Calles que fueron nuestras. El universo musical de Jarvis Cocker, Richard Hawley y Pulp
Libros / Juan J. Vicedo

Calles que fueron nuestras. El universo musical de Jarvis Cocker, Richard Hawley y Pulp

7 / 10
Carlos Pérez de Ziriza — 24-04-2019
Empresa — Sílex Ediciones

La historia de las grandes ciudades es también el relato de sus sonidos. Articulando su narrativa al margen de la tradicional dualidad Londres-Liverpool, desde hace cuatro décadas interferida por la saga de Manchester, hay conurbaciones británicas que –como Sheffield– también han enhebrado su particular forma de filtrar la realidad. A principios de los años ochenta fue crisol de parte del mejor pop electrónico que se facturaba en las islas, tanto desde una perspectiva lúdica y cercana al mainstream como desde otra algo más industrial (The Human League, Heaven 17, ABC o Cabaret Voltaire), pero de unos años a esta parte son empeños más individuales, menos subsumibles en una escena concreta, los que sacan a relucir el nombre de una ciudad que, marcada por su impronta laboriosa y norteña, cobró una visibilidad inédita a raíz de la película “Full Monty” (Peter Cattaneo,1997). Jarvis Cocker, Richard Hawley y Alex Turner son, cada uno a su manera, quienes más han hecho en las últimas décadas por poner a Sheffield en el mapa mediático desde un ámbito pop. Y a la trayectoria de los dos primeros dedica el alicantino Juan José Vicedo su cuarto libro.

Sabemos la historia: sus caminos se cruzan en la segunda mitad de los noventa, cuando el exguitarrista de The Longpigs pasa a formar parte de la banda de directo de Cocker, y toma impulso para edificar una carrera que brilla cuando la del primero languidece. Y si hay algo que condiciona (y de qué manera) su escritura, es su procedencia. Sheffield, sus calles, sus puentes, sus parques y sus garitos, están presentes en las canciones de uno y de otro, pero su forma de modular esa sombra fue distinta: Cocker, hambriento de éxito durante más de una década, tuvo que marcharse a Londres para tomar distancia y extraer su mejor veta voyeurística –la que se plasmó en discos como “His And Hers”, “Different Class” o “This Is Hardcore”– con su vieja ciudad como telón de fondo; Hawley, por el contrario, era alguien que siempre había huído de los focos y nunca pensó en mudarse. El origen obrero de ambos, el hecho de que la popularidad no les haya cambiado en exceso (más allá de algunas inherentes contradicciones) y su apego a una trama urbana que confiere carácter a sus canciones, quedan muy bien plasmados en las más de doscientas páginas de “Calles que fueron nuestras”, ratificando la minuciosidad y sensibilidad con la que su autor disecciona discos y canciones, y luego los enmarca en su contexto. 

Eso sí, quienes conocemos a Vicedo, y sabemos del estrecho vínculo emocional que le une a la ciudad británica por motivos personales (aunque, aclaro, nunca la hayamos visitado), quizá hemos echado en falta un cierto punto de atrevimiento. Que se hubiera lanzado a la piscina de fundir realidad y ficción con determinación (más allá de esas breves interpelaciones imaginarias que  propina a ambos músicos, sobre todo a Cocker), o que se hubiera dejado más jirones de su propia e intransferible experiencia en el empeño, trascendiendo el exhaustivo ánimo notarial que transcurre –como en algunos de sus anteriores libros– al son que marca la cronología de los discos, las giras y las canciones. Quizá eso le hubiera dado una dimensión distinta a un libro que, en cualquier caso, supone una estupenda puerta de entrada a dos repertorios que difícilmente se explican sin los adoquines, los tugurios y las colinas de los que –orgullosamente– proceden.

Un comentario

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.