Yo, adicto
Libros / Javier Giner

Yo, adicto

8 / 10
Toni Castarnado — 26-07-2021
Empresa — Paidós

Con la cantidad de libros que hay en el mercado se tiene que dar más de una circunstancia favorable para seleccionar uno en concreto. De “Yo, adicto”, engancha la sinceridad de Javier Giner y el proceso que siguió para escribir este libro, pero también su explícito título, su fantástica ilustración de portada y las innumerables sugerencias y recomendaciones tanto de cineastas (compañeros de profesión de Giner) como algún periodista y artistas de distinto pelaje. Basado en muchas de las notas que fue compilando en cuadernos durante su periodo de autodestrucción, cuesta entender cómo en esas circunstancias era capaz de tener tantos puntos de lucidez y plasmar en un papel vivencias que ahora, en otra mente, estarían borrosas y sin identidad.

Como en todo libro con tintes autobiográficos, hay un punto de partida que ayuda a desarrollar la trama. La suya es una noticia que lo remueve y conmueve, la muerte de un amigo que también andaba al filo de la navaja. “La adicción es una enfermedad que implica una conducta no adaptativa de evitación. Es una solución irreal y desestructurada a las miserias emocionales, los pensamientos negativos y el dolor. Un yonqui hará lo que sea con tal de no sentir y de no enfrentarse a sí mismo. Su manera de gestionar las emociones, según ha aprendido, es huir de ellas, taparlas, eliminarlas. Eso lo consigue mediante el uso indiscriminado de la sustancia adictiva, con consecuencias trágicas”.

El mérito de estas páginas es que no procura tejer una tesis emocional sobre el conflicto con las sustancias y consigo mismo, no hay moralina, ni un exceso de arrepentimiento y, como bien apunta el propio Giner, huye de la idea de convertirse en otro Paulo Coehlo de manual predeterminado. “Yo, adicto” es un relato con un manojo de verdades y aventuras, algunas parecen irreales, en otras acude al humor (incluso en situaciones así es necesario este componente) y, eso sí, tiene un final con sonrisa. La que dibuja haber vencido a ese monstruo que es el alcohol y la cocaína, sobre todo cuándo se traspasan los límites de lo asumible.

En la narrativa de Giner se nota que, en momentos de su vida, escribió cuentos, por su manera cercana y honesta de contar las cosas, con sus sombras y sus dramas, pero nunca con la intención de aleccionar a los demás. Giner explica lo que vivió y que cada cual, tome nota y extraiga sus propias conclusiones. Tiene la cualidad de hacerte partícipe e imaginar que quizás, y sin adicciones peligrosas aparentes, no estamos tan lejos de su testimonio. Empatizas sin sentir lástima, y cuando ya has devorado gran parte de sus páginas la sensación es de liberación y, como acierta a puntualizar, de reconciliación. Con él y con los demás.

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