De abajo a arriba
Conciertos / Mallorca Live Festival

De abajo a arriba

8 / 10
Víctor Forés — 28-06-2022
Empresa — Mallorca Live Festival
Fecha — 26 junio, 2022
Sala — Aquapark de Calvià
Fotografía — Javier Bragado (Muse-Foto de portada)

Este año el recinto del antiguo Aquapark de Calviá prometía el regreso del festival más internacional de la isla: el Mallorca Live Festival. Tras una edición excelente en 2019 y una adaptación acertadísima durante la época de restricciones por la Covid, el gran cartel para esta triple jornada lo tenía todo para despuntar: Muse fueron confirmados como cabezas de cartel a más de un año vista de su celebración y todo lo que vino después fue un extra generador de expectativas.

De poco sirvió planificar nuestra parrilla ideal del viernes 24 de junio. La mala gestión de la entrada al festival originó colas de entre una y dos horas. Para muchos, perderse por ello la actuación de Rigoberta Bandini fue toda una decepción. La catalana ofreció el primer gran espectáculo de la noche. Una hora de reivindicación, mensaje y doble ración de “Ay Mamá” –con una potentísima escena con los senos fuera– que la gran mayoría de sus seguidores tuvo que seguir a través de los mensajes de aquellos que sí habían tenido la suerte de entrar al recinto. Tampoco fue un acierto programar a la misma hora el concierto de Alizzz, dividiendo al fandom. Al final del día, y con los problemas añadidos de los buses lanzadera, el festival emitía un comunicado oficial de disculpas que supo a poco.

Después de la tormenta vino la calma. Con menos problemas en la entrada y con los últimos rayos de sol, 25.000 almas se postraron ante un C. Tangana abrumador. El escenario Estrella Damm le vino como anillo al dedo a la performance de la gira “Sin cantar ni afinar”. Un diez. La escenografía, la puesta en escena, la gran mesa central de talento… Todo retransmitido cinematográficamente y estudiado al milímetro. A algunos hasta se les olvidó lo de las pulseras de la entrada. Y a otros se nos quitó la espina tras el lamentable show que ofreció en el Wäy Day de 2019. Y no por su culpa, precisamente. Por primera vez en la jornada daba la sensación de estar en ese Mallorca Live Festival que recordábamos. Mientras, en el segundo gran escenario, actuaban los británicos Editors, quienes pasaron injustamente algo desapercibidos frente al esperadísimo espectáculo de El Madrileño. A medianoche era el momento de elegir: o la irreverencia de un gran maestro del rap español o la lagrimilla de una despedida sentida. Kase.O volvía a la isla con el formato Jazz Magnetism. Segunda vez en un Mallorca Live Festival y regalando barras para aquellos que querían volver a vivir la experiencia en el festival. Izal, por su parte, desplegaron un show en blanco y negro, multiplicando la melancolía de muchas de sus letras por mil. Por una despedida sin previsión de reencuentro. Los aplausos eran los últimos en cada uno de los temas que sonaban; y la intensidad era mucha. Baiuca, Goose o Elyella fueron los encargados de ofrecernos un fin de fiesta para pasarlo bien tras un día del que se recordarán los problemas organizativos.

Franz Ferdinand - Foto: Xavi Torrent

Cuando estás abajo solo puedes ir hacia arriba. Así que, con la intención de corregir todos sus errores, la organización se puso manos a la obra. En la entrada ya no hubo colas. Se incrementó el número de personas que atendieron a los asistentes. Como ya estaban entregadas la mayoría de las pulseras, no fue difícil hacer un buen papel. En el escenario grande reinaba un grupo pequeño. Entre comillas. El power trio local Saïm demostró el talento isleño. Siempre con la humildad que les caracteriza, pero sin miramientos a la hora de ejecutar sus riffs. Para bajar las revoluciones, muchos y muchas optaron por tumbarse en el césped artificial del escenario Innside by Meliá con el aura de Club del Río. Durante las dos horas siguientes reinó la psicodelia moderna con estética setentera. Temples hicieron gala de su retorno a los escenarios tras dos años de inactividad de manera ejemplar. Los sintetizadores expandieron sus sonidos hasta la otra punta del recinto, donde se mezclaron con la intro de “Planet Caravan” de Black Sabbath pasada de graves que eligió Rufus T Firefly para empezar su corto repertorio. Vaya viaje de ácido, todo junto. Y como no hay diversidad sin contraste, llegó la hora de dar la bienvenida tras diecinueve años sin pisar España a Christina Aguilera. La diva, perfectamente empastada con la estética de Magaluf, ofreció más performance que técnica en una actuación en la que reinó el playback. Fue desconcertante verla partir del escenario en repetidas ocasiones, así como escucharla interpretar un par de versiones, entre ellas una de Bad Bunny, que la gente coreó, aunque sin entender del todo qué pintaba en aquel repertorio. Fue una actuación curiosa, pero sin más. No pasará a la historia de los conciertos destacados de esta edición, que los hubo, y varios. Como el de Franz Ferdinand, quienes, precedidos por unos efectivos Supergrass, cantaron himnos con acento escocés de su tour “Hits To The Head” como “Take Me Out”, “Outsiders” o “This Fire”. Les siguieron desde la otra punta del mundo los australianos Cut Copy con su dance rock de ascendencia ochentas y en un escenario con aforo más reducido.

