Al inicio de esta obra, el periodista y escritor Enric Ros tiene el acierto de citar la famosa frase de Jorge Luis Borges en la que afirma que los westerns manufacturados por Hollywood fueron la aportación del siglo XX a la épica. El argumento central de este ensayo, “El superhéroe de las mil caras” (con ese título que es un obvio homenaje al clásico de Joseph Cambell) se podría resumir de una forma parecida: que los panteones superheoicos creados fundamentalmente por los dos gigantes del medio, Marvel y DC (aunque no sólo por ellos), han construido el gran relato mitológico de nuestro tiempo. Los superhéroes cumplen, para el imaginario colectivo, una función similar a la de los héroes y semidioses en los mitos de la antigüedad clásica: representan modelos de conducta, exploran los dilemas de cada época, reflejan los miedos más arraigados en un momento histórico.
Como en el caso de los western, la mitología superheroica se generó como una forma de arte “popular”, el resultado de la labor de generaciones de artesanos –guionistas, dibujantes, colorista, editores– que trabajaban al servicio de corporaciones capitalistas que se apropiaban de sus ideas y, a menudo, los explotaban y maltrataban impunemente (y lo han seguido haciendo hasta el presente, con consecuencias trágicas: sólo hay que recordar el ejemplo del recientemente fallecido George Pérez, considerado muchas veces como “el dibujante canónico de superhéroes”). En su continua evolución, han seguido hablándonos de nuestras aspiraciones y terrores. Por ejemplo, en las últimas páginas de este libro, Ros señala a los tecnócratas de Silicon Valley y, en particular, al más famoso de ellos, Elon Musk (un apasionado lector de cómics de superhéroes), que ha intentado moldear su imagen pública a semejanza de un Tony Stark/Iron Man, un genio polímata que acelera el avance humano, aunque cada vez está más claro que nos hallamos ante un émulo de Lex Luthor.
Las ideas de expone Ros no son del todo originales. Esta visión de las narraciones de superhéroes como “mitos contemporáneos” ya fue explorada en profundidad, sin ir más lejos, por Grant Morrison en su magnífico ensayo “Supergods”. No obstante, el autor de “El superhéroe de las mil caras” tiene el acierto de actualizarlas, y mostrar cómo las historias de Marvel y DC se han hecho eco –o, incluso, se han adelantado– a preocupaciones muy presentes como el renacimiento de los autoritarismos con estética fascista y el declive de la democracia. La obra, además, está plagada de referencias a cómics concretos, etapas y arcos argumentales, dibujantes y guionistas, que sirven de apoyo a sus ideas; esto lo convierte en algo más que un estudio erudito: también es una guía de lectura para adentrarse en el universo de Superman, Batman, Capitán América, Watchmen y compañía…
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