Un miércoles cualquiera
Conciertos / Sarah Shook And The Disarmers

Un miércoles cualquiera

7 / 10
Sergio Iglesias — 10-09-2022
Fecha — 07 septiembre, 2022
Sala — Kafe Antzokia, Bilbao
Fotografía — Eider Iturriaga

Sarah Shook and The Disarmers llegaban el miércoles al Kafe Antzokia para comenzar una gira estatal en la que estarán presentando los temas de su último trabajo hasta el momento, “Nightroamer”.

Cuando llegamos, lo primero que nos sorprende es el cambio de ubicación del concierto, pasando a la sala grande del local, algo que, en mi opinión, pudo afectar, y mucho, al ambiente del evento, teniendo en cuenta que no llegábamos a 100 personas las que acudimos a la llamada del rock de raíces americanas de Sarah Shook y los suyos. Esa es otra… no puedo entender cómo, después de estos años que hemos pasado y con todo lo que nos hemos quejado porque no se podían hacer conciertos, cuando llega una banda internacional de semejante nivel y con tres discos sobresalientes publicados, estemos viéndoles cuatro gatos… pero bueno, es lo que hay y en lo que se ha convertido Bilbao en los últimos tiempos, donde parece que sólo existe el rock de estadios y los macroeventos masivos de “Yo estuve allí”.

Así que pasemos a lo importante. Sarah Shook and The Disarmers abrieron el concierto con el country clásico de “Good as gold” de su álbum de 2018 “Years”. Desde el principio notamos una frialdad que, insisto, seguramente no se habría notado si el concierto se hubiera hecho en la sala pequeña, preparada para este tipo de conciertos con menos público. Por suerte, esa sensación duró tan sólo un par de temas, el tiempo justo para que la banda calentara, en un show en el que tocaron, prácticamente, todos los palos del rock americano, pasando del country puro de la ya comentada “Good as gold”, la más oscura “Parting words” o “It doesn’t change anything”, al western de “Somebody else” o “No name”, o los ritmos más animados de piezas como “Been lovin you”, “Keep the home fires burnin’”, “No mistakes” o “New ways to fail”… sonidos alegres para historias tristes.

Pero lo bueno de Sarah Shook y los suyos es que atesoran tanta calidad que no se quedan encerrados en un solo estilo, sino que nos ofrecen momentos en los que les sale la vena más rockabilly en temas como “What it takes”, “The nail” o, sobre todo, “Nothing feels right but doin’ wrong”, con afiladas guitarras que les acercan, incluso, al psychobilly. Pero ahí no se queda la cosa, ya que la música de Sarah Shook And The Disarmers tiene tantas aristas que también hay aproximaciones al pop y al rock noventero, en piezas como “Fuck up”, “Lesson”, “Talkin’ to myself” o “Been lovin’ you too long”, donde, sobre todo por la voz de Sarah, nos pueden recordar a bandas como The Cranberries o The Cardigans.

Tampoco podían faltar los momentos más emotivos y las historias de perdedores como el homenaje a la estrella del country en “Dwight Yoakam”, “Sidelong”, con un apabullante final rockero, o “If it’s poison”, medio tiempo con aires 50´s, incluido en su último trabajo. Una verdadera montaña rusa de sonidos y emociones que concluía con una impresionante exhibición musical para el lucimiento de toda la banda, en un instrumental en el que, acercándose a los ritmos fronterizos y al stoner, dieron una auténtica lección de cómo se tiene que terminar un bolo en todo lo alto, dejando a todo el mundo ojiplático y sin saber por dónde les llegaba este descomunal tortazo que, en cierto modo, nos recordó a los radicales cambios de registro de un grande como Hank Wiliams III, capaz de pasar del country al death metal en un instante … pues algo así fue esto y, de hecho, nos quedamos con las ganas de más y con la duda de qué pasaría si algún día, decidieran dar un golpe de timón y tirar por este camino. Desde luego, sería curioso y, seguramente, lo harían muy bien.

Tras esta descarga de adrenalina, todavía quedaba la despedida con la cabaretera “The bottle never lets me down”, con la que se daba por concluida una noche de rock en el sentido más amplio de la palabra. Y aunque parezca mentira, todo esto sucedió un miércoles en Bilbao, probablemente uno de los sitios con las noches entre semana más aburridas que existan. Pero así es, hay vida más allá de Netflix, y está en las salas que se arriesgan a programar conciertos como estos, para unos pocos locos, que todavía creen en la música en directo.

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