Nomadland
Cine - Series / Chloé Zhao

Nomadland

9 / 10
J. Picatoste Verdejo — 27-03-2021
Empresa — Highwayman Films

“Nomadland”, la tercera cinta de Chloé Zhao, es la favorita absoluta para alzarse con el premio mayor en los próximos Oscar. Si se confirma el triunfo, será la vez que más cerca habrá estado un documental de ganar la estatuilla dorada a mejor película. Porque, si bien el film es un trabajo de ficción, está basado en un libro-reportaje sobre los nómadas del siglo XXI en la América posterior a la crisis del 2008 y, porque, sobre todo, varios de los personajes secundarios que aparecen se interpretan a si mismos y relatan sus historias (o casi, ya que en algún caso se adaptó para mayor eficacia dramática, como el supuesto cáncer de uno de ellos). En esa mezcla de ficción y realidad, una lección involuntaria de la película es que, pese al implacable rostro hermético de Frances McDormand, motor de la cinta, y la cálida mirada de David Strathairn como uno de esos nómadas con los que ella se encuentra en el camino, poco pueden hacer los actores profesionales cuando se enfrentan a gente corriente que cuentan sus experiencias, marcadas ya en sus rostros, sin necesidad de maquillaje añadido. Zhao es consciente de su poder y enmarca en primeros planos que ocupan toda la imagen estas voces anónimas cuyo mensaje se nos aparece inapelable ante tanta naturalidad. Ya el solo hecho de que sean rostros desconocidos, vírgenes en la pantalla y sin malear en decenas de papeles anteriores, avalan una credibilidad difícil de superar.

Y ahí, por mucho que se suela citar por su analogía argumental el clásico de John Ford “Las uvas de la ira”, basado en la novela de John Steinbeck y ambientado en la Gran Depresión, el mayor referente formal de la película es el trabajo de la francesa Agnès Varda. De hecho, el filme se podría titular “Caras y lugares de la América oculta”, parafraseando uno de los últimos títulos de la cineasta en el que iba coleccionando en camioneta rostros de la Francia rural. Además, Varda había frecuentado territorios marginales, no físicos sino morales, como los que propone la cinta de Zhao: los espigadores de “Los espigadores y la espigadora” que recogían lo que los demás despreciaban pertenecen al mismo árbol genealógico de estos trashumantes sobre cuatro ruedas que han abandonado la común vida sedentaria. Y no deja de ser una feliz coincidencia que la cinta de Zhao ganase el León de Oro del Festival de Venecia décadas después de que lo recibiera Varda por “Sin techo ni ley”, el seguimiento que hacía de una vagabunda (Sandrine Bonnaire) que, además, interactuaba también con actores no profesionales.

Así, la película plantea la conexión entre el individuo y su entorno, el ser y la naturaleza, cuál es el lugar del diminuto humano en el inabarcable universo. No puede ser casualidad, que el nombre de la protagonista, de cuya historia nos enteramos a cuentagotas a través de detalles, gestos y pocas palabras, sea Fern, que en inglés significa helecho (y en alemán, lejos; lo que, por otra parte, también se adecua a la historia) y, por contra, la veamos atravesar paisajes vastos y agrestes que, pese a su aridez, pueden llegar a regalar hermosos atardeceres. En esas contradicciones, en el deleite de detalles inmateriales frente a la imposibilidad del hogar fijo, se impone el refugio interior. “Nomadland” se descubre como una reveladora y subversiva reflexión sobre el individuo contemporáneo.

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.