La premisa no era mala. De hecho, sonaba prometedora: vieja gloria del punk patrio (del de verdad, del de los setenta), con las heridas escocidas, da rienda suelta a sus ganas de aberrar, acompañado de un dúo electro-pop y una guitarra escuela Trapera. El resultado, sin embargo, se queda a años luz de los experimentos en dicha línea que puedan haber perpetrado los Lagartija Nick de “Val del Omar”, por ejemplo. Todo se queda a medias, y es que no hay banda. Ni canciones. Los textos del Morfi, más pasados de vueltas que nunca (metafísicos, negros, histéricos, apocalípticos), encierran gotas de genialidad, pero estas pueden a veces encallar en un mar con excesivos sargazos. Aún así son lo único verdaderamente destacable de la obra, ya que la aportación musical de Electroputas se queda en un enclenque soniquete industrial que de fragor no tiene ni la sombra. Y en cuanto a la guitarra de Betty Love, suena a killer-rock-punk, pero desenfocada, como dando palos de ciego sin llegar a arrear nunca una verdadera ostia. En realidad esta crítica se duele más por lo que podría haber sido el disco, que por lo que es (un CD mediocre en general, disfrutable puntualmente). Aún así, los seguidores de Morfi Grei se darán un festín de literatura cenagosa. ¡Ah!, incluye versión de Victor Jara (no es coña).
8359: ANOTHER BRICK “OF” THE WALLMe siento deiurrdo por e9sta que es otra etapa triste de una historia que empezf3 hace mucho tiempo: hoy vi como intentaban arrancarme de raedz, mas germine9 con anterioridad en otros lares y distribued una semilla que me ayudare1 a soportar tales avatares. Vi como se derrumbf3 pieza a pieza el castillo de cristal que me dio luz, vida y verdad. Paciente y melancf3licamente soporte la agoneda de una cosa “Cosa” con riqueza cultural, que era sustituida por el corrompido progreso y las fauces del capital.Es ased como, una vez me1s, se confirma aquello que empezf3 hace varios siglos atre1s y resurge de entre tinieblas en cada corto verano que le brinde oportunidad. Se trata de algfan tipo de confirmacif3n, de aquella re9plica en espiral acogedora de grandes verdades ocultas entre siberianas nieblas de la neurosis. He aqued, otro fundamento para propugnar el humanismo y la razf3n, en contra del canibalismo estigmatizante de aquel progreso arado por monedas acuf1adas con envidia e ignorancia.Sere1n pocas, pero muy valiosas, las veces que reconocemos la capacidad destructora del egoedsmo humano, fomentado principalmente por un trofeo que promete ser otra dosis del placebo que alimenta nuestro consumismo.Si bien yo podre9 reincorporarme, no quedare1 ningfan rastro de lo que alguna vez fue fuente de inspiracif3n y germen de espontaneidad. Lo que hoy es afan el esqueleto, pronto se convertire1 en cenizas y se callare1n las voces que relatan la verdadera historia de un falansterio muy peculiar, para luego caber simplemente interrogantes respecto a su ficticia historia y al surrealista mundo que alguna vez comprendif3.c9sta voraz me1quina lavadora de cerebros ocultare1 ante los ojos del mundo la verdadera espontaneidad y capacidad creativa que se desarrollf3 en aquella utopeda decorada con polvo de hadas.Ya nunca nadie sabre1 la verdad de aquellos redos de charco o ple1tanos de hoja. Menos afan, se sabre1 sobre aquel hippismo inspirador de comunas gitanas que deambulaban luciendo sus caretas y disfraces.El deda que murif3 la cosa “Cosa”, a un pequef1o cordero de escenas navidef1as sf3lo le quedf3 esperar el futuro, con la apremiante duda respecto a la aplicabilidad de ciertas experiencias nutridas por la cate1strofe, versus la opcif3n de reinventar un presente avivado por aquellos que compartieron su gloria. Debere1 solucionarse la incf3gnita que encierra la ancestral pugna entre el individualismo y la colectividad.Sea por eso y el alma de algunas cosas: a1Salud! y hasta siempre.SAMU 15 de septiembre de 2004