Folkocracy
Discos / Rufus Wainwright

Folkocracy

7 / 10
Fran González — 28-06-2023
Empresa — BMG
Género — Folk

Desde 2020 y tras la publicación de su noveno álbum de estudio,Unfollow The Rules, Rufus Wainwright parece estar sumido en una curiosa espiral de trabajos con seña única, que por ahora nos alejan de la posibilidad de escuchar música nueva y original firmada por el citado artista, en favor de continuar descubriendo más sobre las íntimas vetas que esculpen su singular bagaje. Además de sus siempre portentosos álbumes en directo, Wainwright rindió homenaje recientemente al veinticinco aniversario de su homónimo debut, completando ahora su año más nostálgico con una regresión a su infancia y a sus primigenias influencias de la mano de “Folkocracy”.

Un viaje al pasado, con invitados de lujo entre sus créditos, con el que Wainwright nos permite conocer más sobre el contexto musical que un buen día iluminó su camino, no sin mencionar la indudable sombra de sus progenitores (Loudon Wainwright III y Kate McGarrigle, ambos artistas y miembros de honor de la escena folk de los sesenta) que tanta trascendencia ocuparon siempre en su registro. Con sus viejos vinilos bajo el brazo, desempolvados y prestos para la ocasión, Wainwright logra generar un encuentro mágico entre artistas tales como Ewan MacColl, Peggy Seeger, The Mamas & The Papas, Neil Young o incluso el enigmático y legendario Moondog, entre otros tantos. Sin embargo, y a pesar de estar hablando de un disco de versiones, el talento de Wainwright está tan presente en cada uno de sus respectivos cortes que no sería justo categorizar su “Folkocracy” como un simple álbum tributo. Su personalidad, sobriedad, sofisticación y elegancia logran llevarse a su terreno las quince pistas del mismo, garantizando un evidente éxito gracias a la no menos impecable producción de Mitchell Froom (marcada por una sensibilidad latente y unos sobrecogedores arreglos de cuerda que maridarán con emoción y acierto con las diversas propuestas tonales ofrecidas a lo largo del disco).

De aquellos barros, estos lodos; y en aras de rendirle a su herencia creativa la pleitesía que ésta se merece, veremos a Wainwright reuniendo a un inabarcable elenco de nombres que ofrecerán a la ecuación sus mejores dotes. Desde artistas a los que la tradición y el arraigo no le son extraños (Sheryl Crow reinventando “Twelve-Thirty (Young Girls Are Coming To The Canyon)” de The Mamas & The Papas, Brandi Carlile haciendo lo propio con la profunda “Down In The Willow Garden”, o el florido y extótico emblema de un Andrew Bird, convertido en Neil Young para “Harvest”), hasta personalidades mediáticas que descienden las revoluciones de su habitual propuesta en favor de una sosegada entrega que encaja a la perfección con la línea estética del disco (con un John Legend sacando su lado menos histriónico en “Heading For Home”, o la gran Chaka Khan, llenando de melancolía y humo las notas de “Cotton Eyed Joe”). A esta suma de talentos, Wainwright decide añadirle una serie de pasajes no menos reseñables, con destacados protagonistas en su firma, todos ellos sospechosos habituales en la trayectoria pretérita del canadiense (“High On A Rocky Ledge” junto a David Byrne, recordándonos a su pasado encuentro conjunto versionando el “Au Fond Du Temple Saint” de Georges Bizet; “Going To A Town” con ANOHNI, a quien ya tuvo a bien de invitar para su “Old Whore's Diet”; o el legendario Van Dyke Parks, quien produjo algunas de las canciones del debut de Wainwright veinticinco años atrás y que ahora vuelve a reunirse con éste para “Black Gold”).

Es precisamente esta alternancia de voces el atributo más poderoso que “Folkocracy” posee, con el que se logra obtener un resultado fugaz y entretenido, sin caer en el temido desfase cronológico y sin perder la esencia original de su artífice (quien procede a regalarse también en solitario, a través de cortes como “Shenandoah” o “Arthur McBride”, y a convertir en particulares reuniones familiares otros episodios como “Hush Little Baby” o “Wild Mountain Thyme”). El resultado de este minucioso y cuidado proyecto es un disco que pasea sin complejos por los pasadizos de la inocencia musical, chapoteando entre géneros que van desde el jazz al pop, pasando por el blues de raíz, y conformando la banda sonora ideal para una amable mañana de domingo, a la que solo una copa de vino blanco podría mejorar.

 

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