Espanto
Comics / Laura Pérez

Espanto

7 / 10
José de Montfort — 20-10-2022
Empresa — Astiberri

“Espanto” es la tercera novela gráfica en solitario de la ilustradora Laura Pérez (Valencia, 1983). Tras “Ocultos” (Astiberri, 2019), su primera obra a solas, con la que habría de ganar el Premio Ojo Crítico de Cómic 2020, una recopilación de varias historietas o relatos breves, que contenían sucesos inexplicables, un libro que lo apostaba todo a la sensación (aunque sin desmerecer la trama), la autora nos sorprendió con “Tótem”, un cómic que continuaba la estela del anterior, pero centrándose más en lo siniestro. Trasvases entre el mundo matérico y el espiritual se daban la mano en diferentes paisajes y épocas, con el hilo conductor de un viaje en coche por los polvorientos desiertos de Arizona, donde dos mujeres se cuestionaban sus creencias.

Tras las atmósferas verdeamarillas de sus anteriores obras, en “Espanto” Laura Pérez lo apuesta todo al blanco y negro, y esencializa hasta el tuétano sus dotes expresivas, ya que, en ocasiones, no constan sino las viñetas de una mínima ilustración, acaso anunciada, corroborada o expandida por un brevísimo texto con ansia de apogtema. Así, se trata de un álbum mucho más conceptual que sus anteriores entregas, sintético, con voluntad casi de aforismo lectovisual. Lo poético aquí viene por la síntesis del gesto, el instante decisivo en el que ese gesto se desgaja y se rompe, mostrándonos toda su verdad. Diríamos que Laura Pérez ha llevado a la mínima expresión su poética liminal, del espacio en el que lo real y lo fantasioso colapsan (y/o dialogan).

Igualmente aparecen (aunque sin solución de continuidad), en el libro, como una suerte de consejos a una misma, cuestionamientos de una misma, entrelazados con deslizamientos del dibujo (y que emulan un movimiento evanescente, como si los personajes quisieran desaparecer de la página). Con todo ello, las ilustraciones (que, como máximo, ocupan dos páginas contiguas: la impar y la par) tienen una fuerte carga simbólica, que se la juega por completo a lo onírico; sin renunciar, eso sí, a la intensidad de un temblor, un crujido que al lector le produce siempre un espanto. La diferencia con sus anteriores trabajos es que aquí la inquietud la suscita el fogonazo, el rayo, el contacto directo con la pieza (sea esta solo un dibujo, sea esta uno o varios dibujos a los que le suma un breve texto). Dicho de otra manera: Laura Pérez en “Espanto” radicaliza su propuesta y la sintetiza en mínimos, prefiriendo el microrrelato a una trama que se pueda desarrollar en una narración más larga, aunque no necesariamente de más calado.

 

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