Laberintos 2
Comics / Charles Burns

Laberintos 2

7 / 10
José Martínez Ros — 16-04-2023
Empresa — Reservoir Books

Los lectores de Charles Burns (1955), al que conocemos por obras tan inquietantes y poderosas como “Skin Deep”, “El Borbah” y, sobre todo, su legendario “Agujero negro”, sabemos que su gran tema es la angustia adolescente y juvenil, el “teenage angst”. Un momento de la vida en que todo parece imbuido de una especial intensidad emocional. El periodo en el que todas las certezas se desintegran y reconstruyen con rapidez, casi de la nada. Burns ha demostrado que es un maestro a la hora de mostrar esa etapa como una experiencia terrorífica y plagada de escenas alucinatorias, lo que le ha llevado, a menudo, a ser comparado con cineastas como Cronenberg o David Lynch.

Hace un año nos llegó el primer tomo deLaberintos, donde reformulaba su gran obsesión de una manera algo más realista de lo habitual, al menos hasta cierto punto. En una fiesta, una chica, Laurie conoce a un muchacho de su edad, Brian, que parece absorto en sus ensueños, que están plagados de la imaginería del cine de terror de serie B. Sabemos que Brian es, hasta cierto punto, un autorretrato nada embellecido o complaciente de Burns, quien ha relatado que fue un joven muy tímido, que pasaba la mayor parte del tiempo en las salas de cine o dibujando y llegó a rodar varios cortometrajes amateurs. Por su parte, Laurie es una chica en extremo insegura, y que se siente un tanto descolocada en aquel ambiente. No obstante, surge entre ellos una chispa de atracción. Por otro lado, Brian y, su mejor amigo, Jimmy están planeando rodar su propia película, y este segundo le propone a Laurie que sea la protagonista. Esto hace que las imágenes de la muchacha se comiencen en infiltrar en las oscuras fantasías de Brian…

Cuando retomamos la historia, está a punto de iniciarse el rodaje, en una cabaña situada en un idílico paraje junto a la costa. Entre medias, averiguamos que gran parte de los problemas de Brian para relacionarse en sociedad provienen de su vínculo con una madre ultraprotectora, inestable y adicta a la botella. Junto a los tres personajes que ya conocimos en el tomo previo, aparece Tina, una chica que no parece particularmente interesada en llevarse bien con Brian y que, sin embargo, se muestra muy cariñosa con Laurie. Una especie de triángulo amoroso empieza a dibujarse en la trama, aunque todavía no sabemos hacia dónde nos está conduciendo Burns. De hecho, tras su lectura, la mayor duda que nos planteamos es si la historia se resolverá en el siguiente volumen o, por el contrario, se extenderá más allá de lo que su autor había previsto inicialmente… algo a lo que ha dado pábulo el propio Burns indicando en una entrevista que, quizás, haya un cuarto álbum de “Laberintos”.

Los que disfrutamos con su lectura no nos vamos a quejar y el único, obvio, problema es la necesidad de esperar muchos, largos meses hasta que nos llegue la siguiente parte del nuevo rompecabezas narrativo de Burns. Desde el punto de vista artístico, nos encontramos a un autor en plena forma, con esa combinación de la línea clara europea y su probada capacidad para recrear atmósferas tensas y malsanas. Al acabar este álbum estamos muy intrigados, pero también insatisfechos, necesitados de más. Si este era el objetivo de Burns, podemos considerarlo todo un triunfo artístico.

 

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