Las enormes colas de gente sin entrada poco antes de comenzar el bolo y las sumas desorbitadas que se llegaron a pagar en la reventa despejaron las dudas acerca de este concierto: había que asistir a la cita con los de Bristol. Después de su exhibición en un lugar tan poco propicio como el escenario principal de Festimad, esperaba poder ver a la banda más cool del planeta en un lugar con techo y más recogido.Y ya en él, Massive Attack demostraron que sí, que su músicaes la más cool y elegante que podamos imaginar. Aunque ellos, hieráticosy estáticos como una fila de kurois, no lo sean. Por fin un concierto generoso en contenido y desarrollo temporal (casi dos horas), en el que repasaron temas de sus tres álbumes y casi exprimieron al límite las posibilidades expresivas de "Mezzanine". Respaldados por una banda de ensueño, y parapetados por un repertorio casi infalible, Massive Attack -como en sus discos- me llevaron de forma hipnótica a través de parajes gélidos y poco transitados haciendo uso de un cuaderno de ruta intransferible, eso que solemos llamar Estilo. El final, con las guitarras en primerísimo plano acompañadas de una imaginería entre lisérgica y fantasmal se acomodó para siempre y por derecho en mis retinas y en mi cerebro. Colosal. Mentiría si dijera que esperaba menos.


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