Dos cosas me atraían enormemente de este lanzamiento. Por un lado estaba el hecho anecdótico de que su acción temporal, y de ahí su título, se situara en el año en que servidor vino al mundo. Por otro, quizá más importante, se encuentra mi afición por la novela negra convertida en cómic. Y eso es lo que encontramos aquí. Policía novato –algo habitual– que se ve envuelto en una trama de la que aparentemente solo puede salir mal y que tiene como epicentro el Hospital del Tórax, que no es más que el centro donde en aquella época se ingresaban a los enfermos de tuberculosis en Terrassa (Barcelona), lugar donde se desarrollan los hechos.
Pablo Lara se estrena en solitario con este guion al que pocos peros podemos poner, ya que las dificultades que plantea llevar a lo gráfico el género negro se superan ampliamente. A eso ayuda, y de qué manera, el dibujo, muy tradicional para el género, y esto no es una crítica sino todo lo contrario, de un Jaime Martínez que, además, brilla con el color. Así que, dicho esto, solo queda felicitarse porque en la escena nacional sigamos teniendo nombres como los citados que facturan obras tan destacables como esta.
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