Hidden Reflections
Discos / Yarei Molina

Hidden Reflections

8 / 10
Fernando Fuentes — 17-07-2019
Empresa — Brave Coast
Género — Electrónica

Por todos es sabido que la electrónica nacional no comercial esconde artistas que, sin duda, merecen mucho más reconocimiento, visibilidad y fama bien entendida. Es el caso de Yarei Molina. Este músico catalán presenta ahora un nuevo trabajo en larga duración, “Hidden Reflections”, que publica a través del sello gerundense Brave Coast, en el que deja patente su destreza compositiva, valentía poco formal y, sobre todo, su enorme y variopinto talento. En un alarde de maestría y dominio técnico, Molina toca todos los instrumentos que suenan en los diez cortes de “Hidden Reflections”, al tiempo que aporta también la voz. Quizá sea esta la mejor forma de controlar todo el proceso compositivo de principio a fin, hasta llegar a la mezcla, que también es suya.

En este nuevo proyecto en solitario Yarei Molina apuesta por una electrónica minimalista y experimental en la que sus constantes y decisivas influencias clásicas y jazz son necesarias para entender su libérrima propuesta musical, en la que se mueve con fluidez y sapiencia por la IDM y el techno, pasando por el ambient, el pop electrónico y la psicodelia.

A la hora de destacar temas nos quedaremos con “Canción para corto”, ambient-techno con final épico y batallero; “Pichinchas”, elegante deep-techno bailable, en la onda de los Radiohead más indietrónicos; la sofisticada y oscilante “Me voy p’allá” con un aire muy Air, valga la redundancia; “Esperanza perdida”, ambient distópico, fracturado y mutante, sincopado y multicapas de sonido y “Quimera de los míseros”, electro-acústica neoclasicista con final cuatro por cuatro feliz. Y mención especial para “Mez-al-quita”, con esos ecos de la Granada más ancestral, la oración desde el minarete sinergiada con un bombo a negras que parece marcarle el paso, a modo de paso procesional, como en el caso de la solemne y jazzy “Processó pagana”. En “Depresiones religiosas por el gen rojo” mandan los pianos y sobre ellos van emergiendo bombos, guitarras y voces aflamencadas. El dios rojo nos saluda desde las alturas.

En fin, si su objetivo era influir en el estado de ánimo del oyente podemos afirmar, sin exageraciones o temor a equivocarnos, que Yarei Molina lo ha logrado y de largo. Y que nadie se lo pierda en directo, aquí la cosa –léase, el disfrute– se complica felizmente y multiplica de forma abrumadoramente exponencial. Avisados quedáis.

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