The Dark, The Violence
Discos / The Slaughter Daughter

The Dark, The Violence

8 / 10
Adriano Mazzeo — 20-06-2022
Empresa — Autoeditado
Género — Experimental

Uno de los valores agregados del arte es dar un espacio latente para que las almas en pena puedan exorcizar los desastres a los que fueron sometidas. Con suerte, a partir de semejante vorágine catártica surgen obras como el debut de The Slaughter Daughter, proyecto de la artista de Barcelona Celia Bernal.

Durante las ocho canciones de un álbum que te deja con ganas de más, Bernal muestra un interesante nivel de destreza vocal en el que asoman de manera muy inteligente influencias jazzeras reconvertidas en cualquiera sea la necesidad de la canción de turno. Lo que se llama una muy buena optimización de recursos.

Porque si bien existen esas inflexiones vocales clásicas del jazz (“To Wither”), este no es un disco del género. Intentando explicarlo a nivel de estilo, recordé una frase un tanto exagerada que usaba Morcheeba para promocionar alguno de sus primeros discos “La banda lounge de Satán”; creo que a The Slaughter Daughter sí le cabe mejor el mote.

En medio de una producción con mucha cabeza, con marcada dedicación al detalle se aprecian profundos detalles lisérgicos (“Sea Waters” (Were Meant To Drag You)), ambientaciones dark nivel “existencialismo en crisis” (“Prelude - A tought”, “The Path I See Does Not Match Mine Anymore”) y buscadas -¡y encontradas!- atmósferas que combinan el post rock y el folk (“Gold”).

Bernal, con la importante ayuda de Jaime Díaz Otero, ex-miembro de Obsidian Kingdom en batería e Izaskun Barbarie en piano firma un muy auspicioso disco debut de no-metal para metalheads, porque hay aquí un marcado gusto por la oscuridad y la agresión de manera no obvia. Pero por las que las disfracen mágicamente, las oscuridades y violencias a las que refiere el título están en un perturbante esplendor; y esto no es solo trabajo de las excelentes ejecuciones vocales e instrumentales: las letras -contendientes de temáticas como la opresión, el hastío y la negación a un sistema esclavizante- tienen un protagonismo tan bestia que preocupan, “rayan” e incomodan. Porque la verdad muchas veces incomoda.

Adriano Mazzeo

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