que mi último concierto es el concierto que más gente me ha venido a ver en la historia. No, tiene que ser uno más y lo vamos a disfrutar así. Yo creo que está muy bien así, que está muy bien planteado y que va a ser una despedida muy chula.

¿Eres consciente de que dejas un halo de felicidad por esas canciones que siempre estarán ahí y por los recuerdos motivados por tus conciertos y, a la vez, otro de tristeza por tu retirada? Casi parece una de las historias contenidas en tus canciones, con ese contraste entre melancolía y felicidad…
Sí, la mayoría de la gente que yo conozco… yo tengo un público fiel que no… pero la mayoría quería volver a escuchar “La chica de Mel” o “Suzette”, o las canciones míticas de Los Flechazos en algunos conciertos, y me las pedían. Porque ellos echan de menos de un modo bastante nostálgico lo que eran cuando eran jóvenes. Y yo no puedo estar a la altura de eso, de ese recuerdo. Porque no soy el que era cuando tenía veinte años. De la misma manera, el hecho de despedirme, de decir que abandono el mundo de la música, a ellos les hace mayores. Eso lo puedo entender. Que hay una generación de gente que piensa que se cierra un ciclo en el que mis canciones han sido importantes. Yo creo que llega el momento de disfrutarlas de otra manera. Igual que en la vida aprendes a disfrutar de otras cosas, pues esto también es un poco lo mismo. Y en realidad a mi lo que me preocupa y quitaba un poco el sueño era crear una reacción en compañeros de profesión o en gente que toca en grupos que fuera: “Joder, si este tío lo deja… ¿qué pinto yo aquí. Si lo deja Alex, con lo que está haciendo Cooper y con lo que ha hecho… ¿qué pinto yo aquí?”. Y eso me preocupaba porque me parece muy injusto. Porque la situación personal de cada uno es distinta. Y yo entiendo que hay gente que no se ha dedicado de una manera tan continuada a la música y que ha tenido picos de interés, o que le apetece reunir a alguna banda de los 80 que funcionó entonces y ahora vuelven a tocar. Gente mayor que yo incluso… Y todas las posturas son respetables y tienen sentido. Es decir, yo no me pongo a juzgar y pienso que como yo lo dejo es ridículo que todos los que tienen cincuenta y dos años sigan tocando. No. Es que en mi caso la experiencia ha dado de sí y prefiero despedirme así, de esta manera. Tienes razón en que hay cierto paralelismo en lo agridulce. Esa mezcla funciona, tal y como ha funcionado en Cooper durante veinte años… y funciona también en el momento de decir adiós.

“Viviendo en la era pop” (88) fue el primer disco de Los Flechazos y “Tiempo, temperatura, agitación” (18) ha sido el último de Cooper. Los separan treinta años justos ¿Cómo ha cambiado Alejandro Diez entre uno y otro y cómo dirías que ha cambiado la música que has hecho de la primera referencia que publicaste hasta ésta que parece que va ser la última?
Creo que la música que he hecho ha cambiado mucho, sobre todo en enfoque y en textos, pero no me corresponde a mí decirlo. Y son dos grupos totalmente distintos, Los Flechazos y Cooper, con diferentes objetivos. Y creo que eso se ve bien. Y el mundo que tengo alrededor también ha cambiado un montón. De hecho, esa es otra de las razones: me siento un poco descolocado en todo. Por eso tengo la sensación de que ya no es mi momento. Y antes de ponerme a contestar entrevistas diciendo “En mis tiempos, en mis tiempos…” como el padre de Mafalda, prefiero abandonar. Y luego, yo personalmente soy una persona totalmente distinta… y la misma a la vez. He mantenido muchos signos de identidad propios por los que poca gente daba un duro, y pocos apostaban a que siguiese manteniéndome fiel a mi forma de entender la vida, la música y las relaciones. Y en eso soy parecido, lo que pasa que ahora soy padre, soy un tío en el otoño, y las cosas cambian mucho. Y ahora quiero dedicarme a disfrutar de lo que tengo alrededor.

¿Te arrepientes de algo de lo que has hecho como autor? ¿Cambiarías la forma en la que hiciste alguna cosa?
Es que queda muy pedante, pero no me arrepiento de nada. No me arrepiento de nada como autor y como músico. Si me arrepiento de algo ha sido de no haber tenido más carácter a la hora de plasmar en los discos lo que yo tenía en la cabeza. Me cuesta enfrentarme a la gente con la que estoy trabajando y muchas veces sus opiniones (estoy pensando en productores, en músicos que han tocado conmigo, en el sello discográfico)... Muchas veces por no enfrentarme y por no trasmitir la sensación de que soy un tío tirano con lo mío, he dejado de discutir cosas que debería haber discutido. De hecho, ahora que ha pasado un año te puedo confesar que yo no soy capaz de escuchar “Tiempo, temperatura, agitación”. No me gusta cómo quedó y para mí supuso una frustración enorme tener que defender a muerte un disco que estaba bien y era correcto, pero que no era el que yo hubiera querido hacer, y no representaba lo que yo quería que representase. Seguramente eso también ha influido en esta decisión última: ver que una vez más choco con la dificultad de plasmar en los discos lo que yo tengo en la cabeza. Siempre me ha perseguido el mito de que nosotros éramos mucho mejores en directo que en disco. Lo habrás escuchado tú también. Salvo en el disco de “Mi universo” (11) que yo creo que es la mejor obra de todas las que hemos facturado.

