Hay alguna fuerza de negación respecto a la muerte de Tony Allen. Desde que abandonara físicamente este planeta en 2020, su figura continuó en total vigencia. Desde ese momento recibimos las ediciones de distintas colaboraciones y una intensa actividad en redes sociales complica la asimilación de su desaparición definitiva.
A más de cuatro años de aquella pésima noticia aparece este EP que lo incluye en Yannis And The Yaw, el proyecto colaborativo de Yannis Philippakis, líder de los math-dance Foals. La historia cuenta que ambos músicos fueron convocados en 2016 a improvisar en unas sesiones dentro de un humeante estudio parisino; se dice que el flechazo inspiracional fue inmediato. Acompañados por los usuales colaboradores de Allen y según sensaciones que Yannis volcó en alguna entrevista, el dúo selló una sociedad creativa que prometía en grande. Yannis se reconoce fan acérrimo de Allen, lo cual no es nada demasiado sorprendente, vamos, pero una vez asimilado este EP, lo que sí sorprende es efectivamente como ambos artistas encontraron un camino en común o más bien cómo Philippakis logró meter a Allen en una nueva galaxia de sonidos.
Intentaré no decir demasiado la palabra “lamentablemente”, pero es que es una verdadera pena que la muerte de Allen haya intercedido –también– en este proyecto. “Lagos Paris London” tiene solo cinco canciones (inserte emoji de tristeza) pero la buena parte de esto es que todas completan un pequeño mundillo estilístico, gozando de la savia elevada del personal. Es que Tony Allen suena a Tony Allen, claro, entonces se entiende que la responsabilidad de encajarlo dentro de una nueva estética cayó por completo en el cantante de Foals. Esta tarea que puso a prueba a gente como Damon Albarn o Flea puede acarrear una responsabilidad brutal, sí, pero Yannis se convirtió en un piloto excelso para una idea artística a priori extravagante.
El EP abre con “Walk Through Fire” y el típico punteo matemático de la guitarra de Yannis. A los doce segundos entra el primer fill de Allen –un tipo que dejó la sensación de estar en una especie de prime time contínuo, del principio al fin de sus días–, la cosa toma forma mágicamente porque Philippakis responde con un fraseo de voz blusero que promete que “Una vez fuiste rey pero ahora estás derrotado/Y encima ya pasó el tiempo de reconocer la derrota”. Su voz recuerda a Jim Morrison y a Robert Plant en medio de un entorno tan hipnótico como rítmico. Sigue el camino con “Rain Can’t Reach Us” que sugiere un volantazo estilístico comenzando en un crescendo en plan “Unfinished Sympathy” de Massive Attack, colando voces melodiosas y atmosféricas que se apoyan en un bajo post punk. Cuando el beat de Allen entra en acción el lente fotográfico de la canción se desempaña y la imagen sonora es perfecta: afrobeat siglo XXI en full effect.
Con el cuerpo y la mente ya en completa actividad, se entra en la reguladora de adrenalina “Night Green, Heavy Love” en la que el juego de influencias ofrece un viceversa fascinante: el espíritu de Thom Yorke gobierna la canción, sobre todo haciéndonos pensar en sus apariciones en Atoms For Peace, proyecto, a su vez, seriamente influenciado por el trabajo de Allen.
“Under The Strikes” trae la intro más “afrobeat clásico” del EP, la cual da para imaginar a los muñequitos de Keith Haring en una fiesta multicolor. Yannis elige un falsetto de intención arty para reflexionar sobre vidas plagadas de buenas y malas mientras Allen tira de su magia sin cortarse un pelo. Aleluya. A esta altura la sensación agridulce por llegar al último tema es oficial pero “Clementine” es un espacio de confort ideal para cerrar este episodio sin saga. Funk en las propias coordenadas del dúo, psicodelia de cóctel polvoriento y la certeza de que lamentabl… perdón, afortunadamente hemos podido atestiguar semejante material.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.