Errekak Nola
Discos / Bananas

Errekak Nola

8 / 10
Reuben Weedianaut — 16-04-2024
Empresa — BCore
Género — post hardcore

Bananas son una banda de una naturaleza poco común. Formados en 2018 bajo el epígrafe de lo que podríamos considerar un “supergrupo” —si nos atenemos a la definición que proporciona Wikipedia, “conjunto musical cuyos miembros ya actúan como solistas exitosos o como parte de otras bandas conocidas en el ambiente artístico, que tiende a formarse como proyecto alternativo y no se crea para ser permanente”— por miembros de combos de Donostialdea como Yaw, Cohen, Madeleine o Adrenalized, desde un principio fueron concebidos sin la intención de defender sus trabajos de estudio sobre un escenario; algo nada habitual en un género como el hardcore, que prácticamente respira el sudor del pit y la adrenalina del directo.

Esas facetas que poseen imprimen un carácter propio que les permite ser libres para ir y venir, hacer y deshacer a su antojo, siempre danzando sobre esa delgada línea que separa seguir en activo y dejarlo correr. Como el agua que no has de beber. Como los arroyos que surgen de la nada para volver a desaparecer bajo la tierra, metros o kilómetros después. Con esa libertad que los caracteriza y con la eterna duda sobre el estatus del proyecto —¿seguirán en activo?—, están inesperadamente de vuelta tras el sobresaliente ‘Garun ta Eztarri’ de 2021.

Con el apoyo de un póker de sellos —repiten los gallegos Lar Gravacións, los catalanes Saltamarges, y los Usopop de Iparralde como representación euskaldun—, se afianzan en el mercado discográfico al contar esta vez con BCore Disc también, de quienes se podría afirmar, sin parecer muy de Bilbao, que son a Catalunya lo que Dischord a Washington DC. Referentes de la escena y las sonoridades hardcore punk estatales desde 1990, han conseguido dotar a su escudería de una marca propia a lo largo de sus casi 35 años de historia, a lo cual ha contribuido paralelamente la labor de Santi Garcia (No More Lies) como productor y fundador junto a su hermano Víctor de los estudios Ultramarinos Costa Brava; cuna de ese sonido al que han recurrido desde Daïtro hasta Viva Belgrado, pasando por Standstill, Nueva Vulcano o Berri Txarrak, y que ha visto nacer de igual modo el disco que nos atañe.

Musicalmente, el quinteto sigue moviéndose en torno a las mismas coordenadas que sus anteriores referencias, pero así como progresa la rivera del título que adorna la portada, se deja notar un avance en lo musical a semejanza del acontecido en bandas como La Dispute o Touché Amoré, quienes viniendo del entorno del screamo, han virado sus carreras hacia meandros en las riberas del post-hardcore más cercanas a las orillas del rock. Los de Jeremy Bolm son, sin duda, la mayor influencia de Bananas desde su gestación (el mismo cantante, Gartxot, confesaba en una entrevista para este medio que el grupo se formó a raíz de juntarse cinco amigos para emular el ‘Stage Four’ de Bolm & Cía. que tanto les había impactado en su momento), y siguiendo con esa analogía, podríamos decir que si su debut sonaba como ‘... To the Beat of a Dead Horse’ / ‘Parting the Sea Between Brightness and Me’, este ‘Errekak nola’ podría considerarse el equivalente a ‘Is Survived By’ / ‘Stage Four’. No me gusta usar la palabra “madurez” y menos aún para calificar a un grupo de música, pero sí se percibe que han renunciado a cierta inmediatez en una propuesta que resulta más reposada en esta entrega, algo así como la studio version de una banda en directo. Se puede culpar de ello a una producción que, en opinión de quien escribe, adolece del mal endémico de estudios de grabación que, con décadas a sus espaldas y el mismo personal tras los mandos, facturan un producto impecable que termina por ser homogéneo y, en ocasiones, predecible. No quiero que esto sirva como una crítica hacia el oficio de los Garcia Bros, es solamente una apreciación personal, mi colección está repleta de decenas y decenas de trabajos de todas sus épocas y cuentan con todo mi respeto y admiración; pero me hubiera gustado ver brillar esa chispa en directo que mencionaba anteriormente en estas siete canciones que, de haber salido a morder, hubieran conformado un LP superlativo.

El álbum da comienzo con el single de adelanto y no es para menos. ‘Itsuok ere negar’ es, posiblemente, el mejor tema del lote, arrancando con un spoken-word apenas vestido de arpegios de guitarra para ir subiendo la intensidad hasta un estribillo que promete ser memorable en aquellos conciertos que lleguen a dar para presentarlo. Una vez más, la personalidad del grupo se ve ensalzada por unas letras que exprimen con maestría la riqueza del euskera, de una manera similar a cómo Nueva Vulcano te sorprenden a media frase con un juego de palabras que nunca viste venir. Desde titular la canción en primera persona con el uso de una simple “o” (vendría a traducirse como “los ciegos también lloramos”), a la sonoridad de concatenar “aise” (fácilmente) y “haize” (viento) o de la frase “maileguz asez gabeziak” (saciando carencias con prestamos), pasando por el retruécano de “beharrizanak ez zuen izan behar” (la necesidad no debía serlo). Maiz maisu, betiereko Gartxot. El idioma, sin embargo, no es impedimento —quién quiera, las tiene en castellano en Bandcamp— para disfrutar del euscreamo en estadio cuatro de ‘Nola egin aurre’ (“¿Cómo se mantiene despierto aquello que se ha dormido, si difícilmente se me enciende el fuego?”) o de una breve ‘Hiriak ez du barkatuko’ que podría haber salido del tercer EP de ‘Denbora da poligrafo bakarra’, con Iri soltando zapatilla a los parches desde el core de su banda madre. ‘Ahalik eta gertuen’ sirve de bisagra a la manera de uno de esos medios tiempos que recorren la discografía de Viva Belgrado, demostrando el gusto de Itzal para los arreglos y la seguridad que aporta contar con espadas de la talla de Xabi y Tejadas tocando hombro con hombro. Con ‘Denbora’ encaramos una segunda mitad en la que la introspección pasa de mirar al interior de los versos a reflejarse en los acordes, con esa calma con la que se visitan las habitaciones de una casa en Grand Rapids, MI (“es difícil sobrevivir en este segundo demasiado largo”). Es en esta recta final donde más se puede apreciar la evolución a la que me refería con la analogía de los grupos de Dreyer y Bolm, pudiendo ser ‘Hutsunez beteta’ la tarjeta de presentación que tender ante la pregunta “¿a qué suena vuestra banda?”, mientras que ‘Norabidea’ funciona como broche perfecto, partiendo de rabia a cappella para terminar con el preciosismo de Envy en un puente de post-rock y shoegaze cuyas capas perduran resonando en tu cabeza tiempo después de haber pulsado STOP.

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