«Y seguiremos funcionando. Moviedisco se ha centrado más ahora en la edición discográfica, aunque de vez en cuando sigue organizando algo en clubs. Y lo cierto es que fuera de Barcelona nos está yendo muy bien. Yo he tocado en muchos lugares de la geografía española, aunque mucha gente de Barcelona no lo sepa. Lo cierto es que tanto en Analogic Emotion como en solitario he dado muchas vueltas y he ganado mucha experiencia en directo». Jab Boom es la prueba y sin duda el nombre que más sonará después de Analogic Emotion, la formación surgida de esta factoría que más repercusión tuvo por estos pagos. El éxito de este grupo catalán impulsó a cada uno de sus miembros a saltar al ruedo: mientras Charly Chicago musicaba las penetraciones más artísticas del porno patrio y Carlos Ann hurgaba en el electro-pop más desorejado ganándose tantos detractores como seguidores, Chus Espada absorbía todos los discos de house que estaban a su alcance para darle la capa final a una idea de nombre onomatopéyico que, a la postre, sería el debut más inspirado en solitario de los tres componentes de Emoción Analógica. Jab Boom es una apuesta firme de futuro. Sí, los más quisquillosos podrían arrancarle un buen número de imperfecciones a su debut, pero no cabe duda de que en «Is Coming» (Moviedisco, 99) hay suficientes argumentos como para vislumbrar un futuro más que halagüeño para el (casi) veterano artista catalán. Y es que, aunque el álbum persigue un claro objetivo -el baile- con un arma letal -el tecno-house-, el afán por abarcar infinidad de tendencias no sólo se erige en el rasgo distintivo del sonido de Jab Boom sino que, además, deja entrever la filosofía de un sello que, cimentado en la electrónica, no le hace ascos a sonidos añejos. «En Moviedisco siempre nos hemos caracterizado por estar abiertos a todo tipo de estilos y sonidos. Es que es algo que ni siquiera nos planteamos, simplemente nos gusta todo. Por eso yo tampoco le hago ascos a una guitarra, o lo que sea. Mi debut puede tener una base electrónica, pero es un disco basado en la diversidad. Yo escucho de todo, desde el disco de house más duro hasta cualquier álbum de pop o rock». Sin miras, ni límites, factura un artefacto de baile impecable que juega con ventaja merced a una producción reservada a los más curtidos en esto de las mesas de mezclas. «En eso sí que juego con ventaja. Llevo bastante tiempo metido en esto y sé que la producción es uno de los puntos negros de la electrónica española. Por eso he intentado cuidar al máximo este aspecto, y lo cierto es que, a la postre, es algo que el oyente agradece».
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