Dexter Gordon

Puede que no llegara a ser tan reconocido por el público general como lo fueron Miles Davis, John Coltrane o Charles Mingus, pero la contribución artística de Dexter Gordon fue fundamental en el desarrollo del bebop.

Icono jazzístico desde que el objetivo de Herman Leonard le inmortalizara junto a su saxo envuelto de una nebulosa de humo –pocas imágenes, de hecho, han definido tan bien la estética del jazz–, hizo de su don para la improvisación una forma de vida y, al igual que muchos otros músicos afroamericanos de su generación, experimentó un turbulento ascenso a la fama; la segregación racial y el estigma imborrable de la clase; la borrachera del éxito y los insalvables excesos que, contra todo pronóstico, no truncaron su trayectoria profesional.

Su obtención del Grammy en 1987, tres años antes de su muerte, supondría un reconocimiento público a una vida consagrada a la música y que le llevó a acompañar a leyendas del calibre de Nat King Cole, Charlie Parker, Gerry Mulligan, Dizzy Gillespie, Herbie Hancock, Lionel Hampton y, muy especialmente, Louis Armstrong. Todos ellos y otros muchos más (Joe Newman, Ernie Royal, Woody Shaw, Sonny Rollins…) tienen su espacio en una biografía repleta de tantas curiosidades que, por momentos, llega a interesar más por el contexto de los personajes y el desarrollo del género que no por su personaje principal.

Su autora, Maxine Gordon, esposa del músico, procura un texto correcto y parcial, que esquiva hábilmente los episodios más truculentos para desgranar la vida y la obra del autor de clásicos como “Go!” (1962), “A Swingin’ affair” (1962) o “Our man in París” (1963).

Editado por Turner en el 2022, puede que esta biografía haya pasado algo desapercibida por la actual avalancha de ediciones, pero el caso es que el tiempo no pasa ni por el legado de Gordon ni para su biografía, una obra más que recomendable para iniciarse o disfrutar de su vasta discografía.