“Los Flechazos no reflejaban mi personalidad, mientras que Cooper sí lo ha hecho”

Sé que habrá decenas de recuerdos e historias y será difícil, pero también estoy seguro de que hay algún momento concreto que atesoras como ningún otro, tanto con Los Flechazos como con Cooper ¿Qué experiencia o momento te viene a la cabeza por encima de las demás y con cada una de las dos bandas?
Ha habido demasiados momentos buenos como para elegir solamente uno. Pero con Los Flechazos, la primera grabación de las dos canciones que fueron en el disco de “Teloneros” (97) en los Estudios Musitron en horario nocturno, grabando la voz de “La reina del muelle” a las seis de la mañana… las primeras experiencias de cuando todo es nuevo y excitante… Eso lo recuerdo con mucha alegría. Recuerdo también la primera gira por Suiza de Los Flechazos como un momento de camadarería alucinante. Además, inicialmente hubo que suspenderla porque Elena tuvo un accidente (le atropelló un coche), y entonces la pospusimos un año y cuando al año siguiente pudimos ir, fue algo increíble. Y también recuerdo la grabación en Gales del cuarto disco de Los Flechazos, “En acción!” (92), como toda una experiencia. Y la presentación en Madrid en Aqualung también lo recuerdo como uno de los momentos álgidos en la carrera de Los Flechazos. Yo recuerdo que tenía la sensación de que iba a pasar algo… que luego nunca pasa nada, pero salir del escenario después de haber tocado “Bring A Little Lovin'” de Los Bravos que hizo bailar hasta a Diego Manrique… y en la parte de arriba ver a todos los medios y tal. Es curioso, recuerdo que en el camerino me vino un crítico creo que del periódico musical más importante de este país y me dijo: “Están muy bien Los Flechazos, no os conocía… Deberíais de meter un segundo guitarrista” (risas)… ¡Y era la presentación del cuarto álbum! Esos desencuentros los hemos tenido habitualmente, pensando que no entendían nada de lo que queríamos hacer. Y luego con Cooper ha habido momentos buenísimos, pero sobre todo dos. La gira por Alemania unas navidades acompañando a Los Chics en diez conciertos seguidos, que fue una experiencia alucinante. Y luego la grabación en Londres, en los Estudios Kong, de “Mi universo” (11) y la gira virtual que hicimos por Internet para presentar el disco, que es una cosa que nadie había hecho antes y que nunca más nadie ha vuelto a hacer. Hay algunos detalles de mi carrera de los que estoy especialmente orgulloso. Por ejemplo, “Cierra los ojos”, que en su momento me pareció mi mejor canción… tanto que decidí que había que regalarla en lugar de venderla. Lo que a la gente de Elefant les pareció una idea muy buena. La regalábamos cuando presentábamos el EP que tocaba en aquella época, “747” (03), y en aquellos conciertos regalamos el single de “Cierra los ojos”. Ese tipo de cosas que te apartan un poco de la industria musical y que te granjean tu fama de tío raro, pero que en el fondo es lo que eres y a mí me ha gustado mucho hacerlo. Y ya para acabar, no nos podemos olvidar del concierto de La Riviera, celebrando los treinta años con el “Popcorner, 30 años viviendo en la era pop” (Warner, 16). Seguramente es el momento más importante en mi carrera y el que ninguno de mis seguidores olvidará nunca, porque quizás ha sido el recinto más amplio en el que tocado para un público que era solamente mío.

