Hasta que volvamos a bailar
Conciertos / Amaral

Hasta que volvamos a bailar

7 / 10
Fernando Acero — 05-08-2020
Empresa — Cruïlla
Fecha — 03 agosto, 2020
Sala — Camp Nou
Fotografía — Xavi Torrent

Agridulce es el sabor que describe nuestro tiempo, ese del que habla el tema de Amaral. Hay algo que se nos retuerce en el cielo de la boca al ir a cantar. Hay un movimiento cervical, un quiebro en la cintura que ha perdido un ápice de sentido. Pienso en cómo Eva se erigía monumentalmente sobre el escenario hace tan sólo unos meses presentando “Salto al Color” (19) en el Sant Jordi Club. Más que pensarlo, lo siento. Y también siento cómo ahora en el concierto de Amaral hay un fulgor algo desvaído en sus vivas melodías. Hay algo que ha adquirido ese color de sepia melancolía.

Cierto es que, si bien existen pocos espacios tan sobrecogedores para un concierto como el del mítico Camp Nou, el templo culé, hubo una leve sensación de hastío por las evidentes circunstancias de un concierto como este. No hablamos aquí de la luminotecnia modesta que acompañaba a su propuesta forzosamente acústica; tampoco de la más que notable ausencia de su excelente banda, que ni con electrónicas como las de “Bien Alta la Mirada” pudieron suplir sin provocar cierta sensación de estridencia, de intento de salvar los papeles lo mejor que se pudo. Hablamos de una sonrisa algo apenada.

Eva contaba al público bromeando con Juan cómo parecía que hubieran pedido un deseo a un genio de esos que se conceden medio mal. El chascarrillo anecdótico puede resumir bastante bien la sensación general del evento, que no logró culminar en nada particularmente apoteósico en sus bises - aún siendo correcto, “Ruido” desinfló algo los ánimos en un público cuya hambre podía casi tocarse con los manos-. Por otro lado, hay pocas dudas de la solvencia de Amaral como conjunto en vivo, y tampoco hay duda de lo bien que saben jugar sus cartas. Es imposible no derretirse con temas ya clásicos como “El Universo Sobre Mí” o “Cómo Hablar”; habría que ser de otra especie o tal vez de otro país para ignorar la trascendencia de semejantes hits.

Pero el concierto de Amaral no se quedó en el efectismo de la nostalgia por sus primeros trabajos, aún habiendo momentos absolutamente destacables como “Tardes”, deep cut que Aguirre protagonizó muy solventemente en el segundo set de los maños. Sus nuevos temas lograron firmar momentos mágicos como la absorbente “Ondas do Mar de Vigo” o su single “Mares Igual Que Tú”. Esa magia continuó con la emotividad desbordante de “Sin Ti No Soy Nada”, que desembocó en una elegante outro con “The Ecstasy of Gold” a modo de homenaje al muy querido maestro Morricone. Aún habiendo podido enlazar con mayor solvencia este breve episodio con la soberbia “Hacia lo Salvaje”, claro highlight de su actuación, cabe destacar el buen gusto de este particular bloque de la actuación.

A fin de cuentas, es difícil caer en este caso en el lado de lo exigente o lo arrogante. Cada una de sus memorables letras se graba a fuego en el corazón - digno de mención fue el sentido homenaje al colectivo LGTBI que se rindió con “Peces de Colores” -, y con todo uno no puede olvidar cómo Amaral representan a los últimos supervivientes de una era dorada en el pop español que nunca regresará como lo que realmente fue. Esa clase de emoción que logran despertar, propia de un primer amor de verano, es la que uno no puede borrar del alma. Atesoremos pues este bello regalo que nos hicieron un atardecer de agosto - hasta que volvamos a bailar entre la multitud.

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