El último artista del escenario grande siempre aumentaba la oferta electrónica de los escenarios alternativos. En esta ocasión, cerraron propuestas como el legendario Jeff Mills, un sorprendente Bronquio o Klik & Frik.

Metronomy - Foto:Javier Bragado

En el tercer y último día, el ambiente estaba más relajado. Tocaba despejar definitivamente el mal sabor de boca de la primera jornada tras una segunda que funcionó más que bien. Alanaire y Biznaga dieron comienzo al epílogo. Con la puesta de sol, Guitarricadelafuente afinaba las cuerdas de nilón ante la primera concentración significante de asistentes frente a un escenario. Hubo algunos highlight con temas propios, pero también es cierto que lo más aplaudido fueron las versiones. La temperatura subió con Sen Senra. El gallego conectó con el público con una propuesta íntima y corta, pero consiguiendo un llenazo total justo antes de los platos fuertes del escenario principal.

Metronomy fueron los primeros protagonistas de esta traca final. Los ingleses defendieron ser uno de los nombres grandes en el cartel con un repertorio a la altura, pero no se llevaron el trofeo mayor. Y es que, tras ellos, le tocaba el turno a unos Muse que habían provocado que cientos de fans esperasen cerca de la pasarela, en las primeras filas, durante prácticamente todo el día. Con ellos llegó el gran momento de la noche. Tardaron casi una hora en poner a punto todo el tinglado, tiempo durante la zona se fue llenando de manera progresiva. A la hora en punto se cerraron las luces y sonó el primer acorde.

Matt Bellamy, Christopher Wolstenholme y Dominic Howard saltaban al escenario con una puesta en escena impresionante. Lo de Tangana quedaba casi en anécdota. Bellamy salió con la máscara que ha usado en la imagen de su reciente “Will Of The People”. Con “Hysteria”, el telón que tenían a sus espaldas cayó a peso para dejarnos ver otra gran máscara central y dos grandes manos que abrazaban toda la actuación de los británicos. Los miles de asistentes con camisetas del grupo que se habían dejado ver durante el día no daban crédito. Era el show en mayúsculas. La complejidad y producción del sonido era inédita; la realización de las pantallas estaba estudiadísima y el espectáculo sobresalía con notoria diferencia. Eran el nombre más grande del cartel y consiguieron que su actuación también lo fuera. Veintiún temas, dos horas de idas y venidas, interludios y el carismático ego de Bellamy. La despedida llegó con “Knights Of Cydonia”, y no hacía falta nada más.

Justice - Foto: Andrés Iglesias

Eran ya las dos de la madrugada, así que parte del público abandonó el recinto mientras la resistencia nos quedamos para despedir esta edición con Justice. Los franceses cerraron esta etapa con una propuesta con la luz como protagonista y que se extendió hasta las cuatro de la mañana a base de juegos de luces y esa electrónica robusta que les ha caracterizado hasta el momento. Una despedida frenética para una edición de Mallorca Live Festival que se inició como una montaña rusa a la que le faltaban algunos tornillos y que se tambaleó por ello, pero que finalmente nos permitió disfrutar y que se nos disparase la adrenalina. Una vuelta a lo grande con su edición más ambiciosa, pero con algunos deberes pendientes para el próximo año. El Mallorca Live Festival tiene mucho margen y la perspectiva de seguir haciendo cosas muy grandes.

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