Les dues nits d’ahir
Cine - Series / Pau Cruanyes Y Gerard Vidal

Les dues nits d’ahir

7 / 10
Luis M Mainez — 25-03-2021
Empresa — Benecé Productions
Fotografía — Archivo

En momentos como este en el que las grandes producciones cinematográficas han decidido, en gran parte y por desgracia, renunciar a las salas de cine, hay que reivindicar más que nunca el buen cine independiente. “Les dues hits d’ahir” es un ejemplo de cómo plantear una película modesta con estilo y sin pretensión. Escrita a ocho manos por estudiantes de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, la película nace a partir de un Trabajo de Fin de Grado, y sorprende para bien cómo han conseguido prescindir de ostentaciones innecesarias –tan comunes entre ciertos estudiantes de cine– para narrar una historia real y bonita, dura y veraz; en definitiva, con los pies en el suelo.

“Les dues hits d’ahir” es una película sobre el duelo de tres jóvenes que han perdido a un amigo de la infancia. El conflicto se presenta en el primer compás y sin explicaciones innecesarias. El dolor por la perdida es universal, y el luto, que antes duraba como mínimo un año con razón, se vive de manera muy diferente por los tres protagonistas. Eric, Marcel y Ona ya no tienen a Pol cerca, y sus experiencias con él hacen que, cuando se embarcan en un viaje en coche para buscar un lugar en el que esparcir sus cenizas, cada uno haga respirar su herida de una manera distinta.

Sin embargo hay un elemento en común, la culpa. Y es que es muy raro sentir la pérdida sin culpa. Hay que haber hecho las cosas muy bien (o creérselo, que es peor) para no pensar en lo que se podría haber mejorado cuando aún se estaba a tiempo. “Les dues hits d’ahir” ahonda en este sentimiento pero lo representa con acierto, poniendo el foco en la incomprensión. No hay pedantería intelectual en la vida real que valga ante el dolor de verdad, ante la muerte en toda su dimensión. Y eso lo saben bien los guionistas de este filme, que tampoco juega de más en el apartado visual. La dirección es contenida y efectiva, y los adornos y la simbología son los que deben ser y cómo deben ser: la piscina, la fiesta, la carretera. Una road movie con trasfondo vital suele ser una buena apuesta si se conduce bien, como es el caso.

Además, esta película nos lleva de vuelta a un mundo en el que hace un año que no vivimos. Uno en el que la vida era más completa, más libre, más bonita, incluso en el dolor. Un dolor que, por otra parte, se nos presenta tal y como es, afortunadamente excepcional y extraño. A través del luto de Marcel, Ona y Eric volvemos a ser los que éramos. Un regalo agridulce de una película en el fondo vitalista que ha sido nominada, con razón, a los Premios Gaudí del cine catalán, embolsándose el premio del público.

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