El regalo
Comics / Zoe Maeve

El regalo

7 / 10
Octavio Botana — 01-12-2022
Empresa — Alpha Decay

“¿Qué pasará, qué misterios habrá?”, decía Salvatore Adamo y popularizaba luego el enorme Raphael en la ya mítica canción. Pues eso, ¿qué pasará?

Si algo nos gustan de las biografías de personajes históricos es que se hable poco de ellos. O mejor dicho, que se diga poco y se muestre mucho. Soy de los que cree que a una persona se la conoce más por sus gestos diarios naturales que por sus palabras y sus actos, de algun modo siempre preconcebidos. Así ocurre con la cuarta princesa Románov, la archiconocida Anastasia Nikolaevna, en este delicioso diario íntimo fabulado en bitono azul.

Atrapadas en palacio, las hermanas Románov viven aisladas del mundo, ajenas a la inminente revolución bolchevique. Un día, Anastasia recibe una cámara fotográfica como regalo de su decimoquinto aniversario y, desde ese momento, se dedica a documentar la realidad que la envuelve. En ningún momento se anota quién se la envía ni por qué motivo. Ella, como diría Fontcuberta, comienza a ver el mundo a través de un nuevo ojo que es la misma cámara aprehendiendo objetos de la vida doméstica de palacio, diversas estancias y escaleras del mismo, sus hermanas en la nieve, capturing the Románovs.

En paralelo aparece una inquietante presencia –a veces sombra, huella, reflejo o sueño– que aprieta pero no ahoga, una fuerza más allá de toda comprensión. Es entonces cuando los gestos de Anastasia se retuercen en paisajes cuya poética extensión remiten a aquellos parques de continuidad cortazariana que traspasaban el espacio-tiempo y saltaban al “Blow Up” (66) de Antonioni o a los reflejos espectrales de “El año pasado en Marienbad”(61). ¿Y qué ocurre tras los muros del palacio? Estamos en 1916 (Anastasia nace en 1901), se vienen cositas en Rusia, pero pocos –o nadie– de los que habitan dentro del palacio (metáfora del antiguo régimen y de todo lo atado y bien atado) se percatan del asunto.

¿Qué pasará, pues, con la vida Anastasia y la de su familia? ¿Qué misterios habrá que solo el ojo de la cámara sabe entrever? ¡Oh, chorprecha! El fin de una dinastía, de una era, de un imperio.

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