Y en sentido contrario ¿Cuál ha sido tu peor momento o el más duro que has vivido como músico?
No me cuesta ni pensarlo: el peor momento fue un concierto que di en la Sala Moby Dick hace tres o cuatro años. Es un poco largo, pero te lo voy a contar… Todavía no habíamos sacado “UHF” (14) y entonces teníamos pocos conciertos. Pero el grupo vive de tocar y entonces era difícil plantearse el verano, porque había pocas actuaciones. Así que pensé que era buena idea dar un concierto en Madrid, porque Madrid nunca falla. Así que hablamos con una sala en donde nunca habíamos tocado como Moby Dick, y nos apetecía mucho tocar allí. Y resulta que nos dieron un día que parecía muy bueno… y luego nos dimos cuenta que el día era nefasto porque coincidía con el aniversario del sello Subterfuge en el Matadero. A la misma hora y el mismo día. Se juntaban todos mis amigos. Fueron Sexy Sadie, Los Fresones Rebeldes… Pues nosotros tocábamos en Moby Dick en un concierto que era un poco alimenticio, en realidad. Estaba un poco pensado para poder pasar el desierto antes de llegar a la edición de “UHF”. Y lo que pretendía ser un concierto que nos diera alegría, resultó ser un concierto desastroso en lo musical, lo económico y lo organizativo. Y me encontré a las dos de la mañana en un Seven Eleven hecho una mierda, después de haber cargado el equipo en la furgoneta y haber perdido mil euros en lugar de ganar los mil quinientos que necesitaba para pagar al grupo, rodeado de gente que salía por la noche vestido de lujo, con chicas preciosas y chicos morenísimos oliendo a colonia… y yo buscando un bocadillo con Mario y pensando que me tenía que buscar un trabajo serio y dejar de hacer el gilipollas (risas). Pero afortunadamente tengo una mujer a la que llamé en ese momento de desesperación a las tres de la mañana, totalmente deprimido. Y me dijo que yo no tenía un trabajo, que yo tenía dos. Y que el trabajo que tenía lo estaba haciendo muy bien y tenía que seguir. Me dio la fuerza suficiente para todo lo que vino después. Pero fue un momento en lo personal de decir “¿Por qué me he metido en este lío? Si yo sacaba matrícula de honor en la universidad…” (risas).

Imagina que, como legado para la música española, sólo puede quedar una canción de Cooper y una de Los Flechazos… ¿Cuál elegirías de cada proyecto?
Pues “A toda velocidad” y “Cierra los ojos”, yo creo… ¿Sabes lo que pasa? Que soy muy consciente de lo que le gusta a la gente y lo que me gusta a mí. Y a veces intento dar gusto a la gente y a veces intento hacer lo que a mí me da la gana. Pero soy consciente de lo que es trascendente en mi carrera. Y de lo que es importante y de lo que es más relativo. Aunque curiosamente hay cosas que a mí me gustan mucho que a la gente no le llaman tanto la atención, y también quería seguir haciéndolas.

“He mantenido muchos signos de identidad propios por los que poca gente daba un duro”.

La pregunta difícil definitiva… ¿Cooper o Los Flechazos? ¿Qué proyecto o grupo te ha aportado más personalmente y por qué?
Cooper, Cooper, sin ninguna duda. Es un proyecto en el que he podido reflejar más lo que era yo en ese momento. Yo cantaba “Si quieres divertirte y necesitas acción, bailar a medianoche es la mejor solución”… pero yo casi no salía de noche (risas). Los Flechazos eran un grupo que eran estandarte de una manera de pensar, o pretendía ser eso. Y funcionó muy bien en ese sentido, pero no reflejaban mi forma de ser o mi personalidad tan bien como lo ha reflejado Cooper. Aunque Los Flechazos haya sido un grupo con el que a la gente le haya resultado más fácil identificarse. Normal por otro lado, precisamente porque Cooper era algo mucho más personal.

Estamos llegando al final de la entrevista, y lo que está claro es que no vas a parar quieto. ¿Cuáles son los próximos planes de futuro de Álex Díez, ahora que la música (estrictamente) ya no formará parte de tu vida?
Bueno, la música siempre va a formar parte de mi vida, pero no como músico encima de un escenario. Yo en estos momentos quiero dedicarme a mi familia. Mi madre tiene ochenta y un años, y quiero disfrutarla todo lo que pueda, y mi hija tiene once. Quiero dedicarme más en serio a Ediciones Chelsea, o mejor dicho: dedicarme con la misma seriedad que hasta ahora, pero echando más tiempo para que el proyecto se asiente. Y luego, ya lo he comentado en algún otro medio, estamos dando los primeros pasos para crear una fundación (que seguramente se llamará Fundación Club 45) que estará dedicada al fomento y la difusión de la cultura pop, básicamente en la provincia de León, pero va a generar actividad. Tengo cierta trayectoria trabajando en la gestión cultural: estuve ocho años trabajando en el Ayuntamiento de León, organicé el Purple Weekend… tengo mil iniciativas a mis espaldas, y quiero desarrollar esa faceta mía que me gusta mucho. Tengo un par de proyectos muy interesantes y apasionantes que todavía necesitan un par de meses para cristalizar. Pero estoy deseando poder contaros en qué consisten, y creo que van a dar muchas alegrías.

Y ya para terminar… ¿Hay algo que le quieras decir a todos esos seguidores que se han quedado conmocionados con el anuncio? ¿Quieres despedirte de ellos desde Mondo Sonoro?
Yo les puedo decir lo que les digo siempre: que si ellos han estado orgullosos de seguir a un grupo atípico o anómalo como es Cooper, yo siempre he estado muy orgulloso de tener un público anómalo y atípico como han sido ellos.

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