The Midnight Gospel
Cine - Series / Pendleton Ward Y Duncan Trussell

The Midnight Gospel

8 / 10
Luis M. Maínez — 29-04-2020
Empresa — Netflix

“The Midnight Gospel” es un experimento en el que se mezclan tres de los conceptos más pujantes del entretenimiento en la actualidad: la animación, los podcasts y el formato serie. Lo presenta Netflix, que acierta al dejarle libertad creativa a Pendleton Ward, la cabeza pensante detrás del fenómeno “Hora de aventuras”, que ha co-creado la serie (llamémosla así) junto a Duncan Trussell, host del podcast “Duncan Trussell Family Hour”.

El experimento, afortunadamente, es un éxito. La serie se puede disfrutar de muchas formas debido a que Ward y Trussell trabajan de una manera muy interesante los diferentes formatos de entretenimiento que están incluidos en ella. Por un lado podemos entender la serie de una manera visual: dejarnos llevar por la arriesgada apuesta psicodélica y surrealista que sirve de carta de presentación. Universos imposibles, mundos paralelos, seres increíbles. Por otro se puede disfrutar como una entrevista. “The Midnight Gospel” es un proyecto pionero porque mezcla la ficción visual con la no-ficción “auditiva”. En “The Midnight Gospel” entramos en el mundo de Clancy Gillroy, habitante del planeta Tierra que, en un futuro indeterminado, ha viajado a otro planeta a rehacer su vida. Para ello se hace con un simulador que le permite viajar a diferentes mundos alternativos poblados por las criaturas más estrambóticas que se puedan imaginar (y más) a las que entrevista para su videoblog en streaming para todo el espacio.

La clave es que esas criaturas son personas reales, expertas en sus campos. Mientras que si nos fijamos en las imágenes, en el segundo episodio, por ejemplo, Clancy se encuentra con una perra-cierva gigante, Duncan Trusell entrevista a Anne Lammot, novelista y ensayista norteamericana hablando de sus experiencias reales acerca del cristianismo y la enfermedad y la muerte. En lo visual, nos encontramos con un camino demencial hacia un matadero futurista. En la entrevista, una conversación sobre el cáncer que superó la escritora.

Estas dos realidades se unen en “The Midnight Gospel” a través de un viaje. Desde el principio nos encontramos con que Clancy Gilroy viaja a través de diferentes mundos para, una vez ahí, embarcarse en un camino junto a sus guías-acompañantes, en el que se encuentran con un mundo regido con sus propias normas que recorren siempre hacia delante, hacia una revelación –drogas, meditación, muerte– trascendental que culmina con un último episodio arrebatador, emotivo y memorable en el que Clancy-Duncan se enfrenta a uno de los grandes misterios del ser humano como es la muerte de la madre.

“The Midnight Gospel”, en sus ocho episodios breves, consigue llevar al formato serie algo parecido a lo que Richard Linklater consiguió en su obra maestra “Waking Life”. Hay elementos en común como el uso de una animación vanguardista y las largas conversaciones con monólogos incluidos de personajes que entran y salen constantemente de la narración pivotando alrededor del eje que, en este caso, es Clancy. Un personaje evasivo que parece incapaz de asumir muchas más responsabilidades que tomar café y sentirse maravillado con todo lo que sucede a su alrededor. Más niño que naíf. Un alivio entre tanto protagonista demasiado consciente de sí mismo como vemos normalmente.

El ejercicio de metacomunicación y disociación del audiovisual que hace “The Midnight Gospel”, a pesar de ser algo denso de comentar, no hace en ningún momento que la serie deje de ser disfrutable y entretenida. Su acercamiento a las formas de pensamiento y de aceptación espirituales (las menciones a las religiones o a la meditación, por ejemplo, son constantes) es muy interesante. También el estilo en la animación, muy similar a la animación mainstream norteamericana de los últimos años pero más valiente. Los entrevistados quizá se parecen entre sí un poco de más, pero si entras en el mood, la serie es maravillosa.

The Midnight Gospel” consigue salir muy entera a pesar de sostenerse sobra una apuesta muy arriesgada. No llega a ser memorable en ningún momento pero sí se convierte en un bocado delicioso que merece la pena degustar. No es una serie que ver del tirón. Quizá sí una serie que merece revisionar en un estado alterado de conciencia.

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