Gambito de Dama
Cine - Series / Scott Frank

Gambito de Dama

8 / 10
José Martínez Ros — 27-10-2020
Empresa — Netflix

Esta excelente miniserie, “Gambito de dama”, es el resultado, ante todo, del talento combinado de tres individuos. El primero de ellos el autor de la novela que la ha inspirado, el norteamericano Walter Tevis, publicada originalmente en 1983. Tevis es un desconocido, incluso para los lectores más asiduos en español. No obstante, en su país natal se considera un clásico contemporáneo y varias de sus obras han sido llevadas al cine, dando lugar a películas tan inolvidables como “El buscavidas” (1961) y su secuela, “El color del dinero” (1986), y esa ilustre marcianada que es “El hombre que cayó en la Tierra” (1976), una de las más singulares incursiones de David Bowie en el séptimo arte. En los libros de Tevis, destacan los retratos de personajes obsesivos, aquellos que se aíslan del mundo llevados por una pasión devoradora. En algunos casos, esa obsesión es sustituida por una adicción fatal e irrefrenable.

Ambos elementos se combinan en nuestra protagonista, Beth Harmon. Esta serie pertenece con toda claridad al subgénero de “genio en una determinada materia, desastre ambulante en prácticamente todo lo demás”, y el personaje de Harmon, genial ajedrecista, alcohólica y yonqui, está inspirado, con toda seguridad, en esa anomalía absoluta que fue Bobby Fisher. Un jovencísimo Fisher se convirtió en un auténtico héroe nacional estadounidense en 1972, cuando venció en Reikiavik en el Campeonato del Mundo de Ajedrez, alcanzando un título que hasta entonces estaba reservado a los imbatibles maestros soviéticos. No obstante, tras alcanzar la cima de su carrera, el excéntrico y perturbado Fisher se transformó poco a poco en un personaje fantasmagórico, que permaneció a la deriva durante el resto de su existencia.

El segundo responsable de “Gambito de dama” es su creador, Scott Frank, al que ya conocíamos por otra excelente miniserie, el westem femenino y feminista, “Godless“ (2017). En esta nueva serie nos lleva al Kentucky de los 50: allí una niña sobrevive a un accidente de coche en el que perecen sus padres, que, por otro lado, formaban una familia extremadamente disfuncional. Es llevada a un orfanato donde pasará el resto de su infancia y el comienzo de su adolescencia. La serie describe con precisión y elegancia la génesis de su carácter solitario y retraído. En ese orfanato pasarán dos cosas que la marcarán para siempre. El primero, será que un conserje le enseñará a jugar al ajedrez, una disciplina en la que no tardará en mostrar un talento descomunal; el segundo es que se volverá una adicta. Cuando es adoptada por Alma (una magnífica Marielle Heller), su nueva progenitora tendrá que lidiar con esos dos aspectos de su personalidad. El genio en el ajedrez es difícil de mostrar visualmente, por su naturaleza cerebral; eso ha hecho que a la hora de plasmarlo haya tenido más éxito la literatura (en novelas como la de Tevis, o como “Novela de ajedrez” de Stefan Zweig o “La defensa” de Vladimir Nabokov) que en el cine, pero Frank consigue que en “Gambito de Reina” las partidas resulten tremendamente emocionantes y, aunque sólo conozcamos las reglas básicas, percibamos el talento casi sobrenatural de Beth. También nos ofrece un retrato lateral de la Guerra Fría, donde los hitos deportivos eran también motivo de competencia entre las dos superpotencias.

La tercera responsable es su protagonista, la joven actriz Anya Taylor-Joy, a la que descubrimos en una de las grandes películas de terror de los últimos tiempos, “La bruja” (2015). Aquí hallamos otra interpretación fascinante, en la que consigue atrapar la intensidad y el desgarro interior de alguien que es poco menos que la personificación del tópico de la soledad del genio. El inicio de la serie ha coincidido con la noticia de que ha sido elegida para protagonizar “Furiosa”, el spinoff y precuela de “Mad Max: Fury Road”. No cabe duda de que nos encontramos ante una de las actrices cuya carrera habrá que seguir atentamente en las próximas décadas.

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