Pícnic a la luz de la luna
Libros / Nick Antosca

Pícnic a la luz de la luna

8 / 10
Xavi Sánchez Pons — 27-03-2018
Empresa — Orciny Press

En boca de todos los aficionados al terror gracias a su trabajo como creador y showrunner de “Channel Zero”, la serie de género más en forma del momento e inspirada en diversas historias de creepypasta, Nick Antosca, antes de iniciar y concentrar su carrera en el cine y la televisión, se curtió como escritor de novelas. “Pícnic a la luz de la luna” fue la segunda que escribió.

Publicada originalmente en 2009, premiada con el prestigioso premio Shirley Jackson (uno de los más importantes de literatura de género), e inscrita en la corriente del bizarro (novelas cortas de temática fantastique escritas desde la independencia y la libertad creativa más absoluta), lo que ofrece aquí Antosca es una especie de temporada cero de “Channel Zero” donde anticipa algunas de las señas de identidad de la serie.

En “Pícnic a la luz de la luna” el elemento fantástico y de terror se presenta de forma orgánica y frontal como si no hubiera una separación clara entre lo sobrenatural y lo real. Es más, parece decirnos que son las dos caras de una misma moneda; un reflejo de nuestra existencia alucinada, la percepción dual de una psique enferma, el interior de una mente en descomposición. La descripción que realiza el escritor norteamericano de la odisea de un joven white trash que visita el más allá para llevar a cabo una venganza dirigida por el espíritu de un niño asesinado, es rica en imágenes sugerentes: el niño hundiendo las manos en la piel del joven para que este entre en una especie de trance (una idea muy Charles Burns) o ese otro lado de aspecto púrpura y blanquecino con sabor a mar salado que emula la América rural como si se tratara de una road movie fantasmagórica. Antosca, hoy por hoy, no tiene rival a la hora de imaginar dimensiones paralelas y planos de existencia alternativos donde se combinan imágenes de horror con un sentido de la maravilla mórbido y retorcido.

Cercano al Stephen King más desbocado y con ese punto de gótico americano (hay hombres del saco reales, veinteañeros atormentados y suicidas, e infancias de pesadilla) que también es capaz de hacernos llorar –la marca de fábrica de King-, “Pícnic a la luz de la luna” entremezcla el terror más atávico con la emoción y la sensibilidad. Y es que el vía crucis de los personajes (el niño muerto, su asesino, el joven que visita el más allá y su pareja) y las relaciones ambivalentes que se establecen entre ellos, te acaba poniendo un nudo en la garganta.

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