'Sex Education' nos enamoró con sus dos primeras temporadas, nos decepcionó con el bajonazo de la tercera, y con esta cuarta afrontaba un doble reto: por un lado, subir el nivel y, por otro, cerrar bien la serie, al anunciarse que sería la última. El hecho de ser el cierre podría ser la excusa perfecta para hacer tabula rasa y plantear una última temporada potente, una que nos cerrase la boca a quienes hubiésemos dudado de la serie... pero no es el caso.
Encuentro simbólico que en una escena de sexo Otis y Maeve estén con la sábana por medio, porque algo que se destacaba de la serie en su primera temporada es que apostaba por una forma distinta y más natural de hablar del sexo en las series... poniendo como ejemplo de lo contrario esos falsísimos 'polvos con sábana'. Poco queda de esas ganas de romper tabúes, potenciar el sentido de comunidad y naturalizar el sexo; se han sustituido por 'romper tabúes' poniendo frases y características a personajes que son tokens andantes, aupar un contradictorio individualismo, y eliminar la naturalidad de sus protagonistas, que parecen escritos por un columnista reaccionario que quiere parodiar 'una serie woke de Netflix'.
Me he acordado mucho de aquel tuit viral de Francis Lee ('make your gay characters complex, etc'), porque, en una serie que a priori aboga tanto por ser uno mismo, nadie parece ser auténtico. Por eso, destacan especialmente los momentos en los que sí, como las tramas de Adam y su padre, las dificultades de Ruby para integrarse en esa escuela que parece una distopía a punto de estallar (pero no), la desesperanza de Cal (aunque se resuelva de manera tan infantil), la conclusión de Otis y Maeve, o el discurso de Isaac (¿cómo pueden escribir esto y a la vez escribir esta temporada?).
Es por detalles así que la temporada no termina de naufragar, pero son excepciones; en general, la serie desaprovecha el potencial dramático que podría tener, siendo otro ejemplo el funeral de la madre de Maeve, la nada sutil trama del maltrato, el retrato de profesores como el interpretado por Dan Levy (desaprovechada su incorporación, como la de Hannah Gadbsy) o, lo que habría sido una bomba mejor manejado, la trama de O. En lugar de aprovechar esto para criticar la hipocresía en la superioridad moral, y plantear cómo la gente puede equivocarse y se puede apostar por el cambio y el perdón en lugar del vacío social, la serie lo “resuelve” con escenas que dan vergüencilla como la del ascensor (parece que estamos viendo cómo el villano le cuenta su malvado plan al héroe antes de ser detenido). Hay destellos de lo que fue 'Sex Education', y no está mal para despedirte de sus personajes principales, pero, si ésta iba a seguir siendo la tónica, mejor que acabe ya.
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