Crystal Castles, tan inexplicables como estimulantes
Conciertos / Crystal Castles

Crystal Castles, tan inexplicables como estimulantes

8 / 10
Enrique Peñas — 03-11-2010
Empresa — Producciones Animadas / Mercury Wheels
Sala — La Riviera, Madrid

La imagen de la actuación de Crystal Castles en Madrid es exactamente la prevista: Alice Glass zarandeada por el público, volteada, manoseada, convirtiéndose en protagonista de un rito casi iniciático para muchos de los presentes, con un público mayoritariamente ‘teen’ que habla bien a las claras de los intereses de las nuevas generaciones. Un mar de brazos sacude a la hiperactiva vocalista mientras uno de los técnicos de sonido se las ve y se las desea para alargar el cable del micro antes de que su histérica voz acabe perdida en un limbo tan incierto como su música. Llamémosle punk, porque lo es. Arrancaron con la tenebrosa “Fainting spells” y por un momento parecía recuperarse el terrorismo sonoro de Alec Empire y sus Atari Teenage Riot; pero no fue más que un espejismo, porque en realidad lo del dúo canadiense tiene más que ver con un espíritu rave de corte festivalero que creíamos de otra época, pero que con ellos resucita para darse de la mano con los Sex Pistols y montar un espectáculo urgente, hermético (la misteriosa y omnipresente figura de Ethan Kath a los mandos de las máquinas) y, sí, epatante, aunque la propia idiosincrasia de su puesta en escena hace que lo mejor se concentre en una primera media hora que resultó tremenda (“Baptism”, “Doe deer”, “Crimewave”, “Air war” y sobre todo “Alice practice”), haciendo comulgar a los fans de Joy Division con los de Klaxons sin que para ello hayan tenido que vender su alma a un hit de consumo rápido. Más tarde caerían “Reckless” o “Untrust us”, hasta despedirse (es un decir, porque se fueron como vinieron, sin un mísero saludo) con “Yes. No”, igualmente contundentes aunque ya sin esa sensación primera de que te estaba alcanzando una patada, de modo que, cuando la ceremonia parecía encaminarse a un ‘knockout’ en toda regla, dejaron que el público recobrase mínimamente el aliento, puede que para que no olvidara tan pronto que lo de Alice y Ethan es un fenómeno tan inexplicable como estimulante.

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