Ya que disfruté enormemente de la edición previa de Carter, a cargo también de Sajalín Editores, y en la que se recuperaba en castellano una vieja novela de Ted Lewis llevada al cine de manera magistral por Michael Caine, no tenía excusas para no acercarme a esta precuela, en la que nos encontramos con nuestro sicario favorito en una época previa a aquella primera novela.
Carter es un matón con clase que no tiene problemas en andar liado con la chica de su jefe mientras le presta de manera más o menos fiel sus servicios. De ese modo nos vemos metidos de lleno en una aventura de gánsteres en busca de un chivato y con el tiempo en contra de nuestro implacable protagonista.
Considerada más dura que su predecesora, "La ley de Carter" conserva de aquella su logradísima atmósfera y la inevitable adicción hacia un personaje que en ocasiones podríamos odiar, pero al que no podemos evitar estar enganchados. Nos gusta lo que hace, pero en muchas ocasiones no el cómo, aunque quizá, simplemente estemos negando la evidencia de nuestras más oscuras perversiones. Violenta y cruda, pero espléndida.
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