Nuevo orden
Cine - Series / Michel Franco

Nuevo orden

9 / 10
J. Picatoste Verdejo — 20-02-2021
Empresa — Teorema, Les Films d'Ici
Fotografía — Archivo

La sexta cinta del mexicano Michel Franco, de quien solo se había estrenado antes en España “Las hijas de Abril” con Emma Suárez, aborda las diferencias sociales en su país desde una óptica tan osada y demoledora como desasogante y desesperanzadora. Precisamente el tratamiento del tema provocó en México una polémica, en la que incluso se llegó a comparar la película con el clásico racista de Griffith “El nacimiento de una nación”. Controversia que, por si fuera poco, ha ayudado a truncar aspiraciones internacionales del filme al no haber sido escogida por su país para optar a los Oscar ni a los Goya, pese a llevarse el Gran Premio del Jurado en el Festival de Venecia.

“Nuevo orden” se enmarca dentro del siempre atractivo contexto de las distopías, que nos hablan del mundo presente con la excusa de que nos muestran oscuras realidades imaginadas. Así, en “Nuevo orden” –título aparentemente preciso, pero sarcástico en el fondo, incluso cínico a tenor de las imágenes– las clases más desfavorecidas emprenden una revolución violenta que pone de patas arriba el país, situación hipotética que puede tener resonancias de protestas sociales actuales en distintos lugares del mundo como las reivindicaciones de los chalecos amarillos en Francia.

Como punto de partida, la película se focaliza esta rebelión en la interrupción de la celebración de una boda de una familia bien, invasión que será simplemente una muestra de ulteriores ataques y aberraciones a una mayor escala, habida cuenta también de la intervención de las fuerzas militares. Así, por ejemplo, las imágenes de ciudadanos de origen indígena atacando despiadadamente y torturando a blancos ricos han sido vistas por algunos como una percepción clasista y racista del problema por parte del cineasta –mexicano blanco de origen acomodado–, lo que no deja de ser una conclusión reduccionista y parcial, que huye de matices, obvios por otra parte. La osadía de Franco radica en no mirar las clases bajas desde la condescendencia y evitar un sesgo maniqueo, esa parcialidad bienintencionada que la sociedad actual, con la ayuda de las redes sociales, parece querer, incluso exigir. Contra ello, el filme de Franco es directo, brutal y reparte estopa en todas direcciones para revelar la única verdad de la película –y de ahí su desesperanza–: el ser humano no tiene solución. (Y siempre pagan los mismos, que no son precisamente los blancos, pequeño detalle que algunos han pasado por alto). Se le podría reprochar a Franco la confusión del relato, pero la cinta sabe a dónde quiere llegar y no le importa el caos porque es de caos de lo que está hablando.

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