Sir
Discos / Fischerspooner

Sir

6 / 10
Esther At-Athamna — 14-03-2018
Empresa — Ultra
Género — synthpop

Nada más y nada menos que nueve años se ha hecho esperar el nuevo trabajo de aquellos neoyorquinos que abanderaron el electroclash como nadie hace casi veinte años. Warren Fischer y Casey Spooner,  o lo que es lo mismo Fischerspooner, regresan de la mano con la producción de Boots y el mismísimo Michael Stipe, sí el de REM, por sorprendente que parezca.

El caso es que “Sir” nombre con el que han bautizado a su nueva criatura, sigue siendo portador del sonido característico del grupo pero deja con una sensación de de flojera tras varias escuchas. Quizás sean las expectativas generadas tras una espera tan larga, y una apetitosa carta de presentación con semejantes colaboraciones entre las que cabe señalar la de Caroline Polachek, vocalista de Chairlift.

El disco discurre en una especie de “quiero y no puedo” a la espera de una explosión que nos recordase al menos por momentos a su aclamadísimo single “Emerge” o a las percusiones de su brillante “Happy”. En su lugar encontramos medios tiempos como “Stranger Strange” que abre el disco, o “Top Brazil” que tras un comienzo al más puro estilo de Vitalic, se diluye en un tema pop. El mayor amago hacia la pista de baile lo encontramos en “Everything is just allright”, pero ese hit rompe pistas que que casi se les exige, nunca acaba de llegar. Mientras el disco va discurriendo entre sonidos cada vez más deudores de los últimos Depeche Mode… ya lo de “Strut” roza con demasiado descaro la influencia de Dave Gahan y los suyos. Destaca la bonita melodía vocal de “Get it on” o la estupenda distorsión “I need love”. A partir de ahí, el álbum decae sin sorpresas hasta un flotante final “Oh Rio”, que cuenta con la bonita voz de Holly Miranda.

Aunque el hedonismo que proclaman en “Have fun to-night” sea el mismo que el de hace veinte años, está claro que el paso del tiempo ha hecho que que sus energías se focalicen de otra manera que cuesta entender si “Emerge” aún resuena en tu cabeza. El sabor del elec-troclash diluido en pop sabe a refresco de cola sin cafeína.

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