A Little more time with Reigning Sound
Discos / Reigning Sound

A Little more time with Reigning Sound

8 / 10
Andreu Cunill Clares — 21-05-2021
Empresa — Big Gamble Music
Género — Rock 'n' roll / Rockabilly

La cacharreria se despereza otra vez. Ese sonido oxidado; turbina de motores que quiebran en engranajes pretéritos y mantienen viva la tradición de Memphis como la babilonia del rock y el roll, en su sentido más comprehensivo. Greg Cartwright sigue su cruzada como una especie de Jim Dickinson del indie americano, representantes ambos de los bajos fondos de la ciudad. Y como Reigning Sound es el instrumento que le sirve para dar rienda suelta a sus canciones de arista más pop, impregnadas de esa melancolía hechizada, que tanto se alinea con las mutaciones brill building como con con los riff de proto blues rancio o el folk más hirsuto.

Gregg llevaba una buena temporada en barbecho, alejado de Memphis. Había grabado sus dos últimos discos en New York con los Jay Vons como banda de acompañamiento. Sin embargo, en su última hazaña se encontraba girando con la formación original de Reigning Sound, promocionando la reedición del “Home For Orphans”. La pandemia les pilló en medio del tour. Las circunstancias se volvieron adversas y Gregg se encontró aislado a la fuerza. El cantante supo aprovechar el tiempo libre y volvió a componer. Unas canciones que decidió grabar con el line up clásico de Reigning Sound, los responsables de joyas atemporales como “Time Bomb High School”.

Con ese telón de fondo nace “A Little more time with Reigning Sound”. A su vuelta, los viejos camaradas suenan más almibarados y sosegados. Eso es innegable, pero nada malo a mi parecer. Juntos siguen avivando ese sonido tan característico que Gregg había perdido con los Jay Vons, mucho más cosmopolitas, fríos y desarraigados. Su retorno a Memphis significa reencontrarse con ese sonido pandillero, crudo, sucio y melancolico, que vibra con sus composiciones de manera más auténtica. Para mi nada como volver a la bitácora original, y religar esa cuajada imperfecta, libidinosa y marcial. Esa que, con tres acordes de una guitarra achicharrada, una sección rítmica estentórea, un Hamond justiciero, y esa voz resquebrajada de Gregg, hace que sigas creyendo en el rock, en el roll y en todo lo que hay en medio.

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