Listas, guapas, limpias
Libros / Anna Pacheco

Listas, guapas, limpias

8 / 10
Yeray S. Iborra — 01-12-2019
Empresa — Caballo de Troya

Los de barrio. Los precarios. Los marginados. Somos los más. Aún así, han sido pocos en la historia los que han escrito para nosotros y/o sobre nosotros. Caballo de Troya, la editorial capitaneada este año por la poeta y periodista Luna de Miguel y por Antonio J. Rodríguez, ex redactor jefe de Playground, ha contribuido a enmendar eso. Y a combatir cierto edadismo en la literatura, regalando este curso una buena dosis de libros que recogen parte de lo que somos las personas de ciudad a los albores de la treintena, nuestras inquietudes respecto al yo, a lo social y a lo afectivo. Parte de la fuerte disputa generacional que padecemos. Esa cruzada entre el chicle (lo superfluo) y lo político (los compromisos). Lo político de lo millennial, que lo hay, por mucha caricatura del selfie que hagan los medios en demasiadas ocasiones. La última –incluyendo a la generación zeta– durante los disturbios en Barcelona; oh, vaya, preguntando a los manifestantes, había mucho más allá de divertimentos entre llamas, cuando la primera versión que se dió de los jóvenes fue de “violentos” y “homogéneos”. Cuando detrás había ideas políticas de hartazgo frente al establishment y mucho no future.

La obra como periodista de Pacheco, y también “Listas, guapas, limpias”, están ubicadas en algún punto de todos estos debates. La trama del libro debut de la catalana es simple: una estudiante regresa al barrio humilde en el que se crió para pasar un verano junto a su abuela enferma. Y ahí dentro se teje una malla de símbolos pop, género, relaciones y lucha contra el ego en construcción.

¿Es osado comparar el detalle y la recreación de escenas y personajes de la Barcelona de barrio de Pacheco con Juan Marsé, estandarte de la Escuela Barcelona? ¿O, incluso, más cercano en el tiempo, con la de Miqui Otero? Seguramente sí, pero “Listas, guapas, limpias” es un más que ilusionante primer paso para que nuevas voces narran el tiempo de los que hemos vivido una juventud lejos de los marcos hegemónicos de los medios. De aquellos que llevábamos polos Tommy Hilfiger, nos movíamos desclasados por Up And Down, y tardamos años en entender de dónde veníamos y que nuestra familia, más que una vergüenza por no encajar en el estándar culto y de discursos intelectuales sobre la política y la cultura que veíamos en la tele, eran nuestro ejemplo a seguir. Un ejemplo de humildad que, afortunadamente, algunos autores ahora rescatan. Pacheco suma una triple y vital reivindicación en su primer disparo; como joven, como pobre y como mujer.

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