Tempo

Olga Bell es una anomalía producto de una biografía singular. Rusa de nacimiento, creció en Alaska y actualmente vive en Brooklyn, Nueva York. Pese a su formación como pianista clásica, comenzó a producir música electrónica de forma autodidacta siendo aún adolescente. Si en su anterior disco, el denso y radicalmente complejo “Krai" (One Little Indian, 14), se sumergía en el folklore de su madre patria, en esta ocasión decide reencontrarse con las estructuras pop rindiendo tributo a la ciudad donde reside. Inspirado en la película documental “Paris Is Burning” (90), sobre la edad dorada de las discotecas neoyorquinas, “Tempo” (One Little Indian, 16), es un disco más para el cuerpo que para la mente. Y eso no lo hace menos interesante que su predecesor, sino más bien al contrario.

A lo largo del disco, los momentos meditativos se alternan con otros frenéticos, pese a la tendencia minimalista que domina la mayor parte de los temas. Así nos encontramos con bombas de electrónica burbujeante (“Power Use”, “Randomness”) junto a extraños interludios sonoros (“Regular”, “Stomach It”), donde es difícil saber exactamente que está pasando. En ocasiones los instrumentos digitales parecen actuar como extensiones de la potente voz de Bell. Hay una cadencia casi perfecta entre sus cuerdas vocales y el uso de sintetizadores MIDI y potentes bajos electroacústicos. Acaso como homenaje a la cultura de club de hace veinte años, en ocasiones hay una economía de ritmos de inspiración house que hacen de “Tempo” un disco apto para su procesamiento inmediato.

Quizás el elemento más contemporáneo sean las ricas texturas de temas como “Zone” o el imponente cierre “America”, que podría evocar el camino que figuras como FKA Twigs han trazado desde del R&B hasta el IDM y otros territorios de vanguardia. Pero la aptitud melódica de Bell también podría emparentarla fácilmente con solistas de pop experimental como Gudrun Gut o Björk (no en vano edita la discográfica habitual de la islandesa). En definitiva, una colorida colección de canciones evasivas que convierten a este tercer trabajo en el más accesible de Olga Bell hasta la fecha.